Muchas personas que estuvieron en detenciones largas fueron amenazadas para que no denunciaran o fueron obligadas a salir del país. ¿Será el caso de esta mujer que ahora reside en Argentina? Tal vez ella nunca se atrevió a aparecer por miedo: yo mismo fui amenazado, muchos lo fueron.
Por Jaime Hales Dib
Publicado el 2.10.2025
La noticia recorre las redes, los noticiarios de televisión y de radio, provoca titulares de los diarios: apareció una persona que estaba desaparecida después de haber sido detenida. Estaba en Argentina. El Gobierno declara, de inmediato, que esa información ya la tenían, gracias al Plan Nacional de Búsqueda.
Ese programa de trabajo es definido como: «una política pública permanente del Estado de Chile que tiene por objetivo esclarecer las circunstancias de desaparición y/o muerte de las personas víctimas de desaparición forzada». En la página web correspondiente se informa que parte del esfuerzo es saber qué sucedió y hallar a las personas o sus restos.
Con todo, el Gobierno, en lugar de haber ocultado esta información y esperar que investigadores de un medio de comunicación lo dieran a conocer para confirmarlo, debió haber celebrado este éxito: el plan de búsqueda permite hallar a una persona que había sido detenida por los organismos represivos de la dictadura y de la cual nunca más se supo. Dan ganas de deslizarse por esa «arista», pero no caeré en la tentación.
Durante la dictadura las personas que fuimos víctimas de detenciones por parte de la DINA u otros organismos (Comando Conjunto, CNI, aparatos de las distintas ramas de las FF.AA.), éramos capturadas de tal modo que en lo posible no quedaran rastros de esa medida.
Y si había algún testigo del hecho, al presentarse los recursos de amparo el Ministerio del Interior negaba la detención o se informaba a la Corte que los detenidos habían quedado en libertad.
Hubo casos increíbles, como cuando luego de haberse negado más de una vez la detención de trece dirigentes del Partido Comunista, el gobierno debió reconocer la circunstancia y agregar que una vez puestas en libertad esas personas habían viajado a Argentina a pie por el paso Los Libertadores; entre ellas una mujer con más de 8 meses de embarazo.
¿Se sabrá la verdad completa algún día?
Cuando yo quedé en libertad (en mi novela Baila, hermosa soledad, disponible en Amazon, relato mi detención) me pidieron que declarara que en mi estadía en Villa Grimaldi había constatado la presencia de mi amigo Nibaldo Mena, militante comunista, cuya detención estaba siendo negada por el ministro del Interior. No pudo desaparecer.
Hubo otro detenido que estuvo en la sede de la Academia de Guerra de la Fach, cuya prisión era negada por el gobierno. Pero su esposa, actual periodista de TVN, logró saber de su lugar de detención gracias a uno de los propios agentes con quien habló varias veces.
Finalmente él le dijo que su marido iba a quedar en libertad, pero que ellos temían que la DINA lo volviera a detener para hacerlo desaparecer, por lo que lo trasladarían a una embajada. Y así fue, logrando salir del país.
Muchas personas que estuvieron en detenciones largas fueron amenazadas para que no denunciaran o fueron obligadas a salir del país. ¿Será el caso de esta mujer que ahora reside en Argentina? Tal vez ella nunca se atrevió a aparecer por miedo. Yo mismo fui amenazado. Muchos lo fueron. «No digas nada, porque tu familia puede padecer cosas aún peores».
Hubo otras personas —hombres y mujeres— que, luego de la tortura, pasaron a formar parte de los propios organismos represivos y detuvieron e interrogaron a muchos de sus antiguos compañeros. Otros cambiaron de identidad y por mucho tiempo no se supo de ellos.
Mientras no se sabe de los que fueron detenidos, están desaparecidos. Los hechores de esos delitos contra los derechos humanos saben la verdad y podrían darla a conocer. Pero la mayoría ha preferido negar o callar.
Por eso la búsqueda, ya que hay muchos casos que pueden tener a esas víctimas ocultas por tantos años, temiendo que a sus parientes o a ellas mismas les puedan acaecer nuevas desgracias.
¿Se sabrá la verdad completa algún día?
En una novela mía que aún no encuentra editor —Vidas robadas— relato casos de este tipo: una persona detenida que desaparece, aun cuando estaba simplemente incorporado al organismo que lo detuvo.
Probablemente, tal como la familia de mi personaje, tendemos a dar por asesinados a esos detenidos desaparecidos forzosamente, en circunstancias de que es posible que algunos de ellos, ya muy ancianos, puedan estar vivos.
¿Hasta cuándo callarán los ejecutores?
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Jaime Hales Dib (1948) es un abogado formado en la Universidad de Chile, poeta, narrador y profesor.
En 1995 fundó la Academia de Estudios Holísticos SYNCRONIA, luego fue agregado cultural en México durante el gobierno del Presidente Ricardo Lagos Escobar. También formó parte del directorio y fue secretario general de la Sociedad de Escritores de Chile (Sech).
Además, integró el Consejo Nacional del Libro y la Lectura de Chile, participó en la comisión redactora de la Ley del Libro, fundó la Editorial Casa Doce, ha publicado varios textos de su autoría y ha dado recitales poéticos en diversas ciudades tanto de Chile como del extranjero (Francia, España, Estados Unidos, Colombia, Ecuador, Panamá, Uruguay, Argentina y México).
En la actualidad es columnista y redactor estable del Diario Cine y Literatura.
Jaime Hales Dib
Imagen destacada: Manifestación en el Santiago de la década de 1970.