«La Divina» María Callas: La soprano del amor y de la muerte

El emocionante homenaje que hace una cantante lírica chilena, acerca de la mayor figura femenina que ha tenido la ópera a lo largo de su historia, cuando en estos días se cumple el 40º aniversario de su solitario y trágico deceso, en la ciudad de París.

Por Cecilia Frigerio de la Fuente

Publicado el 15.09.2017

Ana María Cecilia Sofia Kaloyeropulos (2 de diciembre de 1923 – 16 de septiembre de 1977), alias «la Divina» o como yo la he querido denominar «La soprano absoluta del canto de Amor y de Muerte», fue simplemente una mujer extraordinaria que vivió y que murió por el arte y por la música. Poseedora de una gran y peculiar voz, de timbre metálico pero agradable al oído (no pienso como muchos, que decían que su voz no era bella … era muy bella y especial… hasta enigmática), y le otorgó realce a las partituras más difíciles escritas para una soprano: dramático, belcantista, verista y hasta de mezzo.

Fue una cantante, artista y compositora operática completa, con musicalidad, extrema pasión por el canto, además de una gran actriz. En este punto me detengo para mencionar su cambio abrupto de peso. Pasó de ser una mujer muy robusta, sin gracia, a una sílfide, delgada, liviana en el escenario, pues como decía la misma Callas: «Una gorda y rozagante Violetta, no puede morir en la escena».

Para ella era muy importante lo que se llama hoy en día «El Phisique du rol», es decir, la cantante deber ser lo que es el «personaje», no sólo aparentar sus características.

Empezó su carrera en 1949 cantando los roles más dramáticos, tales como Brunnhilde, en las «Valkirias», de Richard Wagner (en Venecia), y donde también le correspondió interpretar el rol de Elvira, en «Los puritanos», de Vincenzo Bellini. Pasó de ser una soprano dramático a una soprano bel cantista con una facilidad de sobreagudos y coloraturas impresionantes. Para cantar Brunnhilde se necesita tener una voz corposa, dramática, amplia, que sobrepase el volumen de la orquesta, y también cantar muy bien en legato sin perder el cuerpo de la voz. Para cantar Elvira, en cambio, se necesita tener un elemento vocal limpio, liviano, puro, dulce, como el timbre de un ángel, con coloraturas y sobreagudos. Ella poseía los dos estilos de sopranos, y al cantar ambos roles pasó a ser una celebridad en toda Italia.

Luego siguieron exitos tales como : I Vespri Siciliani y Turandot, en el Colón de Buenos Aires, «Norma», en México, «Medea», en la Scala de Milano, Tosca, la Violetta de «La Traviata», «La Gioconda», «Lucia di Lamermoor», y «Carmen». Llegó a cantar 47 personajes en su trayectoria profesional.

Su maravillosa vida musical y artística se vio entrelazada con su vida amorosa. Inicialmente, con su marido y mánager, el ciudadano italiano Giovanni Battista Meneghini (1949-1959), y luego, con el gran amor de su vida, el empresario griego Aristóteles Onassis (1959-1968). El primero, la ayudó en su carrera en forma profesional y desinteresada, y el segundo la perjudicó, en el sentido que le causó constante dolor y frustración sentimental, ya que Onassis la abandonó por Jacqueline Kennedy.

A partir de este momento comienza su declive vocal, lo cual ella no soporta y se ve claramente expuesta cantando Medea en la Scala di Milano. Su voz había perdido la fuerza de antes y se escuchaba débil, sin sonoridad. Después del primer acto el publico la pifia y ella se dirige a la platea, y en un gesto como de un puño, les dice: «Cruel, ho dato tutto a te». Esto provocó una reacción en el público, el cual terminó ovacionándola de pie.

Este hecho demuestra como era María Callas, una mujer apasionada, que amaba la música más que a ella misma, y esto se refleja en su canto, que es: «como una herida abierta que sangra entregando sus fuerzas vitales….».

María Callas, te rindo este humilde homenaje a tu voz, personalidad, ángel, carisma, tu fuerza de mujer, tu entrega total y absoluta en el escenario, tu constante pasión por el canto y por la música.

¡Te amamos y te seguiremos amando por siempre!

Con amor y devoción, para ti, Maestra.

 

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