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[Crítica] «Carlota en Weimar»: El homenaje de Thomas Mann al romanticismo de Goethe

La novela —que reedita Edhasa bajo una cuidada traducción de Francisco Ayala— fue publicada originalmente en 1939 por el escritor alemán también autor de «La montaña mágica», y ha querido verse en su trama y estética literaria la respuesta de su creador ante la grave amenaza que para la cultura germana suponía el totalitarismo hitleriano que imperaba en ese período.

Por Eduardo Suárez Fernández-Miranda

Publicado el 9.3.2022

La prestigiosa editorial Edhasa, con una trayectoria literaria de más de 75 años, cuenta, en su amplio catálogo, con uno de los escritores fundamentales del siglo XX, Thomas Mann (1875-1955).

Dentro de su amplia trayectoria literaria, la editorial barcelonesa —recordemos que fue fundada por el editor catalán Antonio López Llausàs en Argentina— ha publicado prácticamente toda la obra narrativa del gran escritor alemán.

Edhasa Literaria, en una cuidada colección de tapa dura y sobrecubiertas, además de las obras más conocidas de Mann, La montaña mágica, Los Buddenbrook, o Doktor Faustus, ha publicado Carlota en Weimar, ese gran homenaje a la figura capital de las letras alemanas: Johann Wolfgang von Goethe.

La novela fue publicada en 1939 por un Thomas Mann en el exilio, y ha querido verse en esta obra: «la respuesta de Mann ante la grave amenaza que para la cultura alemana suponía el totalitarismo», que imperaba en ese momento.

Para comprender el título debemos retrotraernos a 1772. En ese año, Goethe conoce a Charlotte Buff, una joven de dieciocho años prometida con el consejero Johann Christian Kestner. El enamoramiento de Goethe cristaliza en una de las novelas epistolares más influyentes del romanticismo alemán: Las desventuras del joven Werther.

Charlotte Buff es fuente de inspiración de la novela y alter ego de Lotte, personaje por el que, un joven y desesperado Werther, sucumbe al suicidio.

 

Los límites entre la vida y el arte

Esta es la Charlotte/Carlota que, cuarenta años después, emprende un viaje a Weimar: «impulsada por la inquietud y el deseo irresistible de resolver un viejo enigma no resuelto y que se había desarrollado en términos imprevistos. Era el deseo de recibir el pasado y anudarlo con el presente». En Weimar se produce el encuentro: «con el que fuera su apasionado adorador cuando éste cuenta ya 77 años y se halla en la cima de su fama».

Thomas Mann crea, en Carlota en Weimar, un diálogo entre dos personajes históricos que, por medio de la literatura, vuelven a reencontrarse muchos años después. Una compleja trama metaliteraria en la que Carlota «Lotte» Kestner se verá frente a quien le llegó a unir un fuerte e íntimo vínculo en el pasado.

Es esta gran novela, además, un retrato vívido de uno de los grandes genios de las letras universales, un Goethe ya en su vejez, que Mann nos lo muestra de forma magistral a través de los diálogos y, sobre todo, del monólogo interior, donde reflexiona, algo habitual en las novelas de Thomas Mann, sobre los límites entre la vida y el arte.

La editorial Sudamericana publicó en 1941, Carlota en Weimar en la traducción de Francisco Ayala. El escritor granadino fue capaz de llevar a cabo una extraordinaria labor intelectual durante sus años en el exilio, en Buenos Aires.

La traducción ocupa un lugar importante dentro de su obra, aunque es, como recuerda en sus memorias Recuerdos y olvidos: «agradable y fructuosa tarea cuando se ejecuta por placer, pero ingratísima y abominable si uno ha de vivir de su ejercicio, pues como toda labor a destajo, conduce a la auto explotación más despiadada: el trabajador extiende su esfuerzo hasta el límite de la extenuación».

Edhasa ha rescatado la traducción que hiciera Francisco Ayala. Su catálogo incluye, además, su versión de la novela breve de Thomas Mann: Las cabezas trocadas.

 

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Eduardo Suárez Fernández-Miranda es licenciado en Derecho de la Universidad de Sevilla (España).

 

«Carlota en Weimar», de Thomas Mann (Edhasa, 2022)

 

 

Eduardo Suárez Fernández-Miranda

 

 

Imagen destacada: Estatuas de Goethe y de Schiller, ante el Teatro Nacional de Weimar (Alemania).

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