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[Crítica] «Drácula»: El temor a lo desconocido

Alianza Editorial ha publicado el clásico del autor irlandés Abraham Stoker, en la magnífica traducción de Francisco Torres Oliver, la cual construida a partir de diarios, cartas, y otros elementos narrativos, rompe con la estructura tradicional de la novela, dándole un cariz más propio e interpretativo, a su versión.

Por Eduardo Suárez Fernández-Miranda

Publicado el 30.9.2022

Joan Perucho, que tan interesado estaba en la figura del vampiro —él mismo escribió una gran novela sobre este asunto, Les històries naturals—, recordaba que Collin de Plancy, en su Dictionnaire Infernal, publicado en París, el año 1803, hacía referencia a este personaje de ultratumba:

«Se da el nombre de upiers, upires o vampiros, en Occidente, de brucólacos (vrucolacas) en el Medio Oriente, y de Katakhanès, en Ceilán, a los hombres muertos y sepultados desde hace muchos días, que regresan (en cuerpo y alma), hablando, caminando, infestando todos los pueblos, maltratando a los hombres y a los animales, y, sobre todo, sorbiendo la sangre de los mismos, debilitándoles y causándoles la muerte. (…) Aquellos que mueren por causa de un vampiro se convierten a su vez en vampiros».

Por su parte, John William Polidori escribió, en 1819, el que puede considerarse el primer cuento de vampiros europeo: «The Vampire. A Tale».

Como recuerda Jacobo Siruela, editor de Atalanta, Polidori: «ponía en movimiento, con su perverso Lord Ruthven, el prototipo de lo que será el vampiro para la literatura inglesa: el distante, distinguido y canallesco aristócrata, aparentemente frío, enigmáticamente perverso y terriblemente fascinador para las mujeres».

Sin embargo, fue el escritor irlandés Abraham Stoker (1847-1912) quien ha fijado en nuestras mentes el mito del vampiro, con su novela Drácula.

Estudiante en el Trinity College de Dublín, su ciudad natal, siempre sintió inclinación hacia lo oculto y lo misterioso. Formó parte, como otros escritores de su época —Conan Doyle o Yeats—, de la sociedad secreta The Golden Dawn.

Fascinado por el teatro, se convirtió en secretario personal de Henry Irving, famoso actor de la época. Irving, según parece, fue un personaje egoísta y controlador, lo que ha llevado a pensar que vampirizaba a Stoker, y éste pudo haberle tomado como modelo.

 

Una versión subjetiva del mito

Alianza Editorial ha publicado Drácula, en la magnífica traducción de Francisco Torres Oliver. Construida a partir de diarios, cartas, y otros elementos narrativos, rompe con la estructura clásica de la novela, dándole un cariz más subjetivo.

Decía H.P. Lovecraft que: «la más antigua y potente emoción del ser humano es el miedo, y el más antiguo y fuerte tipo de pánico es el temor a lo desconocido».

Es a ese temor a lo desconocido, del cual hablaba el maestro de Providence, al que se enfrenta Jonathan Harker, el narrador de la novela, y que viene encarnado por Drácula. Un personaje un tanto esquivo dentro de la obra de Bram Stoker.

Como recuerda el escritor barcelonés Enrique Vila-Matas: «Seiscientas páginas y el conde solo sale en unas quince. Al estilo de El corazón de las tinieblas, de Joseph Conrad, se crea un espectáculo alrededor de un personaje que aparece muy poco. Es más interesante y fascinante el ambiente que lo que ocurre. La narración conduce al personaje. En cambio, creó el vampiro moderno. Solo por eso merece nuestro respeto».

Drácula se ha convertido en uno de los personajes más reconocibles de la literatura de terror. Y han sido sus múltiples adaptaciones al cine, las que han hecho que cristalizara en uno de los grandes mitos del siglo XX.

Todos tenemos una imagen del maligno ser nocturno; para unos tendrá las características de Max Schreck, que en 1922 protagonizó ese clásico del séptimo arte que es Nosferatu, el vampiro; para otros, Drácula no podrá ser más que el enigmático Bela Lugosi en la película de 1931, o Christopher Lee, su sucesor, en 1958. Hasta el polifacético Klaus Kinski se metió en la piel de Nosferatu en 1979.

Pero fue Francis Ford Coppola quien, posiblemente, haya rodado la adaptación más fidedigna de la novela de Bram Stoker. Como ha señalado la crítica: «la película tiene un importante contenido erótico y sensual, sacado de la novela en que se ha inspirado, un contenido que a lo largo de los años había desaparecido de las diferentes versiones cinematográficas y televisivas que se han hecho sobre la historia del conde-vampiro».

Alianza Editorial nos acerca, de nuevo, a un personaje fascinante y aterrador —Drácula—que nos hará percibir ese primitivo sentimiento del que hablaba Lovecraft: El miedo.

 

 

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Eduardo Suárez Fernández-Miranda es licenciado en Derecho de la Universidad de Sevilla (España).

 

«Drácula», de Bram Stoker (Alianza Editorial, 2022)

 

 

Eduardo Suárez Fernández-Miranda

 

 

Imagen destacada: Dibujo de Aidan Hickey.

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