4 poemas y 1 relato inéditos, de Yanina Giglio: Ese viaje me sucedería

Se trata de un cuarteto de obras extraídas del volumen «Corva» (virgen e impoluto, claro, también) y de un cuento que jamás ha visto la luz de la edición y de la masividad, que otorgan una publicación oficial, en creaciones que reflejan las vertientes ideológicas y creativas por donde transita la joven escritora y editora trasandina, quien visitará Chile en el contexto de una próxima (y cercana) versión de La Furia del Libro en Santiago.

Por Yanina Giglio

Publicado el 9.12.2018

 

La hora del té

Yo, la mecha

de un fósforo

la cabeza puesta

en el fuego

el cuerpo tieso

en la hornalla.

 

Lo que se inicia

es de nuevo incomprensible

es otra vez la misma idea

tragarme la potencia,

alimentarme de ella

para conocer su poder

y revelar un secreto.

 

Hierve el agua, viajo

en un barco de vapor

llego a China en estas hebras

el artificio es la chispa

y estoy en todo lo que no se toma.

 

De rodillas me convidan

una escena velada

algo de paz detrás de lo deseado

no es este el cuadro ni el tiempo

pero no estoy confundida

aunque yo también fuera esa

la yuxtapuesta la intervenida

la que doblando el cuello, despacio

recogida, encaramadamente

agradece un placer un imposible

algo, que no podrá compartir ni replicar

ni condensar ni infundir, jamás.

 

 

Las carreras

Es la final

y soy jugadora de handball

yo, que siempre corría la pelota

ahora debería detenerla,

abrazarla.

 

Llevé a ese partido lo único

que me habían dado de él:

un par de guantes de cuero marrón

con los que papá corría

sus picadas de motocross.

 

Aún siento ese espacio

vacío

el aire que dejó

bailar a mis dedos sin tope

entre el talle de sus manos.

 

Mientras juego

pienso

que todavía me falta

mucho tiempo para caber

en la muerte.

 

De golpe me toca un disparo

como un grito caliente

y sin embargo, mi piel hinchada

a salvo lejos de la red

del casi gol en contra.

 

Ganamos.

Entonces, todas las nenas

vienen al arco

a probarse cada una

estos guantes raros.

 

 

Trans

“Si el final torvo sorbo de luz niebla de ahogo no antepudiese tanto
ah
el verdever
el todo ver quizás en libre aleo el ser”.
Fragmento de «Recién, entonces», de Oliverio Girondo

 

Sabía muy adentro

ese viaje me sucedería:

quieta en el sillón

viendo la vida de mentira

de los leones por cable

tomando té con limón

se va mi mentón a pique

hasta la puerta de mi pecho

suspendido

para nunca más,

finalmente

recién, entonces

sobrecogida quedo

yo abrazada a mí

por última

vez

 

me estoy moviendo vieja

por un olor nuevo recorro

mi espectro y yo nos miro

me veo saliendo

de tu cuero soy capaz

la única

que lee su momento leve

o lento o agua

más que dura mi arrugada

perpetua expiración

mi momento viejo

no hay arriba

ni abajo ni adelante

cuando me busco

saco los planos

de otros planos muertos

y un vuelo más a la cara

gárgola de cera

que hubiésemos hecho

si me vieras así

casi imperceptible

deshaciéndome de luz

ya lejos de la sala

del sollozo atónito

y del rumor pasmado

de quienes llegan.

 

 

Iridiscente

En otra de mis vidas logré

parar en un hotel portuario, estaba

más sola que ahora. No sabía nada de mí. Nadie quería

hospedarme por una noche. Parecía que no era

nada natural haber volado tanto

para estar ahí sólo por dos días.

Los chicos con los que vi el partido

 de Argentina me decían que era muy chica

para andar sola, pero nos flipamos duro

y fuerte hasta que salió el otro sol

que me quedaba. Y cuando nos separamos

me dejaron en la calle sin salida,

tomé fotos muy movidas hasta llegar al hotel.

En una de ellas solo se ve

una bola de luz blanca como un futuro adivinado.

Al intentar subir me quedé

encerrada dentro del ascensor pero seguí

fotografiando. Escapé sin ayuda.

Ya en la habitación me sumergí en la bañera

y errar hasta desintegrarme era todo el deseo.

Vomité rubio y se mezcló con la espuma

el color que dolía. Y no dormí ninguna de las horas

sólo miraba desde el balcón aterrazado al mar

rompiendo el cielo y cada uno de los bordes del silencio.

El hotel se llamaba “Agur”…

En la calle “Tostón” de la “Costa del Sol”.

Hasta hoy todo esto me habría

sonado hueco ridículo y plástico.

Pero ahora, en el otro lado

del mundo y de mi semblanza,

atiendo a un despertar infinitesimal:

una viajera mitad vasca mitad turca me saluda,

dice agur y se va a tomar su vuelo.

Quedo partida en esta palabra:

por qué todas las que fui en la esquina

en el remate de la cortada donde está aquel hotel

                amplificador sincrético cabalístico

                tornasolado analógico alético insinuante

todas nosotras mismas, estábamos tan cansadas

que nos hicimos de una cuerda

el nudo de elástico las yemas.

Sí, quise escondernos

de los faros, de las alarmas,

meter nuestro corazón en un puño

que nos arropemos hasta tragarnos.

Desencastradas, nos divido para verme

una en el giro, perdonarme

por la pasión sellada y así

descifrar la historia,

mi vuelta a mí de final de guerra.

Encontrarme es perder la presencia

con la precisión del fuego:

como una continua manera

de despedirnos sin regresar ajenas.

 

Ataque un pánico

Limpiate la cara una vez más, pero no ves que te ha dejado exhausta este verano esta terquedad de reptil al sol tu manera ausente y sigilosa de ver las cosas alerta estás reparándolas digiriéndolas absorbiéndolas: todas las cosas sos muy porosa tu piel no tanto pero tu alma es así de miel de médano de pies descalzos de flecha que enhebra ese viento impreciso y viejo es el miedo a lo que existe te decís a la absurda irreal manera de ser la raíz de tu misma coincidencia. Dijiste que “el amor no puede dejarnos en un lugar de locura, eso no está bien”.

Vos reflejás la miseria aparecida con ese resquemor por las ideas vagas ser en el mundo ser ¿no es así el amor? ¿Acaso alguna vez trajo algo más que desobediencia? ¿Qué significa esta búsqueda hospitalaria? Limpiás frenéticamente el espejo del baño, te mordés un nudillo hasta que sangra y luego comenzás con el siguiente. Ya no te mientas. La tensión en los párpados por venerar la vigilia te obliga a ceder ante el primer acceso. La presión el encierro la náusea del tiempo te nubla la calma aparente.

Duración e intensidad un aguijonazo en el esternón, intentarlo sin descanso. ¿No podrá el deseo ser la única falla? Otra vez tu sangre en el lavatorio, romperte de a pellejos. Pero sabés que al esforzarte toda como un derroche saldrán balbuceando apremiantes verdaderas entregas tuyas habrá de suceder, renovarás la seguridad en ciertos objetos con nombre frío, y te dejarás estar. Porque el lamento es una piel que no te queda, lo tuyo es más bien un silbido un estridente grito íntimo y respirar qué bien te sale respirar por la nariz aquí y ahora mientras duran los elementos que te estorban.

Ser el sentido es reconocer el camino de la especie de vértigo que te da todo este mal hábito de amar sin amarte. Más palpitaciones, no te escondas sí, examinate de lado a lado, cabete de vos en vos y no importa el ahogo ya volvés auque no puedas reconocerte aun, sabés que te seguís viviendo como a lo inmenso a lo que está en el centro como a lo que gira eterno y sideral o sea este momento en que la voz de esta canilla hace que te mires al espejo o el cinismo espectacular que dejaste en tu memoria desaparece y te decís me estoy yendo cada vez más adentro como un animal cuando espera la muerte. ¿Y si nadie afuera intuye lo que callo?

 

 

Yanina Giglio

 

Yanina Giglio nació en Buenos Aires, Argentina en 1984. Lectora serial que investiga, experimenta, escribe y vuelve a empezar. Incansable. Apasionada por el desarrollo de procesos creativos.

Ha realizado estudios en Ciencias de la Comunicación Social en UBA. Obtuvo un PGCert en “Escrituras: Creatividad Humana y Comunicación” por FLACSO. Es miembro fundador de Odelia editora. Coordina talleres de lectura y escritura creativas y es correctora de estilo en uno de los multimedios más importantes de América Latina. Actualmente estudia Artes de la Escritura en UNA y el curso universitario superior “Neurociencias y educación: hacia una pedagogía del asombro” en la Universidad de Morón. Publicó: Abrapalabra: licencia para hablar (Entrelíneas UBA, 2014); La Do Te(Editorial Alción, 2015); Recuperemos la imaginación para cambiar la historia -Antología- (Proyecto NUM-Editorial Mansalva, 2017); Liberoamericanas. 80 poetas contemporáneas -Antología- (Editorial Liberoamérica, 2018). Colabora como periodista cultural en el Diario Cine y Literatura y en Liberoamérica y como crítica literaria todos los miércoles en el programa Sentipensantes por Radio Universidad Nacional Arturo Jauretche.

 

 

Imagen destacada: La actriz alemana Nastassja Kinski en un fotograma del filme In weiter Ferne, so nah! (1993), del realizador germano Wim Wenders.