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«American Animals»: Una estética de lo real

Ojalá puede estrenarse en las salas comerciales de Chile, este excelente ejercicio audiovisual debido al realizador inglés Bart Layton, un largometraje a medio camino entre el documental y la ficción, y el cual se proyectó en la cartelera del Festival de Cine de Las Condes 2020.

Por Felipe Stark Bittencourt

Publicado el 11.1.2020

American Animals es un híbrido entre ficción y documental que comienza con una contundente declaración: «Esto no está basado en una historia real. Esto es una historia real». En este caso, la de Spencer Reinhard (Barry Keoghan) y Warren Lipka (Evan Peters), dos jóvenes de vidas insignificantes que en el año 2004 quisieron cambiar su suerte y planearon un millonario robo en la biblioteca de la Universidad de Transilvania que albergaba algunos de los libros más valiosos de Estados Unidos. Inspirándose en películas de atracos, reunieron a otros dos compañeros e hicieron lo imposible por llevar a cabo el suyo sin saber que la realidad distaba mucho del glamour que les ofrecía la pantalla.

El director Bart Layton antes de estrenar American Animals dirigió varios documentales, razón por la cual esta película se imbuye de sus mecanismos y conjuga la ficción con entrevistas reales a los verdaderos involucrados, sus familiares y profesores.

Moviéndose con soltura entre estos dos registros, se propone contar con veracidad los hechos que impulsaron y sucedieron durante la preparación y el atraco mismo, aceptando, por ejemplo, que la memoria deriva en aproximaciones y que los diversos testimonios pueden contradecirse, de modo que la ficción le sirve para llenar esos huecos, pero siempre guiada por la autoridad moral que supone la realidad.

Se vale así de los mecanismos que caracterizan al género de atracos al tiempo que su propia película se transforma lentamente en un reportaje. La imbuye con ese primer imaginario, suponiendo que los sueños por una vida realizada son como lo muestra el cine: glamoroso y excitante, lleno de promesas y absolutamente deseable, pero pulsando siempre una nota de alarma, porque la brecha entre la realidad y la ficción puede ser más grande de lo que se piensa y en cualquier minuto puede quebrarse.

Layton, sin embargo, se permite jugar con el género de atracos y adereza su filme con citas visuales a obras emblemáticas como The Thomas Crown Affaire o Un trabajo en Italia. El espectador puede entender así las motivaciones de los personajes, cómo pensaban y por qué actuaron como lo hicieron. Pero esto es visible sobre todo en sus contrapartes reales, cuya aproximación a estas operaciones también se alimentó de la pantalla grande y sin el piso necesario de la experiencia de lo real.

Por este motivo, el contraste con esa otra vocación documentalista que tiene Layton resulta tan esencial, porque le permite poner en perspectiva el otro registro y, de algún modo, enfrentarle sus mentiras con brutalidad si es necesario. El ejercicio llega al grado de mezclar uno y otro para que de la ficción salga, finalmente, la verdad.

Por su vertiginosa estructura, dirección y ritmo American Animals es, sin duda, uno de los grandes olvidados que dejó el año 2018. Se trata de una excelente película, consciente de sus alcances y limitaciones, pero, sobre todo, porque va más allá de ser un simple, pero efectivo, ejercicio de estilo.

 

Felipe Stark Bittencourt (1993) es licenciado en literatura por la Universidad de los Andes (Chile) y magíster en estudios de cine por el Instituto de Estética de la Pontificia Universidad Católica de Chile.

Actualmente se dedica al fomento de la lectura en escolares y a la adaptación de guiones para teatro juvenil. Es, además, editor freelance. Sus áreas de interés son las aproximaciones interdisciplinarias entre la literatura y el cine, el guionismo y la ciencia ficción. También es redactor permanente del Diario Cine y Literatura.

 

 

 

Tráiler:

 

 

Imagen destacada: American Animals (2018), del director inglés Bart Layton.

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