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[Crítica retro] «Tess»: Cuando Sharon Tate le enseñó de literatura a Roman Polanski

Este filme presume de una de las fotografías más bellas en la historia del séptimo arte, y que le hizo meritorio del Oscar en la respectiva categoría (1981). Asimismo, la obra protagonizada por la actriz Nastassja Kinski (en la imagen destacada), fue la primera película en el “exilio” de su autor —un prófugo de la justicia estadounidense desde 1977— y la cual se estrenó en Francia dos años después de esa huida (1979).

Por Gabriel Anich Sfeir 

Publicado el 9.12.2020

Un día del julio de 1969, la actriz estadounidense Sharon Tate se encontró en Londres con su marido, el cineasta franco-polaco Roman Polanski (1933). Ella venía de rodar una película en Roma y él se hallaba en la capital del Reino Unido en los preparativos de un filme basado en una novela de espionaje (que abandonaría como consecuencia de lo que sucedería después).

Tate le mostró a Polanski la novela Tess of the d’Urbervilles (1891), del autor británico Thomas Hardy, una de las plumas más destacadas de la era Victoriana y del naturalismo europeo decimonónico. Le dijo a su marido que él podía hacer una gran adaptación de aquella obra literaria.

Fue la última vez que se vieron Tate y Polanski. El 9 de agosto de 1969, ella fue macabramente asesinada en su casa de Beverly Hills por miembros de la secta “La Familia Manson”. Ella estaba cerca de dar a su luz a su primer hijo con Polanski. Él tenía proyectado regresar a Los Angeles tres días después. Este horrendo crimen engrosó la lista de desagracias y escándalos que han marcado la vida de este importante realizador europeo.

Polanski nació en París en una familia de inmigrantes polacos: su padre era judío y su madre ruso–católica. En 1939 se trasladaron a Cracovia en busca de un lugar más seguro; pero ese año comenzó la Segunda Guerra Mundial con la invasión alemana de Polonia. La madre de Polanski murió en el campo de concentración de Auschwitz y el padre logró sobrevivir a Mauthausen-Gusen.

El pequeño Roman sufrió enormes penurias en los años de guerra, escapando de los nazis al ser acogido en familias católicas. Muchas de estas experiencias serían retratadas por Polanski en su obra El pianista (The Pianist, 2002), que le valió la Palma de Oro en Cannes y el Oscar a Mejor Director.

Terminada la guerra, Polanski adquirió interés por el cine al ver películas de Laurence Olivier y Carol Reed. Se graduó de la Escuela Nacional de Cine en Lodz, donde realizó varios cortometrajes y empezó a incursionar como actor. El primer largometraje de Polanski, El cuchillo en el agua (Nóż w wodzie, 1962), fue el primer filme polaco nominado al Oscar a Mejor Película Extranjera.

Esto le permitió salir hacia Occidente: realizó en Londres Repulsión (Repulsion, 1965) y Callejón sin salida (Cul-de-sac, 1966); a poco andar migró a Hollywood, donde contrajo matrimonio con Sharon Tate, protagonista de su primer film en EE.UU: La danza de los vampiros (The Fearless Vampire Killers, 1967). Cosecharía otro éxito indiscutible con El bebé de Rosemary (Rosemary’s Baby, 1968).

El chocante asesinato de Tate no mermó la capacidad creativa de Polanski.

En 1974 estrenó Chinatown, obra imprescindible del New Hollywood y del neo–noir, a partir de un extraordinario guión original de Robert Towne. Regresó a su natal París, ronde rodó El quimérico inquilino (Le locataire, 1976), un magistral thriller protagonizado por su propio director.

Fue entonces cuando otro escándalo salpicó su carrera: en 1977 fue acusado de haber drogado y abusado sexualmente de Samantha Geimer, una menor de 13 años, durante una sesión privada de fotografías en la residencia de Jack Nicholson (el actor no estaba presente al momento de los hechos) en Mulholland Drive, Los Ángeles.

Polanski aceptó declararse culpable de estupro (de menor penalidad que la violación), en miras a obtener una pena menos desfavorable. Pero temiendo que el juez desestimara esta declaración y lo condenara a 50 años de presidio, huyó hacia Europa, donde se ha mantenido prófugo hasta hoy, impedido de ingresar a territorio estadounidense.

Al tener la nacionalidad francesa, París se ha negado a extraditar al cineasta, y éste ha evitado viajar a países que puedan entregarlo a EE. UU. Los cargos contra Polanski siguen vigentes, e incluso las autoridades de Washington fracasaron en un intento de extraditarlo desde Suiza luego de que fuera detenido en Zúrich en 2009.

 

Un fotograma de «Tess» (1979)

 

Todo es vanidad

La primera película del “exilio” de Polanski fue precisamente una adaptación de la obra recomendada por Sharon Tate: Tess, estrenada en Francia en octubre de 1979.

Dedicada “a Sharon”, se trata de una coproducción franco-británica rodada en Normandía y en Paso de Calais. Firma Polanski el guion junto a sus colaboradores habituales Gerard Brach y John Brownjohn.

La producción corre por cuenta de Claude Berri, quien dirigiría otras importantes películas de época del cine galo como el díptico Jean de Florette y Manon des Sources (ambas de 1986) a partir de la obra de Marcel Pagnol, y Germinal (1993) de Emilio Zolá.

El rol principal está encargado a la alemana Nastassja Kinski, en su primer papel de renombre: hasta entonces era conocida por roles sensuales o en películas eróticas. Polanski la había conocido en 1976 y le recomendó seguir cursos de actuación en la academia de Lee Strasberg en Nueva York, preparación más que suficiente para el potente personaje que encarna en esta obra.

Controversia generó durante el rodaje y estreno de Tess una supuesta relación entre Polanski y Kinski cuando ellos se conocieron (él de 43 y ella de 16), que él ha reconocido, pero que ella ha negado.

Tess parte con escenas de vida rural en la semificticia región de Wessex (Dorset en la realidad), donde Hardy acostumbraba a ambientar sus obras.

Los Durbeyfield son una familia de campesinos pobres que reciben un dato que podría cambiar sus vidas: el párroco local les comenta que podrían estar relacionados con la antigua familia de los d’Urberville, linaje aristocrático de terratenientes del lugar que no ha dejado descendencia.

Deciden enviar a su hija mayor, Tess (Kinski), a investigar si ello es verdad, con tal de mejorar su posición social.

Tess conoce a Alec d’Urberville (Leigh Lawson), su supuesto primo, para descubrir que en realidad se trata del miembro de una familia de industriales que compró el apellido a los d’Urberville para trepar socialmente.

Alec se enamora de Tess, pero cuando ella se resiste, él la viola sexualmente y la expulsa de la mansión familiar, con la desflorada joven embarazada.

Tess entra a trabajar a una lechería cercana, donde otro hombre se enamora de ella: Angel Clare (Peter Firth), un joven granjero protestante de ideas progresistas. Pero él también la traiciona cuando descubre de su pasado y de su relación con los d’Urberville.

“Todo es vanidad”, concluye Tess, para referirse al mundo que la rodea y la rechaza. Al igual que la novela de Hardy, el filme de Polanski es una historia determinista, donde el azar y el destino son actores principales.

La tragedia de Tess es impulsada por una simple casualidad: el encuentro de su alcohólico padre con el párroco aficionado por la genealogía. Horas después, cuando se pone el sol, la inocente Tess participa de un baile rural y cruza sus primeras miradas con Angel, que va de paso por la aldea.

Desde el principio, Tess es acosada e instrumentalizada: su familia la envía donde los “verdaderos” d’Urberville sólo para obtener algo de dinero. Ya sabemos que Alec no tiene siquiera una gota de sangre de esa estirpe y es un sujeto absolutamente amoral: una ácida crítica al puritanismo de la Inglaterra victoriana.

Por otro lado, Angel es un cristiano idealista que lee a Marx, pero rechaza a Tess en vez de ayudarla como lo haría el samaritano. La muchacha es el blanco de dos hombres opuestos, imperfectos ambos, pero al menos uno de ellos intentará pedir perdón.

Yendo hacia los aspectos técnicos del filme, Tess presume de una de las fotografías más bellas en la historia del séptimo arte, que la hizo meritoria del Oscar en la respectiva categoría. La mayor parte de los exteriores fue rodada por Geoffrey Unsworth, quien falleció de un infarto a los tres meses de producción, por lo que su trabajo fue completado por Ghislain Croquet.

La puesta en escena es un gran cuadro impresionista, como cuadros de Monet y Renoir en movimiento, acompañados por la banda sonora original firmada por Philippe Sarde.

Polanski filma en Francia una historia ambientada en Inglaterra, pues el Reino Unido podría extraditarlo si pisa su territorio, pero la recreación es impecable. Especialmente la escena final en Stonehenge, recreación del famoso megalito donde el destino aguarda a los personajes, cual ritual pagano de sacrificio humano.

Tess parece alejarse de la filmografía de Polanski hasta la época: él acostumbraba a realizar películas de terror psicológico, muchas de ellas en espacios claustrofóbicos: es el caso de la “trilogía del apartamento” que componen Repulsion, Rosemary’s Baby y Le locataire.

Pero Polanski ya había realizado adaptaciones de obras antiguas, como MacBeth (1971), y Tess es una historia que transcurre en grandes espacios abiertos, como los pueblos, bosques y campos del Wessex literario.

Es a partir de su experiencia de vida que a Polanski le gusta filmar historias de personajes fugitivos, ya sea huyendo de otras personas o del cruel destino. Y muchos de estos personajes suelen ser mujeres: mujeres hostigadas por los hombres, luchando por romper sus cadenas de sumisión.

Ejemplos en el universo “polanskiano” tenemos a Evelyn Mulwray en Chinatown o a Paulina Escobar en La muerte y la doncella (Death and the Maiden, 1993).

Tess es prisionera de la sociedad en que vive, es el blanco de los poderosos y de sus semejantes. Su inocencia se cae en pedazos durante las tres horas de metraje en que seguimos su trágica historia.

Ello lo demuestra la escena más recordada de este filme: cuando Tess conoce a Alec, éste la seduce colocando en su boca una fresa recién cortada del arbusto, pese a que ella prefiere comerla de su propia mano.

Queda así sellado su camino sin retorno, pues los hombres han manchado por vez primera a Tess, la pulcra joven que danzaba al atardecer.

 

*Reseña autorizada para ser publicada exclusivamente en el Diario Cine y Literatura.

*Tess obtuvo tres premios Oscar: Mejor Fotografía, Mejor Diseño de Producción y Mejor Vestuario. Fue nominada en otras tres categorías, incluyendo Mejor Película (perdió con ‘Ordinary People’ de Robert Redford).

En los César consiguió Mejor Película y Mejor Director, así como el Golden Globe a Mejor Film Extranjero y Nueva Estrella del Año para Nastassja Kinski. Disponible para compra o arriendo en Apple TV.

 

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Gabriel Anich Sfeir (Rancagua, 1995) es licenciado en ciencias jurídicas y sociales por la Universidad de Chile y ayudante en las cátedras de Derecho Internacional Público y Derecho Comunitario en la misma Casa de Estudios. Sus principales aficiones son la literatura policial y el cine de autor.

 

 

 

Tráiler:

 

 

Gabriel Anich Sfeir

 

 

Imagen destacada: Tess (1979).

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