Icono del sitio Cine y Literatura

Cine trascendental: «Everything is Illuminated», de Liev Schreiber: La memoria como legado

A partir de la novela autobiográfica de Jonathan Safran Foer, el realizador y actor estadounidense escribe y dirige esta gran película de enorme sensibilidad que es una originalísima fusión de drama y comedia. La obra reivindica lo raro y lo auténtico presentándonos unos protagonistas que rompen moldes: el filme emociona en su retrato de la desalentada Ucrania postcomunista y en el recuerdo de la barbarie nazi, y muestra el viaje de Jonathan (el protagonista, interpretado por Elijah Wood) para conocer el pasado de su abuelo ensalzando el valor y la necesidad de conservar el pasado individual y colectivo. La banda sonora resalta la belleza desenfadadamente profunda del filme.

Por Jordi Mat Amorós i Navarro

Publicado el 14.7.2019

«Todo está iluminado por la luz del pasado. Siempre está a nuestro lado, dentro, mirando hacia fuera».
Citado en la película

 

Ismos

Sabemos que los ismos casi siempre (por no decir siempre) son excluyentes. El comunismo y el nazismo sin duda lo son. Así como el nazismo no se esconde de su condición e incluso se enorgullece de su aberrante modo de ser, el comunismo -que en esencia podría haber sido algo bueno para todos (al menos para los muchos todos de siempre, el pueblo)- se convirtió lamentablemente en otro monstruo inhumano.

El comunismo de Ucrania es el de tantas naciones anexionadas a Rusia, naciones que fueron uniformizadas en lo soviético. Lo soviético o el comunismo sin alma, sin vida, sin alegría, sin arte libre, sin diferencias… todo por una falsa igualdad que en realidad es anulación del individuo y sumisión al partido, ese distante ente gélido que lo gobierna todo. El gran escritor polaco Adam Zagajewski con desazón habla siempre de la “fealdad soviética” que entiende se evidencia en su monótona arquitectura y en el descuido o en la falta de mantenimiento general: “el descuido era el estado más natural en el comunismo”, nos dice en su gran obra En la belleza ajena.

Schreiber nos muestra ese pasado soviético aún presente en la Ucrania independizada. Vemos el contraste entre las gentes de más edad y los jóvenes que en su rechazo al pasado opresor vibran con el mundo occidental consumista. Comunistas versus consumistas, gentes de otro tiempo versus McDonald’s o skaters, vestimentas que todo lo cubren versus torsos desnudos…

Una liberación que sabemos que no es tal, es un cambio de cadenas; de las cadenas de hierro oxidado de la hoz y el martillo a las cadenas doradas (a pagar a plazos, la esclavitud capitalista) que luce en el cuello Álex.

Y el nazismo, esa atrocidad histórica que algunos pretenden negar. Ese radical nacionalismo que separa-discrimina a lo diferente, que degrada-extermina al que no es de su “raza elegida-superior”, que incluso justifica-normaliza la muerte más cruel… El nazismo ese ismo líder de lo inhumano, ese ismo de barbarie extrema obsesionado con el exterminio del pueblo judío. En la obra el caso de toda una población arrasada, desaparecida del mapa, de la que sólo quedan ya dos habitantes que se reencuentran. Uno es el abuelo de Álex quien malvive en su olvido forzado y otra es Lista, una mujer que vive como atrapada en el tiempo encarnando la memoria de toda su gente.

 

Guardar

Muchas personas guardan y son coleccionistas por afición. Los hay que guardan por pura incapacidad de desprenderse (el caso extremo del síndrome de Diógenes, por cierto sorprendente la denominación). Y está el común guardar para recordar momentos, experiencias, gentes. A este tipo pertenecen los dos coleccionistas de la obra, pero para nada son comunes…

Jonathan colecciona obsesivamente todo tipo de objetos que son recuerdos de su vida y la de su familia. Objetos como una dentadura, llaves, tapones de bebidas, tickets, cartas, fotografías… que guarda en su habitación bien visibles, perfectamente referenciados en sus bolsas de plástico cual detective criminalista. Le confiesa a Álex que guarda porque: “a veces me da miedo olvidarme”. Así, se entiende que Jonathan guarda en su necesidad de evitar que el olvido lo alcance como desgraciadamente les ocurre a tantos enfermos de Alzehimer, coleccionar es para él como la deseada vacuna a tan desagradable mal.

El personaje de Lista (interpretado por la actriz Laryssa Lauret) guarda también en cajas multitud de recuerdos, pero en su caso no son para ella son para quien pudiera acudir a saber de tantas vidas. En este sentido se entiende la etiqueta de su caja más preciada “Por si acaso”, bella descripción de su vívida esperanza. Ella ha recogido multitud de objetos de tantos familiares, amigos y vecinos fusilados a la orilla del río. Lo ha hecho no para ella (como Jonathan y tanta gente) sino por ellos, para ofrecerlos a sus familiares y a toda persona que realmente quiera conocer lo que en verdad ocurrió; ella encarna heroicamente a toda esa gente. Lista, un nombre que en español remite por un lado a la larga relación de personas asesinadas y a la vez expresa el estar siempre preparada para ofrecer su legado.

 

Elijah Wood y Eugene Hutz en «Everything Is Illuminated» (2005)

 

Amigos

Jonathan es un tipo siempre trajeado cuya forma de estar y mirar es casi imperturbable. Un joven excéntrico poco sociable y con manías asépticas como la de guardar todos los recuerdos en bolsas de plástico. La asepsia del plástico como imagen del miedo al contacto directo piel a piel.

En cambio Álex, el joven ucraniano que le hace de traductor en su periplo, es un apasionado de la vida. Él viste informal, se desmelena bailando, se expresa gestualmente, dice espontáneamente lo que siente, le molan las chicas y el sexo…

Dos modos radicalmente distintos de ser y dos Mundos (el estadounidense y el ucraniano) también diferentes (a pesar de la uniformización inherente a la globalización económica). Poco a poco se irán entendiendo y se harán amigos. Todo empieza a cambiar en la divertidísima escena de su primera comida juntos acompañados por el abuelo gruñón, acaban riendo los tres con complicidad a pesar de sus abismales diferencias.

Para Jonathan la amistad con el ucraniano le supondrá un cambio, una apertura al sentir con más intensidad. Y para Álex significará tomar conciencia de otras realidades, sacar lo mejor de sí para dejar de ser un sobreviviente pasota. Así, los vamos viendo cada vez más cómplices en su mirar, reír, bromear, doler, llorar… cada uno en su forma única pero renovada gracias al otro.

Juntos vivencian la que Álex denomina “rígida búsqueda”, o la búsqueda del duro pasado de sus abuelos. Para ambos el abuelo es el referente; Álex descubrirá que tras el mal carácter de su abuelo se esconde un doloroso pasado del que huyó y huye.

Y Jonathan que está allí para saber más de ese hombre que emigró a América dejando a una mujer llamada Agustina de la que él nada sabía, descubrirá que ella fue su primera esposa. Es bella la escena de su sueño simbólico en el que se ve a sí mismo a pleno Sol en la otra orilla del río del genocidio para luego verse reflejado de noche en sus aguas, un río en el que navegan fotos o las aguas de los tiempos que le conectan a su abuelo al que tanto se parece físicamente, un río en la noche de los tiempos que pronto recibirá la Luz del Sol.

 

Sol y Luna

Ese descubrir la verdad del pasado de sus abuelos, pasado que sabrán es compartido, se nos muestra con la Luz del Sol. La impactante bella imagen de la casa de campo de Lista rodeada de majestuosos girasoles como símbolo de las múltiples vidas-personas que buscan la Luz que las re-conozca. Bella imagen de fuerza vital solar que cobra mayor significado gracias a las ropas blancas tendidas o el blanco de la ansiada paz que sólo puede alcanzarse iluminando el pasado, ahora por fin iluminado con la visita de personas que quieren saber ese pasado revive.

Y la Luna que absorbe la mirada del abuelo de Álex, la Luna que le transporta al pasado que mucho tiempo atrás decidió enterrar. En una brillante escena el abuelo recuerda cuando lo fusilan y de cómo abre los ojos viendo nuestro satélite y se levanta de entre los cadáveres amontonados, allí está Lista recogiendo objetos de todos los muertos para guardarlos. Simbólicamente se saca su chaqueta con la cruz judía y la lanza a los muertos; simbólicamente pretende dejar atrás lo que es.

Ahora al encontrar el lugar donde murió Agustina, encuentra su lugar forzada-mente “olvidado” y que le ha carcomido siempre convirtiéndole en un viejo gruñón que afirma ser ciego (la ceguera como símbolo de la negación del ver, de la negación de la Luz que le permitiría volver a su pasado). Y desafortunadamente no aprovecha la oportunidad que se le presenta para resarcirse y resarcir. Tiene a su lado a Lista a quien conoció pero prefiere volver a huir aunque ahora desde la radicalidad del suicidio.

 

Raridad y autenticidad

La obra es raridad y autenticidad que se agradece como bocanada de brisa fresca en este Mundo a menudo tan áridamente uniforme en el que transitamos. Lo raro que suele ser desdeñado o ser objeto de burla o incluso perseguido-encerrado-anulado por la mayoría obediente a lo “normal”-establecido. Y yo me pregunto: ¿quién es raro, la gente que encarna diferencias sorprendentes en su autenticidad o la mayoría que transita adormecida con miedo a ser?

Schreiber crea una genial escena final en la que vemos a Jonathan caminando solo en un túnel-pasillo del aeropuerto al regreso de su viaje. Un túnel que simboliza el paso desde una realidad nueva (la raridad y autenticidad vivenciadas en Ucrania) a su vieja realidad americana; una imagen que entiendo es la del re-nacimiento en su tierra original como un hombre nuevo, como alguien que ha aprendido de su rica experiencia europea donde ha descubierto la historia de su abuelo y se ha descubierto a sí mismo superando sus miedos.

Y entra en la sala de llegadas del aeropuerto donde ve-vemos a los actores secundarios que conoció en Ucrania en otros roles diferentes; a mi entender, como imagen de los actores (inconscientes) que somos todos en este Mundo cada vez más grotesco en el que vivimos. Un mundo grotesco que parece clamar la necesidad de que acabemos ya con la falsa uniformidad de la normalidad establecida que nos atenaza, todo para que nos convirtamos desde nuestra autenticidad en la raridad única que somos.

 

A Paula, mujer compañera de vida re-conocida. A ella que es memoria y tanto le agrada esta brillante película.

 

Jordi Mat Amorós i Navarro es pedagogo terapeuta por la Universitat de Barcelona, España, además de zahorí, poeta, y redactor permanente del Diario Cine y Literatura.

 

Los actores Laryssa Lauret y Boris Lyoskin en una escena de «Everything is Illuminated»

 

 

 

 

 

Jordi Mat Amorós i Navarro

 

 

Tráiler:

 

 

Imagen destacada: El actor Elijah Wood en un fotograma de Everything is Illuminated (2005), de Liev Schreiber.

Salir de la versión móvil