«The Square»: El vacío y el temor del arte contemporáneo

Esta es una película sobre la soledad de las personas y de los artistas, en planos muy diferentes, pero que se afectan de algún modo. Primero una Suecia impoluta, vacía, lejana, donde se transita sin mirar. Y donde un incidente, que más parece performance de arte que un hurto, termina con nuestro protagonista sin su billetera y aparentemente sin los gemelos de sus camisas.

Por Cristián Garay Vera

Publicado el 13.11.2017

Estamos ante un largometraje que ha sido alabada por su guión, aunque su metraje es también contundente -ganó la Palma de Oro en el Festival de Cannes de este año- y algunas situaciones terminan abiertas y no resueltas por Ostlud y Bang. Y no es para menos, ya que trata sobre ese difícil equilibrio entre el genio artístico y la promoción, entre la intensa vida interior y la escasa conexión con el exterior. Tenemos aquí al responsable de un museo (Christian), que intenta conseguir nuevos fondos por benefactores, cuya presencia es constante en todo momento, y que financian las nuevas colecciones adivinando qué es el arte del futuro.

Al mismo tiempo, el mundo exterior es apenas un decorado agresivo (todo lo agresivo que puede ser la tranquila Suecia) donde inmigrantes y mendigos atraen la atención de vez en cuando de nuestro director. Un entorno cuidado, donde las diferencias sociales se ven más en la cara de las personas que en otra cosa, pero que están ahí subterráneas, marcando el miedo del protagonista y de sus hijas cuando cruzan el límite invisible de la ciudad con su automóvil por túneles perfectos y solitarios entre la Suecia de los nativos y la de los inmigrantes pobres.

La compartimentación va aquí por dos partes. Una es el arte y su significado, y por el otro los encuentros de esa élite con el mundo exterior. La verdad, es que no se conectan nunca, y todo pasa a diferentes niveles estresando la vida del protagonista que autoriza inadvertidamente un video, planificado por la productora, para impulsar la futura muestra de una artista que se adivina muy lejana, Lola Arias, de Argentina.

Esta es una película sobre la soledad de las personas y de los artistas, en planos muy diferentes, pero que se afectan de algún modo. Primero una Suecia impoluta, vacía, lejana, donde se transita sin mirar. Y donde un incidente, que más parece performance de arte que un hurto, termina con nuestro Director sin su billetera y aparentemente sin los gemelos de sus camisas.

La resolución de este incidente, la búsqueda del GPS del celular, da a un edificio del otro lado de la capital, que es como una caja negra, donde no es seguro transitar y en el que el Tesla del gestor es tan exótico como un Rolls Royce en las calles de la periferia de Santiago. Y todo esto teniendo en cuenta que hablamos de sutilezas, en un país donde las diferencias de salariales son contenidas y casi perfectas respecto del GINI (Coeficiente de la desigualdad).

Esa buena conciencia del mundo progresista, que también es el artístico, se presenta con categorías del discurso sobre los inmigrantes, la xenofobia y el racismo, pero se aliña con la solidaridad, la cooperación, la confianza. El proyecto primario, «The Square», es para exaltar la confianza en los otros, aunque el propio director tenga miedo de personas que no conoce y sobre las cuales tiene estereotipos que asume lentamente. La confianza es burlada una y otra vez y convierte el proyecto en un contrasentido para el Museo y su encargado.

La otra parte es la mirada crítica del mundo de la creación. Desde luego el problema del dinero para ampliar las colecciones, del otro la curatoría, aumentando la trasgresión respecto de qué se considera arte. A la capciosa pregunta de si todo lo que esta exhibido en un museo es arte, sigue la otra: “cualquier acosa que llevemos al museo es arte”. La transgresión vuelve arte objetos que aislados serían simplemente artefactos, acciones, y por tanto el director (Christian) se vuelve hábil en preguntas cuyos ejes disuelven la obra de arte de la acción humana, en definitiva, pero no es capaz de contestar qué es ese nuevo arte.

Y si de arte se trata, más que el cuadrado con luces –suponemos led- la escena cumbre es la performance del hombre-mono que termina provocando primero temor, y luego violencia, entre los propios asistentes al evento de recaudación. Es una escena de rara belleza, donde se unen civilización y barbarie, pero una barbarie sofisticada, que en principio es risa y luego miedo. Un salvajismo tan ficticio como cuando los cortesanos de Luis XVI se vestían de pastorcillos en los jardines de Versalles. Y en los péndulos de este arte-espectáculo, la búsqueda del impacto sustituye la verdadera valía artística. Un lenguaje vacío penetra en los curadores y administrativos del Museo, que es la contraparte del aislamiento humano. Vaciedad sin máscaras, que «The Square» desnuda.

 

The Square. Dirigida por Ruben Ostlund y Claes Bang. Elenco: Claes Bang, Terry Notary, Dominic Weste y Elisabeth Moss. Suecia, 2017. 142 minutos

 

El actor danés Claes Bang (Christian) es el atormentado protagonista de «The Square» (2017), una cinta sueca que ganó la Palma de Oro en el Cannes de este año

 

Tráiler: