“Tiempo de revelaciones”: La eternidad de un instante

En su cierre de temporada, la cartelera nacional ha recibido el estreno de este lúdico filme galo, obra de la realizadora de esa nacionalidad Catherine Corsini, quien presenta un título de iniciación erótica y sentimental de carácter lésbico, ambientado a comienzos de la década de 1970. Protagonizado por Izïa Higelin y una renovada Cecile de France, gran parte de la altura artística del largometraje, radica en la presencia de esta última actriz entre sus créditos principales.

Por Enrique Morales Lastra

Publicado el 28.12.2017

“Así discurre la vida entre simpatías engañosas y efusiones incomprendidas; quienes duermen en el mismo lecho tienen sueños distintos, la gente se guarda para sí lo que piensa, reprime su felicidad, oculta sus lágrimas; el padre no conoce a su hijo ni el esposo a su esposa, el amante no declara todo su amor a su amante, el amigo no entiende al amigo, ciegos que tantean al azar en las tinieblas para reunirse, y que chocan y se hieren cuando se han encontrado”.
Gustave Flaubert, en La primera educación sentimental

La actriz francoparlante Cecile de France (Bélgica, 1975), se hizo conocida en Chile gracias a un par de bellos largometrajes estrenados a comienzos de siglo: “Lo mejor de nuestras vidas” (2006), de Danièle Thompson, y por “El cantante” (2006), de Xavier Giannoli, ambos unidos por una estética sazonada en el recuerdo y una lánguida nostalgia. Ahora vuelve a nuestro imaginario colectivo con esta cinta cruzada por una ensoñadora idea pictórica de la luminosidad fotográfica, y cuya autora es Catherine Corsini (1956).

“Tiempo de revelaciones” (“La belle saison”, 2015) es una película que ambientada en los inicios de los años ’70 resuelve narrativamente (y satisfactoriamente) esa situación ficticia al dividir sus escenarios entre los barrios históricos de París y una granja situada en la provincia, en pleno campo. Carole (Cecile de France) es una profesora de castellano, y una propagandista convencida del feminismo en esa época, y que por casualidad, por azar, por coincidencia, en la calle e imprevistamente, conoce a Delphine Benchiessa (interpretada por la actriz Izïa Higelin), y una chica veinteañera y pueblerina que llega a París, para estudiar y vivenciar coyunturas urbanas que le son hasta ese momento virtualmente desconocidas.

Ciertas similitudes dramáticas de la historia referencian en este filme a “La vida de Adèle” (2013), del tunecino Abdellatif Kechiche: el despertar y el descubrimiento erótico, amoroso y lésbico por parte de una de las protagonistas, y la plasticidad audiovisual que se desprende de la intención de recrear el contacto físico, propio de la pasión afectiva entre dos personas de idéntica orientación sexual. Guardando las proporciones en relación a la comparación efectuada y a la audacia interpretativa del largometraje estrenado hace unas temporadas, en “Tiempo de revelaciones” los encuentros de índole íntima, sostenidos por Carole y Delphine, resultan un aspecto estético y simbólico preponderante a la hora de situar las pretensiones artísticas de la directora.

El sol radiante, el elemento lumínico, el vuelco producido en la sentimentalidad de Carole (quien hasta entonces vivía un vínculo heterosexual en cierta medida estable con un escritor), la importancia de los desnudos llevados a cabo por las actrices, y la música que se escucha en tanto banda sonora, acompañando, testificando el surgimiento de un gran amor, detallan claramente la existencia de una intencionalidad audiovisual, clara y manifiesta de Catherine Corsini (la realizadora), en su dirección creativa: los cuerpos se entrelazan, y los gemidos, los gritos de placer irrumpen, invaden trizando la atmósfera sonora, porque es la manera en que las emociones se expresan cinematográficamente. Ruidos, bemoles y acordes del placer y de una felicidad efímera.

La aceptación de sí misma, de la nueva realidad en torno a su orientación sexual, descubierta por Carole (luego de enredarse con Delphine), le impulsan a la primera a adoptar drásticas decisiones en cuanto a sus opciones de vida y a sus circunstancias profesionales. En esa retórica audiovisual de la belleza física y de la sensualidad corporal, se registran escenas y encuadres de notable semejanza con obras pictóricas y paisajistas de tipo hiperrealista, como las producidas actualmente por el artista inglés David Smith (1949), y donde la integridad de las apasionadas amantes se observa fugaz y lúdica, confundiéndose con el aire, el pasto, la vegetación, en un diálogo traslúcido y a la par, incesante frente al color afiebrado del cielo, y retratado por la cámara y su fotografía.

“Tiempo de revelaciones” es un largometraje que seduce por su estética cinematográfica, y por otros factores como lo son su alto nivel literario (la estructura del guión), y también debido a las actuaciones desarrolladas por sus roles protagónicos. Cecile de France sorprende con este papel de una mujer empoderada en su proselitismo feminista, y a la vez deseo amoroso de connotados intelectuales masculinos, y luego entregada y devotamente enamorada de esa granjera diferente y algo ruda, tosca, decidida y a ratos alucinante que es Delphine Benchiessa (Izïa Higelin).

Otras escenas de este filme, citan a películas como “Mademoiselle Chambon” (2009), de Stéphane Brizé, o a novelas como “Madame Bovary” (1856), de Gustave Flaubert: el arrepentimiento final, la retirada póstuma, el secretismo y el pudor impuesto por las exigencias sociales, comunitarias y familiares, la imposibilidad montada, construida sobre el tranvía de una línea férrea provinciana, la escritura de una carta, de una misiva de disculpas, reconociendo, sin embargo, que volver atrás refiere a lo inaudito e inexistente, pero que el futuro abre sus puertas al camino de lo increíble, en el afán de eternizar un instante minúsculo y quizás trascendente.

 

Gran parte de la altura artística de «Tiempo de revelaciones» (2015) radica en la presencia de la actriz Cecile de France (en el fotograma) entre sus créditos principales

 

Tráiler: