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[Crítica] «Sergio Larraín, la foto perdida»: Un mito del arte chileno

Este es un texto que amplía la imagen sobre uno de nuestros principales artistas visuales, gracias a la virtuosa pluma de la periodista e investigadora Catalina Mena, quien concibe un hermoso bosquejo biográfico de un hombre cuyo legado creativo es fundamental.

Por Cristián Brito Villalobos

Publicado el 11.3.2022

Sergio Larraín Echeñique (1931 – 2012) es tío de la autora de este libro por parte materna. Larraín absorbe el legado del gurú boliviano Óscar Ichazo, fundador de la Escuela de Desarrollo Personal de Arica, que marcó su vida. A pesar de ser de un segmento acomodado, Sergio siempre tuvo una profunda conciencia de clase.

El volumen se narra como un discurso neutral. Escrito con un tono ameno, Catalina Mena Larraín (1966), nos invita a adentrarnos en la historia de este hombre, tan lejano, pero tan presente para su sobrina.

Larraín era silencioso, por ello no extraña que haya dejado la vida tradicional por una más tranquila y conectada con la naturaleza en el Valle del Limarí, en Tulahuén, en la región de Coquimbo, donde a fines de los 60 se interesó en la meditación, el yoga y la ecología para hacer frente a la crisis mundial.

Dentro de su obra previa, retrató a niños vagos que dormían sobre alcantarillados o al borde del Mapocho, además de ser autor de las imágenes más icónicas que existen de Valparaíso. Todo este talento llevó a su trabajo a aparecer en prestigiosas revistas como París Match y Life, y en periódicos como The New York Times.

 

Una profesión de vagabundo para buscar la verdad

En lo familiar, Larraín tuvo muchas desavenencias con su padre. Un dandi ilustrado, canchero, que disfrutaba de lo que el sistema le entregaba. Con Paz Huneeus, Larraín tuvo un hijo (Juan José). En esa época grandes artistas frecuentaban el hogar, como Neruda, Claudio Arrau y Roberto Matta.

En 1972, Sergio Larraín García-Moreno, el abuelo de Catalina y el padre del fotógrafo obtuvo el Premio Nacional de Arquitectura, hecho al cual Queco no le dio importancia. Mena confirma que nunca tuvo mucha cercanía con Sergio Larraín padre, pero sí con su abuela, la Pin.

Trabajó con la agencia europea Magnum, la más importante en Europa, y que, sin saberlo, siempre le depositaba dinero por las ventas de su obra, lo que refleja su desapego de lo material.

En 1949 se va a Estados Unidos donde estudió ingeniería forestal, idea de su padre, pero no le interesó: «Decidí entonces dejar los estudios y tener una profesión de vagabundo para buscar la verdad», confesaría.

Sergio Larraín, la foto perdida (Ediciones UDP, 2021), es un texto que amplía la imagen sobre uno de nuestros principales fotógrafos, gracias a la virtuosa pluma de Catalina Mena, que concibe un hermoso retrato de un hombre cuyo legado es fundamental.

Una lectura necesaria y urgente.

 

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Cristián Brito Villalobos (Antofagasta, Chile, 1977), además de poeta y escritor es periodista titulado en la Universidad Católica del Norte y magíster en literatura de la Pontificia Universidad Católica de Chile.

 

«Sergio Larraín, la foto perdida», de Catalina Mena (Ediciones UDP, 2021)

 

 

Cristián Brito Villalobos

 

 

Imagen destacada: Sergio Larraín.

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