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«Culposos»: Una obra que delata el abuso sexual a menores

Un título fuerte y directo que propone la denuncia a partir del choque, presentada con una estética que exacerba la importancia de lo sensorial y que nos muestra varias caras, o distintos cuadros de una realidad que es tan urgente como antigua en nuestra historia nacional.

Por Faiz Mashini Parada

Publicado el 11.12.2018

La naturaleza perversa del ser humano se materializa en la posibilidad de hacerse de una víctima. Cómo en Los cantos de Maldoror del poeta maldito Isidore Ducasse, también conocido como el Conde de Lautrémont, la perversidad no tiene una razón de ser. Existe en el sadismo de los individuos y se alimenta del mal al realizar el acto maldito. Esta es una obra que delata el abuso sexual a menores.

Esta pieza de dramaturgia añora la justicia, y la denuncia. Es ahí cuando surge lo interesante, puesto que se entremezcla el tratamiento estético con la manera de abordar los contenidos.

En cuanto a lo estético es teatro no convencional y, por tal, se adapta a espacios distintos. Por un lado, sacar al espectador de la sala, y así, de su propia convención, dejar de enfrentarse desde la butaca con el rectangular y clásico escenario donde se enmarcan los actores y acciones que se debaten en la trama. ¿Qué sentido tiene esto? Recorrer el espacio. El espectador es un transeúnte de la obra. Entonces, los diferentes cuadros se sitúan en diferentes salas de estas casas o espacios no-convencionales. Nos encontramos no ya como señores que se sientan en la silla por la que pagaron sino como visitas en un museo, recorriendo cuadros y esculturas, y de esta manera, se presentan los espectadores, como especímenes de museo, con carteles que nos los introducen, con audífonos para comprenderlos mejor, y frente a ellos, estamos sujetos a diferentes escenas; nosotros, absortos ante ellos; invisibles para ellos.

Se nos plantea la sicología del abusado y del abusador, y así, ambas miserias, y surge un lenguaje simbólico a partir de elementos y objetos significantes y también recuerdos. De esta manera, lo sicológico es lo interno y lo real lo externo. El contraste se presenta con cuerpos estáticos y cuerpos en movimientos explosivos. La danza de figuras que se contorsionan y retuercen y otras que son una pose inamovible. Por otro lado, nos encontramos con lo mítico, lo ancestral, lo tradicional, chocando con la crónica diaria y real. En ambos casos un fatalismo trágico.

La importancia de lo sensorial en esta obra se manifiesta por lo sonoro y lo visual, que cumplen un rol imprescindible. Estos recursos nos llevan a un efecto en el cual es imposible no pensar en David Lynch como referente directo. Lo sensorial conduce el contenido como el agua conduce la electricidad. Una jueza (Valentina Fuenzalida) en zancos nos propone una perspectiva similar a la que se encuentra Joseph K, el personaje de El proceso de Franz Kafka, llevado al cine por Orson Welles en que en un altísimo escritorio un hombre mira hacia abajo, con una perspectiva distorsionada, exacerbando vertiginosamente las líneas diagonales que componen el cuadro, clara influencia que el cine negro adquiere del expresionismo alemán.

El sonido y la imagen como promovedores de un subconsciente perturbador que no proviene del imaginario de un autor, sino de casos. Casos que son tan reales como cotidianos pero que exponen a modo de denuncia que se visualiza en las noticias como algo lejano, algo que solo se observa a través de los medios, hasta que nos toca a nosotros.

La acción transcurre y se puede relacionar con la imagen que se nos presenta como un morboso y fetichista que es invisible. Esto es una entrada a esta intimidad, a este subconsciente, pero a su vez, dado por caracteres que son irreales, pero justamente porque es una realidad traumatizada y por ende, desfigurada.

El actor está imbuido por un sentimiento de introspección personal, aletargado por su propia emoción, inmerso en su drama y cegado frente a nosotros que entramos en este mundo.

 

Una escena del montaje teatral «Culposos» en la sala Casa Parcas de Providencia

 

 

Ficha técnica

Dirección: Valentina Venegas Lippi.

Compañía La Ropa Sucia: Tomas Abalo, Gabriel Aravena, Margarita Rojas, Antonia Ortiz, Valentina Fuenzalida y Carlos Godoy.

Colectivo Vinario: Valentina Nazer, Anuk Droguett, Pg Carvallo y Paulina Salazar.

Guías: Eberth Castillo, Constanza Orell y Paz Franco.

Sala: Casa Parcas

Dirección: Avenida Santa María Nº 710, metro Salvador, Providencia.
Funciones: 15 y 16 de diciembre (sábado y domingo), a las 20:00 y 21:00 horas.
Cupos limitados por recorrido (20).

Valores de las entradas: Preventa $3 mil, estudiante y tercera edad $3 mil, general $ 5 mil.

Casa Parcas (casaparcas.artesintegradas@gmail.com).

 

 

Crédito de las fotografías utilizadas: Paulina Salazar.

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