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[Crítica] «El oso»: La vida a fuego lento

La serie dirigida por los realizadores estadounidenses Christopher Storer y Joanna Calo, fue una de las más elogiadas por la crítica especializada durante la temporada 2022 del streaming, y se encuentra disponible en la plataforma de Star+.

Por Cristian Uribe Moreno

Publicado el 4.1.2021

La miniserie El oso (The bear, 2022) es una realización norteamericana de ocho capítulos de duración de 30 a 45 minutos por sección. Es una de las gratas sorpresas que deja este año y una de esos productos audiovisuales que dejan un buen sabor de boca al terminarla.

De esta forma, la narración se centra en Carmen «Carmy» Berzatto (Jeremy Allen White), un joven chef, reconocido por revistas especializadas, que vuelve a su natal Chicago, después de haber trabajado en un exclusivo local de Nueva York, para hacerse cargo del negocio familiar, un bufé llamado «Original beef of Chicagoland».

Todo esto tras la muerte de su hermano Michael que se lo ha heredado. Un establecimiento que está en sintonía con el barrio obrero en el cual está emplazado, enfocado a la familia ofreciendo una tradicional comida italiana.

Al llegar, Carmy trata de dar un giro al lugar, buscando traspasar sus novedosas ideas culinarias. Es aquí donde debe lidiar con las distintas personalidades que laboran durante años en el local, así como también, los propios demonios de Carmy que están muy vivos.

El relato se toma su tiempo para presentar uno a uno a los distintos personajes que viven en torno al restorán: el primo Richie (Ebon Moss-Bachrach), Sidney (Ayo Edebiri), Marcus (Lionel Boyce), Tina (Liza Colon Zayas) y Ebraheim (Edwin Lee Gibson). Todos con su propio carácter, frente a los cuales debe ir adaptándose Carmy para sacar adelante el negocio.

 

Conjuntos que rozan el arte

La serie, sin ser una narración coral, va delineando muy bien los distintos personajes presentando sus dramas y sueños. Desde el inicio hasta el fin, vamos viendo como todos los personajes van creciendo y acoplándose en el desordenado trabajo de la cocina.

Y he aquí como la metáfora entre las labores culinarias y el resultado final se configuran. El trabajo en la cocina es rápido, caótico y lleno de confrontaciones. Y, sin embargo, hacia el final todo se conjura para una comida sabrosa. Un manjar que parece traspasar la pantalla.

Gracias a un montaje acelerado, el ritmo de los capítulos es ágil y esto no decae durante toda la temporada. El espectador siente ese vértigo que se da dentro del espacio de la cocina y como esto se mezcla con sus preocupaciones diarias. Igual que un programa de cocina tipo Master Chef, pero con dramas reales.

Así el problema principal de Carmy es su descomunal talento a la hora de preparar platos. Pero, al momento de convivir con los otros, se le dificultan mucho las relaciones humanas. De ahí que tenga tantos conflictos con su entorno más cercano y con los trabajadores de la cocina.

La de chef es una profesión que necesita de un equipo afiatado para lograr buenos productos. No muy distinto de lo que ocurre con la realización de películas o serie, un trabajo en conjunto que en algunos momentos se llega a rozar el arte.

 

Una ventana emocional

Los cambios del restorán adaptándose a la nueva jefatura de Carmy, entran en conflicto con el tradicional producto que ofrece el local. La transformación del restorán va de la mano con el cambio de vida de los personajes. Una evolución donde las personas encuentran su lugar en este micro cosmos y pueden enfrentar las dificultades de su vivir.

En este aspecto, no solo sabores nuevos entran en la vida de los personajes sino que también aprenden a convivir y aceptar sus defectos. Como es el caso de Carmy con sus neurosis y el duro presente después de la muerte de su hermano.

De esta forma, la serie se disfruta de principio a fin. Igual que uno de sus buenos platos, donde todo va cuajando con calma, a fuego lento, la obra va ensamblando sus piezas sin apuro aparente, con el contraste del frenesí de la cocina, para entregar un relato lleno de humanidad. Dejando en claro que el talento por sí solo no vale en una actividad colectiva.

El oso es una realización que termina siendo cálida pues esa cocina es un poco una ventana hacia la vida y las personas involucradas, una familia que pese a sus diferencias, terminan apoyándose para salir adelante y crear ese delicioso arte culinario.

Sin ir más lejos, el responsable y creador de la serie es Christopher Storer, un director y productor que debutó en pantalla junto al comediante Bo Burnham hace casi una década. Por esto, su obra tiene momentos de humor que roza el absurdo unido a momentos emotivos, creando un extraño y fascinante género gastronómico y televisivo.

 

 

 

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Cristián Uribe Moreno (Santiago, 1971) estudió en el Instituto Nacional General José Miguel Carrera, y es licenciado en literatura hispánica y magíster en estudios latinoamericanos de la Universidad de Chile.

También es profesor en educación media de lenguaje y comunicación, titulado en la Universidad Andrés Bello.

Aficionado a la literatura y al cine, y poeta ocasional, publicó en 2017 el libro Versos y yerros.

 

 

 

 

Tráiler:

 

 

 

Cristián Uribe Moreno

 

 

Imagen destacada: El oso (2022).

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