Valerian, ese eterno adolescente (a propósito del estreno de Luc Besson)

Este personaje es el fruto de la bande dessinée francoparlante, que se inicia con la escuela europea del cómic, y reconoce dos grandes tradiciones en lengua francesa: el ciclo del cómic franco-belga (años ’50 y ’60), y la independización del cómic galo a partir de los ’70. Al primero responden las revistas Tintin y Spiriu, y al segundo la revista Pilote, donde campea Asterix. Dan Mazur y Alexander Danner en Cómic. Una historia global, desde 1968 hasta hoy (Blume, 2014), recalca que la influencia de la escuela belga, también llamada de Bruselas, se evidenció en la “línea clara”, es decir en que los recuadros eran definidos por líneas uniformes: “la aplicación de colores lisos y la evitación del rayado u otros recursos gráficos para lograr sombreados”.

Por Cristián Garay Vera

Publicado el 21.08.2017

¿Quién es Valerian? Alto, flaco, desenfadado y en un universo barroco. Así es el personaje que crearon Jean Claude Mezieres y Pierre Christin en Valerian. Agente espacio temporal. Dentro de un trazo dinámico, con elaborados escenarios, que no en vano inspiraron parte de las imágenes de la Guerra de las galaxias y de El quinto elemento, nuestro agente va recibiendo llamados de auxilio a su compañera Laureline. A su paso, se exponen universos maravillosos, pero cuyos conflictos se parecen a los actuales. En “Bienvenidos a Alflolol”, un planeta llamado por los humanos Technoros, es explotado desde hace dos siglos por el Imperio Galáctico Terrestre y administrado por Galaxity. El lugar es objeto de una actividad extractiva sin límites, que puebla el lugar de desechos, en tanto el planeta es oscuro. Se ha ocupado hace tiempo y solo hay indicios de una población anterior, cuyos restos han sido trasladados a un museo.

Una naturaleza a la cual los mineros terrestres han dado la espalda, refugiados en cúpulas que reproducen el clima de la natal Tierra. Entretanto Valerian y Laurerine están regresando del asfixiante planeta cuando reciben un mensaje telepático en que se les pide ayuda. De ahí en adelante se enteran que, tras un periodo de tiempo para ellos muy corto, 4 mil años, los “alienígenas” han regresado por su hogar, en realidad una de sus muchas moradas en su vida itinerante. Demás está decir que los extraños son los legítimos dueños del planeta, pero son percibidos como extraños por la administración terrestre. Tras ser recibidos con cierta reticencia, poco después son reducidos en una zona del planeta, pero el hecho releva numerosos poderes, provocando un enfrentamiento sutil con los mineros. Mucho de ello revela una sabiduría profunda, más cercana al lenguaje del chamanismo que al de la ciencia, pues cada miembro de la familia tiene un poder diferente para comunicarse, curar o teletransportar.

Tras establecerse de modo precario, los “recién” llegados se retiran al desconocer su planeta, en el que ha habido, a su juicio, numerosas e indeseables transformaciones.

Las ironías respecto de la necesidad de orden frente al comportamiento lúdico de los seres y de las soluciones burocráticas estilo reservas de indios, se descomponen frente al aburrimiento de los mismos y su salida voluntaria del encierro en que se les ha confinado. Laureline, a todo esto se ha identificado con la causa de los seres errantes frente a un Valerian más bien resignado a obedecer las órdenes terrestres. La propuesta de la reserva no disimula su referencia a los confinamientos de indígenas norteamericanos, y las dudas acerca del coste del industrialismo son las mismas de hoy.

El tono irreverente de los guiones de Valerian ha sido, por eso, reconocido entre los más creativos, por algo Jim Steranko (Capitán América) ha dicho que es una de sus “obras preferidas de ciencia ficción”.

Valerian es el fruto de la bande dessinée francoparlante, que se inicia con la escuela europea del cómic, y reconoce dos grandes tradiciones en lengua francesa: el ciclo del cómic franco-belga (años ’50 y ’60), y la independización del cómic francés a partir de los ’70. Al primero responden las revistas Tintin y Spiriu, y al segundo la revista Pilote, donde campea Asterix. Dan Mazur y Alexander Danner en Cómic. Una historia global, desde 1968 hasta hoy (Blume, 2014), recalca que la influencia de la escuela belga, también llamada de Bruselas, se evidenció en la “línea clara”, es decir en que los recuadros eran definidos por líneas uniformes: “la aplicación de colores lisos y la evitación del rayado u otros recursos gráficos para lograr sombreados” (p.7). La bande dessinée de Hergé, Bob de Moor, y Edgar P. Jacobs (Las aventuras de Blake and Mortimer) buscaban la lectura y la imagen legible.

La segunda escuela belga, la de Charleroi (Morris creador de Lucky Lucke; Peyo, autor de Los pitufos; y Maurice Tillieux responsable de Gil Jourdan / Gil Pupila) privilegió el llamado atom style (estilo atómico) que tenía un dibujo más elástico y dinámico, además de utilizar el humor y la exageración como marca del argumento. La escuela francesa, agrupada en la revista Pilote, donde René Goscinny agrupó a nuevos dibujantes, evidenciando la incorporación de la composición cinematográfica: las secuencias, el movimiento, llegaron a ser parte de las viñetas donde se movían los nuevos personajes creados por Goscinny, Giraud, Mezieres y Christin y Greg (autor de Luc Orient, personaje que conocimos por Mampato, en los años ’70). La incorporación del western fue otra característica que tomó su característico hibridismo, así el Teniente Blueberry tomaba la fisonomía del actor francés Jean-Paul Belmondo. La reminiscencia del mundo del Oeste es tal, que Mezieres fue en 1965 a Estados Unidos para ejercer de vaquero y conocer la experiencia.

No es extraño que todo Valerian recuerde a un sheriff, que con Laureline, va resolviendo los casos de diferentes civilizaciones que coexisten con el Imperio humano. Su mirada es pos moderna y pos industrialista, pero sus herramientas exudan tecnología que solo la intensa humanidad de sus investigadores logra dar con un fin adecuado. La serie se inició en 1967, y estaba ambientada en el siglo XXVIII, dado que la humanidad había creado la máquina espacio temporal, estuvo capacitada para nombrar a Valerian agente desde su ingreso al Servicio Espacio Temporal en 2713. Este, más tarde, en una de sus aventuras incorpora a Laureline, que es del siglo XI, y quien se hace de tal modo imprescindible, que al final termina siendo su novia y una heroína por sí misma. El personaje alcanzó tal popularidad que en los ejemplares  finales de la serie pasan a ser “Valerian y Laureline”, ya no solo Valerian. Juntos viajan en el tiempo, y a veces desarrollan sus aventuras en una nave espacial, dadas las complejidades de explicar cómo estos viajes no alterarían el futuro, se introducen argumentaciones acerca del control de los acontecimientos. En la serie Galaxity desaparecen y adquieren el papel de dos agentes sin agencia, pero fieles a su papel de justicieros. Pero ciertamente la imaginación desbordada de los autores no daba tiempo para ajustar la paradoja del tiempo a los andares siderales de los personajes.