Icono del sitio Cine y Literatura

El cine chileno censurado de la Dictadura, y el despegue que tuvo después en democracia

La primera cinta exhibida luego de concluido el régimen de Augusto Pinochet fue “La luna en el espejo”, del director Silvio Caiozzi y escrita por José Donoso, que se estrenó el 3 de agosto de 1990 . Un ex marino ya viejo y postrado en su cama, se queja de no tener vista al mar en Valparaíso. Lo atiende un sumiso hijo solterón, el cual conoce a Lucrecia (Gloria Munchmeyer, mejor actriz en el Festival de Venecia por su rol en ese filme) y ahí se da cuenta de que puede liberarse de su encierro, lo que enfurece al viejo. “Este Gobierno va a tener que reajustar los sueldos si quiere que la marina lo respalde, porque no se puede gobernar un país sin la marina… la marina es una incubadora de héroes … el gobierno anterior no tenía héroes sino políticos y por eso tuvo que caer…”, dice en un diálogo inolvidable el jubilado veterano.

Por Miguel Alvarado Natali

Publicado el 6.10.2017

Difícil y peligroso fue rodar películas en Chile durante la Dictadura, el despegue de la industria con una mayor continuidad se produjo con el retorno a la democracia. Donde recién se pudieron estrenar cintas como “Imagen latente” (1987), del director Pablo Perelman y con la notable actuación de Bastián Bodenhofer, quien encarna a un fotógrafo que busca a su hermano detenido desaparecido después del golpe militar. En 1992 otra producción que estuvo oculta desde 1973 y que logró su proyección en las salas nacionales fue “Palomita blanca”, de Raúl Ruiz y con música de Los Jaivas. Basada en la novela de Enrique Lafourcade nos muestra la juventud de distintas clases sociales y los conflictos de principio de los ’70 en un entorno politizado con las elecciones de ese año. En 1973 dos películas fuera de Palomita Blanca no pudieron ser proyectadas: “La tierra prometida”, de Miguel Littin y “Voto+Fusil”, de Helvio Soto.

En 1988 Tatiana Gaviola se atrevió con su película “Ángeles” que se presentó en pequeños círculos gracias a la compañía Ictus y su departamento audiovisual. De poco presupuesto pero con jóvenes actores de primer nivel como Adriana Vaccareza, Amparo Noguera, Francisco Reyes y Claudio Arredondo, quienes representan a un grupo de estudiantes universitarios todos con proyectos y un futuro por delante que fue truncado por el golpe militar de 1973. Ahí se dan cuenta que eran ángeles, pero de carne y hueso.

De gran importancia histórica y causando interés internacional desde que fue visto en diferentes países a partir de 1975 es el documental “La batalla de Chile” de Patricio Guzmán, presentado en tres partes -relata los hechos ocurridos en Chile entre 1972 y septiembre de 1973- estrenándose oficialmente en Santiago en 1996. Sin embargo, pese a todas las dificultades de hacer cine en dictadura, Silvio Caiozzi pone todo su esfuerzo en firmar a partir de 1976 “Julio comienza en julio”, estrenada en 1979, es un reflejo del sistema latifundista, las costumbres del campo y del patrón de fundo que no duda en llevar a su adolescente hijo que cumple 15 años a un prostíbulo, cuya acompañante es la estupenda Schlomit Baytelman. La obra de Caiozzi tuvo su recompensa en 1999 siendo elegida por votación popular la mejor película chilena del siglo xx.

Capítulo aparte merece el cineasta Cristián Sánchez cuyas películas todas de muy bajo presupuesto en blanco y negro y además sorteando los obstáculos de hacer cine en dictadura. Con escasa difusión en nuestro país Sánchez ha participado en diversos festivales como el de La Habana y Berlín. Su primera cinta “Vías paralela”, de 1975, nos habla del desamparo que vive un grupo de personajes después del Golpe militar. “El Zapato chino”, de 1979 es la historia de un chofer de taxi obsesionado por una muchacha y por último “Los deseos concebidos”, producida en 1982 y protagonizada por Andrés Aliaga junto a Tennynson Ferrada y Gloria Munchmeyer.

Otro film que fue llevado a las salas nacionales en diciembre de 1983 fue “El último grumete de la Baquedano”, de Jorge López. Esta es una adaptación de la novela del escritor Francisco Coloane y cuenta la historia de un joven de 16 años que viaja de polizón en un barco con la finalidad de buscar a su hermano en Punta Arenas. Contó con la ayuda de la Armada Chilena y la canción “Navegante” de Eduardo Gatti se popularizó más que la propia cinta.

En un año decisivo para el futuro político del país, ya que en octubre se realizaría el plebiscito del Sí y el No, hace su estreno “Sussi” en mayo de 1988 con Gonzalo Justiniano en la dirección. Aquí Marcela Osorio interpreta a una ingenua joven del campo que llega a la capital a vivir a una pensión, luego consigue un trabajo de asistente de un doctor (Cristian Campos) el cual abandona rápidamente después de que un empleado tratara de abusar de ella. Una vecina del segundo piso observando los atributos físicos de Sussi la lleva como cope-tinera a un cabaret donde un millonario publicista (Jaime Celedón) la descubre para una campaña de la mujer chilena. Película que al volver a ver 25 años después me sorprende la cantidad de cosas que Justiniano sutilmente quiso decir: El retrato de Pinochet en la oficina del dueño del local (Luis Alarcón), un rayado en la vereda exigiendo democracia, un papel que llega a la protagonista escrito por un detenido desaparecido para informar de que está vivo y el locutor del club nocturno diciendo que el show comienza con el toque de queda.

 

La actriz Gloria Laso en el filme «La frontera» (1991), de Ricardo Larraín

 

LOS ’90 Y SUS EMBLEMÁTICOS DIÁLOGOS

La primera cinta exhibida en democracia fue “La luna en el espejo” estrenada el 3 de agosto de 1990 del director Silvio Caiozzi y escrita por José Donoso. Un ex marino ya viejo y postrado en su cama, se queja de no tener vista al mar en Valparaíso. Lo atiende un sumiso hijo solterón, el cual conoce a Lucrecia (Gloria Munchmeyer, mejor actriz en el festival de cine de Venecia) y ahí se da cuenta que puede liberarse de su encierro, lo que enfurece al viejo. “Este Gobierno va a tener que reajustar los sueldos si quiere que la marina lo respalde, porque no se puede gobernar un país sin la marina… la marina es una incubadora de héroes… el gobierno anterior no tenía héroes sino políticos y por eso tuvo que caer…”.

Dos semanas después el 24 de agosto de este mismo año se hace la presentación de “La niña en la palomera”, no tiene un contenido político, del director Alfredo Rates y basada en la obra dramática Fernando Cuadra. Filmada en las esquinas de Herrera y Chañarcillo, está ambientada en el Santiago de 1962 y relata la historia de Anita (Marcela Osorio) una adolescente de 15 años que es atraída por Manuel (Carlos Valenzuela), casado, mucho mayor que ella y recién llegado al barrio. La relación prohibida hace que Manuel la esconda en la palomera de la casa, pero los conflictos que surgen entre ellos y su entorno social desencadenan una tragedia.

“Antes venían a ponernos palos y ahora nos vienen a ponernos pasto…cómo está”. “La democracia Pohl loco…llegó la democracia”. La conversación corresponde a una escena de la película “Caluga o menta” (el Niki) proyectada en octubre de 1990, del director Gonzalo Justiniano, en momentos en que Chile comenzaba la transición a la democracia. Con la genial actuación de Aldo Parodi como “El Nacho” y Mauricio Vega como “El Niki”. “Aquí estamos los que chorean y los que esperan el choreo”. “Compadre somos privilegiados no tenemos nada que perder”, ambos junto a otros amigos viven en una población marginal con tardes enteras de ocio, sumergidos en el mundo de la droga y la delincuencia, muchas veces olvidados por las autoridades y abandonados por el sistema económico. “La municipalidad tiene la mejor disposición…yo lo único que quiero que sepa es que allá ustedes cuentan con un amigo”. “Tuvieron tanto tiempo y ahora recién se acuerdan de los locos…ahora que nos volvimos locos”.

 

Un fotograma de «La luna en el espejo» (1990), de Silvio Caiozzi

Quizás la película que vuelve a retomar los contenidos político-social de la década que recién terminaba fue “La frontera” exhibida en 1991, del director Ricardo Larraín y que cuenta las penurias de un profesor de matemáticas (interpretado por Patricio Contreras) condenado a la pena de relegamiento a una isla al sur del país, donde lo curioso es que no hay carabineros y los encargados de recibir al detenido por parte de dos civiles (CNI) son un par de funcionarios municipales. “Mire preste mucha atención él es el profesor Ramiro Orellana y ha sido condenado a la pena de relegamiento por perturbación del orden público… no puede moverse de este lugar”.

“Tenemos que tenerlo preso”.

“No preso nooo…el puede andar suelto, pero no puede salir del pueblo”.

Con una carta del arzobispado el relegado se aloja en la iglesia del pueblo donde un sacerdote extranjero (Héctor Noguera) lo recibe con cierta ignorancia: “Ha sido relegado a nuestra comunidad y vive en casa de dios…quizás él es terrorista…a nadie le debe importar, puede ser asesino y tampoco importa, lo que debe importar es que el profesor es un hermano en desgracia”. «La frontera» fue rodada en Puerto Saavedra y Carahue y recibió el premio Goya a la mejor cinta de habla hispana en 1991. Debido a que estábamos recién saliendo de la dictadura su director Ricardo Larraín cortó la primera escena donde al profesor se le torturaba apagando un cigarrillo en su mano, por lo cual en las siguientes secuencias el protagonista aparece con su mano vendada.

Al año siguiente aparecen dos cintas “Archipiélago”, de Pablo Perelman. Ambientada en dictadura, donde en una reunión política un arquitecto recibe un balazo en su frente. Aquí el protagonista inicia un viaje entre la realidad y la muerte, imaginando estar en un archipiélago. La segunda película de 1992 y que no causó tanta atención del público pese a ser una comedia fue “Los agentes de la KGB también se enamoran”, de Sebastián Alarcón. Un agente ruso al ser sorprendido con su amante es enviado en castigo a una misión en Chile.

En 1993 se estrena “Johnny Cien Pesos” dirigida por Gustavo Graef Marino e inspirada en el asalto y toma de rehenes que sufrió una casa de cambios en el centro de Santiago en octubre de 1990, poniendo en alerta al Gobierno que no quería que se produjera alguna muerte por la policía en el primer año en democracia. Con un reparto de actores de reconocida trayectoria como Luis Alarcón y Cristian Campos, acompañados de Luis Gnecco, Willy Semler, Paulina Urrutia, Sergio Hernández, Boris Quercia, Aldo parodi, Rodolfo Bravo. El salto se complica cuando Johnny (Armando Araiza) llega al video club y casa de cambios vestido de escolar y su mochila cae por la ventana llegando a manos de la prensa. “Cómo se te ocurre venir a asaltar con carnet imbécil”.

“Tanto lío por un carnet”.

“Todavía no te day cuenta que si tienen tu carnet van a saber dónde vives”.

“Bueno el problema es mío entonces”.

“El problema es mío y de todos porque vivimos en la misma población y cuando cae uno caen todos”. Aquí el robo de esta banda de poca categoría se transforma en una toma de rehenes que los delincuentes pretenden pasarla como un conflicto político: “Tenemos rehenes y estamos pidiendo un avión que nos lleve al aeropuerto, pero primero pedimos un bus que nos lleve de aquí al aeropuerto, nosotros nos queremos ir a Cuba” ¿A dónde quieres ir? “ A Cuba”.

“Ustedes pertenecen a un grupo político”.

“Político político directamente no… conexiones si”.

En la Moneda un secretario del Ministro (Cristian Campos) y otros asesores escuchan la transmisión por la radio de los supuestos extremistas, dudando en dar o no la orden para que la policía entre al lugar con el riesgo de producirse alguna muerte en el Gobierno que supuestamente defiende los derechos humanos.

“Que estás hablando de política, ¿ cuándo hemos sido extremista nosotros?».

“Hay que dárselas de terrorista para que te pasen un avión hueón… tú crees que a cualquier ladrón le pasan un avión para ese viaje”.

“Yo no me voy ni cagando a cuba…si los cubanos se dan cuenta que no eres comunista te mandan así pa estados unidos…que no sabis que los gringos son peores que los pacos con uno”. Cabe mencionar que el mes recién pasado se acaba de estrenar Johnny 100 pesos 2. Aquí tras 20 años en la cárcel el protagonista ya no es el escolar torpe e influenciado, ahora busca un lugar en un Chile que ha cambiado desde los ’90.

No hay dudas que “Amnesia”, la obra de Gonzalo Justuniano, llevada a la pantalla grande en julio de 1994, es la primera película donde se relata el encuentro entre un ex sargento (Julio Jung) a cargo de un campo de prisioneros políticos y el ex soldado Ramírez (Pedro Vicuña). Aquí los horrores de la dictadura algunos los quieren olvidar, mientras otros se rehúsan a un estado de amnesia, siendo ahora civiles en democracia.

Un mito urbano que rondaba desde principios de los años ’80 sobre una rubia que se les aparecía a los automovilistas en el sector alto de la capital dio pie para la realización de la cinta de ficción “La rubia de Kennedy” presentada en octubre de 1995 por el director Arnaldo Valsecchi. Protagonizada por Sebastián Dahm, Sandra O’ryan, Julio Jung y la desaparecida Carolina Fadic. Un publicista en decadencia ve la oportunidad de darle un giro a su situación económica y aprovecha las apariciones de esta misteriosa rubia para crear una campaña publicitaria de un perfume, pero la prensa lo culpa de ser el creador de esta leyenda urbana que se mezcla con personajes de la mitología chilena. “La mágica rubia de los automovilistas del barrio alto, la fantasmagórica aparición que nos dejaba creer en lo sobrenatural y en la poesía en un Chile materialista dominado por el consumismo y el arribismo, era una falsa, era sólo un vulgar recurso publicitario para vender más”.

 

La desaparecida actriz Carolina Fadic en «La rubia de Kennedy» (1995), de Arnaldo Valsecchi

En 1997 aparece un cineasta con apenas 32 años que comienza acaparar la atención de la crítica y el público de las salas de cine, Andrés Wood nos muestra su primer largometraje “Historias de fútbol”, que son tres narraciones ambientadas en una población de Santiago, cerca de un estadio en Calama y la última en Castro. Todas teniendo en común al mismo protagonista, un partido del citado deporte. “El futbol no se mueve con bolitas de dulce…a ti te piden goles a mí me piden la plata” Fernando Gallardo interpretando a un coimero dirigente de un club para que el mejor jugador de su equipo rival (Daniel Muñoz) no meta goles en el próximo encuentro. “Sabis vo lo que significa un millón de dólares…yo por un millón de dólares paso el culo, que me rompan el culo, me lo zurzo y me sobra plata entendi…eso es tener eficiencia en los negocios…no se habla más aquí tenis 10 mil más, pero sin goles el domingo”.

La historia de Calama nos muestra a un niño de escasos recursos que se encuentra un valón profesional de futbol con el cual arma una pichanga junto a sus amigos, pero al rato se da cuenta que había perdido el dinero que le habían dado por un cuadro que su madre le había ordenado vender. Aquí al niño no le queda otra que vender su pelota de futbol. La tercera historia se desarrolla en el sur con la llegada de un joven turista santiaguino a la casa de un par de hermanas solteronas el mismo día que juega Chile y Alemania. “No te hay fijado Manuela que las mujeres siempre quedan de lado cuando miran el futbol” (Elcira, interpretada por la actriz Elsa Poblete). “Que se le va a ser si es pasión de multitudes” (María Izquierdo). “Esta es la verdadera pasión de multitudes” ( dice estas palabras al momento que se agarra ambos pechos con sus manos).

Dos años más tardes Andrés Wood estrena “El desquite”, basada en la obra póstuma de Roberto Parra. Aquí hay un claro acercamiento a las raíces e idiosincrasia del chileno. Pero esto estaba recién empezando, ya que al llegar el nuevo milenio escribió y dirigió “La fiebre del loco” llevada al cine el 4 de octubre del 2001. En mayo de 2004 llega su consagración definitiva con “Machuca”. Andrés Wood seguirá acumulando premios y ganando aplausos con las cintas “La buena vida” del 2008 y “Violeta se fue a los cielos” en el 2011.

 

La actriz Aline Küppenheim en «La buena vida» (2008), de Andrés Wood

En 1998 Ricardo Larraín reaparece con su película “El entusiasmo”, la cual da una mirada a las nuevas ambiciones mercantiles y arribistas de un Chile que está llegando al año dos mil, lógicamente la cinta no tiene la llegada que tubo “La frontera”. Este mismo año se estrena “El hombre que imaginaba” del director Claudio Sapianín y “Gringuito”, de Sergio Castilla.

Así los primeros diez años de democracia terminan con una obra que marca un hito en el cine chileno, con una propuesta muy distinta a lo que habíamos visto hasta este momento. “El chacotero sentimental”, se exhibe en las salas nacionales el 28 de octubre de 1999, logrando un récord inédito para una cinta nacional de 800 mil espectadores. El director Cristián Galaz toma tres historias sacadas del programa radial del mismo nombre conducido por el Rumpy. Con un elenco de primera línea como Daniel Muñoz , Tamara Acosta, Ximena Rivas, Pablo Macaya, Patricia Rivadeneira, Loren Prieto, Claudia Celedón y Mateo Iribarren.

“Patas Negras” es la primera historia y narra la infidelidad de Claudia (Loren Prieto) con su vecino Juan (Daniel Muñoz): “Estoy solo si queris pasai y nos cantamos una de Silvio… No puedo, es que va a llegar mi marido…otro días te vengo a ver… Entonces yo pensé si la mina se da vuelta polvo seguro y se dio vuelta po loco”…

“Secretos” es un episodio cargado de dramatismo donde en una familia se ha venido produciendo el incesto entre el padre y la hija mayor, llegando ésta a tener dos hijos, lo que provoca el suicidio de la madre y el colapso de la hija menor estudiante de arquitectura (Ximena Rivas) , quien termina por contar su tragedia en el programa radial.

“Todo es cancha”, es la última narración en esta cinta. “Cuando la luna está llena yo me pongo como loco…mira toca, toca”, dice Johnny (Pablo Macaya). “Lo tenís duro… pero siempre soy así, con la luna llena o no, pero parece que ahora lo tenis más duro”, le responde Mia (Tamara Acosta). Esta es una pareja de casados que viven de allegados en un departamento de un block en una población de la capital, junto a otros familiares, lo que comienza a generar un quiebre en la pareja ya que no tienen espacio para la intimidad.

A partir del año 2000 el cine chileno va tomando mayor impulso con nuevos cineastas y aparecen géneros como el de terror (“Ángel negro”, de Jorge Olguín ), adaptaciones de novelas (“Coronación”, de Silvio Caiozzi ) y comedias melodramáticas como “Taxi para tres”, de Orlando Lubbert.

 

Imagen destacada: La actriz chilena Marcela Osorio, en un fotograma del filme «Sussi» (1988), del director nacional Gonzalo Justiniano

Salir de la versión móvil