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[Cuento] ¿Y si se enamora de un catalán?

Caminaba por la Avenida de la Baja Navarra con mi amigo Eduard, un catalán que conocí en la Facultad de Teología de la Universidad de Navarra, en dirección al Corte Inglés de Pamplona, pues él quería comprar un regalo de cumpleaños para su novia.

Por Juan Ignacio Izquierdo Hübner

Publicado el 29.9.2021

Mi hermana pequeña, allá lejos, en el fin del mundo, cumple en estos días 14 años. Dentro de poco, si Dios quiere, entrará en la Universidad, y cuánto me gustaría que viniera a estudiar a Pamplona.

Pero anoche desperté sobresaltado, encendí la lámpara, “¿y si se enamora de un catalán?”, pensé. Me han contado tantas bromas sobre eso de que los catalanes son ‘ahorrativos’, que de pronto se me habían cruzado los cables.

Apagué la luz, consciente de que mi sobresalto obedecía a una tontería, pero el sueño continuó su curso:

Caminaba por Av. de la Baja Navarra con mi amigo Eduard, un catalán que conocí en la Facultad, en dirección al Corte Inglés. Él quería comprar un regalo de cumpleaños para su novia.

Al entrar, nos encontramos con una mujer de pelo azabache rizado, con aspecto ideal para anuncio de Head & Shoulders, que atendía un puesto de perfumería.

— Buenos días, señorita, ¿dónde puedo encontrar chocolates? —preguntó Edu.

— Siga recto y verá el supermercado.

— Pero yo busco algo especial, ¿sabes?, una caja grande… Es para mi novia —explicó al final sacando pecho.

— ¡Ah! —ella se alegró—, entonces baje por aquí y diríjase a la planta baja, pues ahí está la sección gourmet.

Le hicimos caso y encontramos chocolates artesanales y elegantes, con empaques coloridos dignos del comedor del rey. Edu caminaba un poco abstraído, pensando quizá en su amada a la que vería poco después, así que le ayudé.

— ¿Qué te parece ésta, Edu? —le pregunté con la mejor caja de bombones entre mis manos—. Casi tiene el tamaño de una caja de pizza, pero adentro viene lo mejor de lo mejor.

— Es perfecta. Mi novia se merece lo mejor, hombre. ¿Y cuánto cuesta?

— A ver… 40 euros.

Edu parpadeó más rápido de lo habitual y palideció un poco.

— Vamos a ver —aclaró— esto es un cumpleaños, no una petición de matrimonio. Veamos otra opción.

— ¿Ésta? —dije señalando otra caja más pequeña, pero que ponía “Swiss Luxury”—, solo vale 14,15 euros.

— Vamos mejor a mirar al supermercado de arriba, aquí veo poca variedad.

Al subir, nos cruzamos otra vez con la mujer de la perfumería, que nos sonrió, advirtiendo quizá lo que sucedía. Seguimos nuestro camino hasta que dimos con el pasillo de los chocolates. Estuvimos ahí mirando, yo las cajas y Edu los precios, hasta que al final, él concluyó que habíamos entrado en el lugar equivocado.

No entendí por qué lo decía, pero no alcancé a replicar, pues él se entusiasmó por fin, señalando algo al final del pasillo. Miré también, esperanzado, y descubrí que se refería a un puesto ¡con muestras gratis de galletas Oreo!

Nos aproximamos rápido, temerosos de que se acabaran, y saludamos al chaval que estaba al otro lado del puestecillo. Él nos miró con cierta sospecha y respondió a nuestro saludo con una expresión defensiva:

— Solo una por persona, ¿eh?

Salimos del Corte Inglés, yo abrí el envoltorio para disfrutar mi galleta y él guardó la suya en el bolsillo de su chaqueta. De pronto, una chica rubia nos saludó, ¡era una versión de mi hermana con 18 años! Edu aceleró el paso y la abrazó.

— Te conseguí un regalo, ¡felicitaciones! —le dijo con sonrisa sincerísima mientras le entregaba la galleta.

— ¡Eres lo mejor! —agradeció ella, cegada por el amor.

— ¿No la vas a abrir?

— ¿Ahora?

— Sí, ¡para que la compartamos!

A fin de cuentas, pensé en cuanto desperté, quizá es más prudente que mi hermanita estudie en alguna universidad chilena.

 

***

Juan Ignacio Izquierdo Hübner es abogado de la Pontificia Universidad Católica de Chile, licenciado en teología de la Pontificia Universidad de la Santa Cruz (Roma) y alumno del máster en teología de la Universidad de Navarra (España).

 

Juan Ignacio Izquierdo Hübner

 

 

Crédito de la imagen destacada: Miguel Osés.

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