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[Crítica] «Sigo aquí»: Una vida insólita y ejemplar

La escritora norirlandesa Maggie O’Farell publicó esta novela en 2017, y la cual fue traducida al castellano por Concha Cardeñoso y luego lanzada por la editorial española los Libros del Asteroide en 2019. Su argumento gira en torno a la fragilidad de la vida y en sus emotivas páginas la narradora europea nos sumerge en sus propias vivencias al borde de la muerte.

Por Jordi Mat Amorós i Navarro

Publicado el 25.3.2022

«La proximidad de la muerte me parecía casi familiar. Saber que tenía la suerte de estar viva, que con la misma facilidad podría haber muerto, cambió mi mentalidad».
Maggie O’Farell

Las novelas de esta mujer excepcional están escritas con una belleza vibrante, la suya es una descripción que se vivencia con intensidad, no es sólo lo que explica sino el cómo lo explica. Maggie O’Farrell (Irlanda del Norte, 1972) consigue estimular al máximo nuestros sentidos, y es que más allá de visualizar lo que nos relata casi lo «olemos».

Y si arrebata la descripción, también cala hondo en el lector sensible el fondo humano que destilan sus ficciones. Un fondo que evidencia un gran conocimiento de los procesos vitales, un conocimiento real que suele adquirirse por lo vivenciado y aprendido en propia piel.

En Sigo aquí entendemos la profundidad de sus relatos puesto que O’Farrell nos sumerge —con la maestría que le caracteriza— en sus numerosos «roces» con la muerte tal y como ella los denomina. Son ¡diecisiete! duras experiencias personales, diecisiete momentos singulares de una vida marcada desde la infancia por la proximidad al fin ahora y aquí.

Una superviviente nata, una mujer con intuición y buena estrella a pesar de haberse visto en situaciones límite. Estuvo a punto de ser asesinada, a punto de ser atropellada, a punto de ahogarse en el mar, a punto de morir al dar a luz…

Situaciones en su mayoría inevitables pero en ocasiones evitables tal y como la misma autora confiesa, quien se reconoce de naturaleza intrépida, y es que ya de pequeña apuntaba maneras alejándose a menudo de la vista de sus padres.

 

Impulso, fuerza y conciencia

Se escapaba porque: «quería saber, quería ver lo que había al doblar la esquina siguiente, después de la curva. Y todavía quiero. Tengo este impulso de libertad, de liberación. Es una necesidad tan imperiosa, tan total, que anula todo lo demás».

Un impulso natural que se vio reforzado tras superar (en gran parte) con tan solo ocho años la grave enfermedad neurológica que a punto estuvo de acabar con su vida. Fue su primer roce con la muerte y el más impactante:

Cuando eres pequeña, nadie te dice que vas a morir. Tienes que averiguarlo por ti misma. Enterarte de pequeña de que te estás muriendo seguramente sea el peor momento que se pueda tener en la vida.

Lo averiguó haciendo gala de la gran capacidad perceptiva que caracterizan su ser y su escribir, así se rememora:

Ahora me dedico a escuchar, a observar. Miro la cara que ponen (padres y médicos). Aprendo a detectar los matices (de su rostro) Busco el sentido de los silencios entre palabras, entre preguntas, de las vacilaciones del médico antes de dar una respuesta…

No murió y no vive encamada —ese era el implacable diagnóstico de los médicos— por su fuerza de voluntad y por la ayuda externa, especialmente la entrega de la gente del centro de recuperación al que asistió: los fisioterapeutas que le daban la mano con un «no te dejaré caer» y los pacientes que allí acudían quienes la animaban con sus «puedes hacerlo».

Está viva y puede caminar pero sigue teniendo dificultades con las escaleras y con las distancias espaciales. Tiene serias dificultades sensoriales y motrices pero en general se siente con fuerza y afortunada:

El haber estado tan cerca de la muerte de pequeña y volver de nuevo a la vida me proporcionó durante mucho tiempo una osadía, una actitud desdeñosa e incluso demencial frente al riesgo.

No es que no concediera valor a la existencia, sino que tenía un deseo insaciable de abrazar todo lo que la vida pudiera ofrecerme.

Seguir viva me parecía un regalo, un premio, una bendición: podía hacer con mi vida lo que quisiera.

Esa fuerza interior a veces la llevaba a olvidarse de sus limitaciones arriesgando más de lo debido. Sea por eso o no, la muerte la siguió y la ha seguido visitando de forma recurrente hasta el punto de afirmar que: «mi muerte era como una persona que siempre estuviera a mi lado, me parecía casi familiar».

Un familiar del que casi todos no queremos saber nada y que sin embargo tiene mucho que decirnos sobre las potencialidades propias y el valor de vivir. En palabras de la especialista O’Farell:

Pululamos todos por ahí como atontados, viviendo un tiempo prestado, hurtando los días, librándonos del destino, resbalando por los resquicios sin saber cuándo va a caernos el hacha encima.

Las cosas de la vida que no están planeadas por lo general son más importantes y, a la larga, más formativas. Es preciso esperar lo inesperado, aceptarlo. Y descubrir que lo mejor no es siempre lo más fácil.

En todo caso, su perspectiva cambió al ser madre:

Cuando engendramos una vida nos abrimos al peligro, al miedo. Al coger a mi hijo en brazos me daba cuenta de lo vulnerable que era yo a la muerte: fue la primera vez que eso me asustó.

Una concienciación entiendo que necesaria y que no obstante no evita ni evitó en sus caso nuevas experiencias con el familiar del tránsito… Y ante su insólita vida, ella cual funambulista aprendió a seguir en valeroso equilibrio.

¡Qué ejemplo el suyo! Ejemplo como niña, ejemplo como joven, ejemplo como mujer y ejemplo como madre. Ejemplo especialmente por su actitud ante las dificultades de la vida y por la sinceridad de su desnudez anímica.

Por todo ello, mi recomendación es a que lean Sigo aquí. Recomendación que extiendo al sensible retrato cinematográfico de unos adolescentes traumatizados por el terrible tiroteo ocurrido en su centro escolar que abordaré en mi próximo artículo.

 

***

Jordi Mat Amorós i Navarro es pedagogo terapeuta por la Universitat de Barcelona, España, además de zahorí, poeta, y redactor permanente del Diario Cine y Literatura.

 

«Sigo aquí», de Maggie O’Farrell (Libros del Asteroide, 2019)

 

 

Jordi Mat Amorós i Navarro

 

 

Imagen destacada: Maggie O’Farrell.

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