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«Dredd»: Una metáfora de las sociedades de control

El argumento que inspira al largometraje del realizador inglés Pete Travis es una perfecta imagen cinematográfica de las sociedades de control, las cuales tuvieron su mayor realización en la década de 1980, durante el gobierno tory de Margaret Thatcher como primer ministro del Reino Unido y unos Estados Unidos de Norteamérica, a cargo del republicano Ronald Reagan: debemos entender que Judge Dredd (el personaje protagonista de la saga) no es un héroe, y que más bien corresponde a la materialización de un sistema y de una ideología. A continuación, el completo y multidisciplinario análisis estético que ofrece al respecto el escritor chileno-peruano a los lectores del Diario «Cine y Literatura».

Por Daniel Rojas Pachas

Publicado el 6.3.2019

Dredd dirigida por Pete Travis es una cinta del 2012 y el segundo intento cinematográfico por adaptar a Judge Dredd y su universo. El cómic fue creado en los setenta por John Wagner y Carlos Ezquerra dentro de la línea británica 2000 AD. Una revista de ciencia ficción en formato dosier que impulsó las carreras de Alan Moore, Grant Morrison, Neil Gaiman, Brian Bolland y Simon Bisley.

Judge Dredd tuvo un primer filme a mediados de los ’90, a cargo de Danny Cannon, la cinta es un blockbuster que traiciona la esencia del personaje y la atmósfera de Mega City. El guión y los elementos cliché dentro del género, como el soporte cómico a cargo de Rob Schneider, los predecibles giros de la trama y una sarta de incoherentes escenas de acción, parecen construidos para dar al protagonista la chance de esgrimir sus one liners, y la convierten tan sólo en una cinta de acción más en la filmografía de Sylvester Stallone.

A los diez minutos de avanzado el filme, el juez se retira el casco, abandonando el elemento simbólico del material original. El cómic plantea a Dredd como la encarnación de una fuerza armada, que roza el fascismo. Mega City es una sociedad distópica que se erige sobre las ruinas del viejo mundo. Colosales construcciones determinan una nueva forma de organización ciudadana. Los jueces no sólo son policías encargados del orden público, son también la autoridad que dicta sentencia y la ejecuta. En el acto, los sujetos judiciales son sometidos a la pena máxima, ejecución o en su defecto enviados al exilio en los iso-cube, diminutas prisiones similares a un cuarto con una única entrada. Los iso-cube mantienen una ventana de vidrio para evitar el suicidio y darle a entender al prisionero, que hay una constante mirada sobre sus actos. El castigo sigue los preceptos de Jeremy Bentham, al idear el panóptico como cárcel modelo.

Dentro de esta realidad, Dredd es la perfecta máquina justiciera. Como protagonista, enfrenta en su cruzada a viciosos violadores, asesinos y desviados pandilleros, sin embargo, somete a los lectores a tensar la idea de Estado de Derecho y libertad vigilada. Dredd es una perfecta metáfora de las sociedades de control, las cuales tuvieron su mayor realización en los ochenta, durante el gobierno de Margaret Thatcher como Primer Ministro del Reino Unido y una Norteamérica a cargo de Ronald Reagan. Debemos entender que Judge Dredd no es un héroe per se, es la materialización de un sistema y una ideología.

El cómic como muchas de las otras series de 2000 AD, Rogue Trooper, Strontium Dog, Dan Dare o Flesh son parodias con un alto contenido social y humor negro, por eso no es de extrañar que Dredd sea un personaje conflictivo y paradójico, capaz de pisotear a defensores de la democracia que son pintados como hippies molestos, de cualquier modo, su proceder es requerido para sostener el orden en una sociedad postpunk.

 

Olivia Thirlby (en el rol de la jueza Anderson) en «Dredd» (2012)

 

La cinta del 2012, trata con sus limitaciones presupuestarias, ser fiel al material del cual surge y la interpretación de Dredd recae sobre el actor neozelandés, Karl Urban, ligado a numerosas franquicias de fantasía y ciencia ficción como Lord of the Rings, Riddick, Thor: Ragnarok, el reboot de Star Trek, y la cancelada serie Almost Human, que tomaba como premisa una gran cantidad de elementos de la literatura de Philip K. Dick.

Urban interpreta al juez Dredd con un temperamento impasible y silencioso. Durante toda la cinta es una presencia carente de humor, apócrifo, pues jamás se retira su característico casco y no titubea en lo absoluto, al tomar decisiones e infligir violencia sobre los criminales. Altamente entrenado, intuitivo y severo al emitir sus juicios como fuerza armada, su actitud hace juego con la inherente brutalidad del contexto en que se desenvuelve. La primera escena del filme, nos sitúa en una persecución motorizada que finaliza con un tiroteo en una especie de minimarket.

Ante la captura de un rehén, Dredd, sin vacilar, dispara una bengala al criminal que sujeta a una joven y le chamusca la cabeza. El gore de la escena devela como el personaje pondera por encima de los métodos ortodoxos, el imponer la ley a rajatabla. La escena cierra con una máquina limpiadora arrastrando cuerpos y empujando charcos de sangre de víctimas casuales del tiroteo, mientras se anuncia que en quince minutos, las tiendas reabrirán sus servicios, lo cual da cuenta de lo cotidiano del hecho y la banalización de la violencia.

La premisa de esta adaptación, se aleja de la temática de la cinta del ’95, la cual priorizaba la idea de corrupción interna dentro de la fuerza policial, la clonación y la reivindicación del juez suplantado que debe limpiar su nombre. El Dredd del siglo XXI se nos devela con una premisa sencilla, la cual trabaja con varias capas de subgéneros que se cruzan. Dos jueces son enviados al complejo habitacional Peach Trees, tras verificarse el asesinato de tres sujetos que son arrojados desde el piso 200 del mega bloque. El encuadre del guión nos transporta a una porción de la ciudad y desde ese submundo e intrahistoria se nos transmite la asfixia y el caos del futuro.

Peach Trees es uno de miles de bloques que se distribuyen a lo largo de todo Mega City. Hablamos de verdaderas islas en que miles de familias desarrollan hacinadas toda su existencia. El lugar cuenta con cines, postas médicas, zonas de entretención, un pequeño parque interior y espacios de compra y abastecimiento. Estamos ante un tipo de barrio miseria de África o Sudamérica. La ciudad crece a través de rascacielos, pues alberga a más de 400 millones de habitantes y solo puede germinar, de manera descomunal, en estos modelos habitacionales.

En una escena de la cinta, el director nos entrega una mirada panorámica de la ciudad: cielos grises y lo único que se ve en horizonte son estos edificios y su nombre escrito con luces de neón. Esto se condice con una estadística que Dredd indica a su novata compañera -al día se cometen diecisiete mil crímenes y por tanto debemos elegir que llamada atender-.

 

Una escena de plano abierto de la ciudad de Mega City en el filme «Dredd»

 

La juez Anderson, de actitud positiva, remarca que su trabajo en la fuerza policial está sustentado en la posibilidad de generar un cambio, aunque sea mínimo. La acción que atestiguamos es una de miles de historias de violencia que se están desarrollando minuto a minuto. Esto se relaciona con otro nudo, que permite al espectador entender la lógica tras este nuevo mundo, un juez corrupto al enfrentar a Dredd define Mega City como una moledora de carne, en la cual son vertidos los ciudadanos, de manera que la ley y el orden, así como los uniformes y las placas de juez son meras ficciones y un concepto para mitigar la culpa ante lo inevitable.

En su estructura, la cinta convoca tres niveles de acción y subgéneros bien equilibrados: primero el género buddy cop que hemos visto en filmes como Lethal Weapon, Men in black o 48 hours. En este caso, bajo la premisa de un día de entrenamiento. Dredd es el juez experimentado que debe tener bajo su evaluación a la juez Anderson, una novata que tiene además la particularidad de ser una mutante con habilidades psíquicas. A temprana edad Anderson fue afectada por la radiación (otro elemento que resalta las caóticas condiciones de vida en este futuro distópico).

La contaminación de su hogar infantil la dejó huérfana, sin embargo, le permitió desarrollar la capacidad de leer mentes. Este elemento generará en la historia dos contrapuntos interesantes, primero Anderson representa una sensibilidad distinta a la de su compañero, pues está capacitada para ver más allá del código de justicia y comprender los detalles que motivan a alguien abrazar el crimen o ser arrastrado como cómplice de la violencia de Mega City. Esto rompe la lógica blanco y negro de la fuerza policial, algo similar a lo que ocurre en Minority Report, en que se anticipan los crímenes y la disposición de un ciudadano a delinquir. Frente a la remota posibilidad del libre albedrío, se alza la posibilidad de quebrar el sino trágico de la delincuencia. Anderson pone en entredicho los códigos que mueven el actuar de los jueces.

Las visiones de Anderson son el elemento que permite esgrimir un criterio disidente ante lo positivado, pues se nos presenta un testimonio tras las historias de dolor que sufren los residentes de Peach Trees. Tras los muros de cemento hay algo más que simples víctimas y victimarios, existen matices a considerar. Algunas familias sólo buscan defenderse o en algunos casos, sujetos torturados son obligados a servir al crimen. Otro elemento crucial, respecto a la juez Anderson y su relación con la fuerza policial, es el burdel del Estado, pensemos esto a partir de las ideas de Restif de la Bretonne [1], en que los huérfanos quedan destinados a engrosar las filas armadas de una nación. Anderson es la prueba viva de cómo actúa el sistema, al alimentar sus fuerzas de coerción y control, al estratificar el cuerpo social.

 

El actor Karl Urban (Judge Dredd) en la cinta «Dredd»

 

El otro género que se pone en juego es el western. En una situación similar a la del Álamo, los dos protagonistas se ven sitiados en el bloque, con escasas municiones, rodeados por criminales y sin la posibilidad de pedir refuerzos. Cada piso del edificio los pone frente a una nueva amenaza e incluso los civiles, coaccionados por la pandilla que controla el edificio, están en su contra, pues todo el que preste ayuda a los jueces será ajusticiado y al contrario, quien traiga la cabeza de las autoridades obtendrá una recompensa.

Peach Trees funciona como un protagonista más de la historia. El edificio es un organismo complejo con ojos, oídos y sistemas de seguridad inteligentes, que son activados desde una red nerviosa central de computadoras. Cámaras y micrófonos se sincronizan al desplegar un protocolo de seguridad denominado Def-Con, el cual tiene como objeto salvaguardar a los habitantes del recinto, de algún bombardeo o ataque externo. Una de las medidas es blindar el edificio dejándolo aislado del exterior y unificar todos los sistemas de puertas y vigilancia a una única torre de mando, de modo que al interior de la pequeña ciudadela, hay otra ley imperando: un sistema jerárquico que condiciona la vida de los ciudadanos como partes del organismo. El sitio es una especie de colmena y los microtraficantes son los zánganos al servicio de su reina. Dredd nos plantea una heterotopía alterna a la ley de los jueces. Un extramuro y margen de disidencia impuesto por Madeline Madrigal, mejor conocida como Ma Ma.

Madrigal encabeza una pandilla que lleva su nombre. El grupo criminal tomó el reinado del edificio tras acabar con las antiguas agrupaciones reinantes: The Peyote Kings, The Red Dragons, y The Judged. Su poder se sustenta en la producción y distribución de una nueva droga llamada Slo-mo.

El Slo-mo es una droga ficticia (otro elemento crucial a la hora de edificar futuros distópicos), que altera el ritmo cardiaco y las funciones cerebrales ralentizando la percepción del sujeto, lo que en términos estéticos entrega al director la posibilidad de generar una contraposición entre la violencia de los tiroteos o incluso los despellejamientos, propios de un cártel de narcotraficantes, con imágenes surrealistas y lisérgicas.

En una escena en que los jueces irrumpen en un departamento, que sirve como punto de distribución, asistimos a una balacera que es narrada en dos planos, el de la acción desgarbada y sucia cargada de gore, frente a la percepción de los consumidores de slo-mo, que en pantalla aparece representada por otra paleta de colores, fotografía, ritmo y cámaras lentas. El resultado es un diseño de ensueño. Este recurso dotará a la cinta de una innovadora perspectiva en primera persona, que le servirá para explotar la tecnología 3D y diferenciar su acción de otras cintas del género.

En cuanto a Ma Ma, ella es interpretada por Lena Headey, actriz que alcanzó un reconocimiento unánime del público y la crítica, por su interpretación de Cersei Lannister en la adaptación a serie televisiva, de la exitosa saga Game Of Thrones de George R. Martin, además de una vinculación previa al sci-fi y la fantasía, debido a su rol como Sarah Connor, en la serie spin off de Terminator, The Sarah Connor Chronicles y la adaptación fílmica del cómic 300 de Frank Miller.

 

Lena Headey (Ma-Ma) en «Dredd»

 

Ma Ma es una despiadada criminal, que tras ser desfigurada por el proxeneta que la manejaba, emprende una carrera de venganza matando a todos los que estén por encima de ella, haciéndose con el control total de Peach Trees.

Desde el último piso, Ma Ma subvierte las reglas de Mega City y convierte a Peach Trees en su propio panóptico. Ella es la voluntad que guía cada situación del edificio al tener de su lado, no sólo fuerzas armadas como principal argumento para imponer su ley, sino también el Slo-mo, que funciona como un opio para los ciudadanos. Este elemento conecta la idea de una sociedad disciplinaria de espacios de encierro y normalización, estructurados en la trama a través del edificio que sirve de marco para la historia, con mecanismos de control de la subjetividad, que forman parte de un régimen más complejo, el farmacopornográfico que Paul Preciado desarrolla en su Testo Yonqui, al hacer una relectura de Foucault. Se trata de formas líquidas que se entroncan a un nivel más íntimo, hormonal o cutáneo, pues ya no es el sujeto el que habita el espacio de control, sino que el dispositivo habita dentro de nosotros. Estos elementos podemos anexarlos con la última capa que provee Dredd en su guion, los elementos sci-fi que dotan a la cinta de un imaginario que la emparenta con otros filmes de los últimos años como Distrito 9, Children of Men o Snowpiercer.

Un recurso interesante de nombrar en este universo distópico y sci-fi es el personaje que controla la torre de mandos del bloque, un joven que vemos en un flashback ser torturado por Ma Ma y al cual le arrancan los ojos. Este personaje sirve como una especie de materialización del sistema nervioso central del edificio. En numerosas escenas vemos como sus retinas, una especie de injertos mecánicos que se conectan con el sistema de comunicaciones de todo el bloque y este se hace uno con las órdenes de Ma Ma, relativas a la seguridad de los pisos. No es menor el hecho de que este personaje tenga a su alrededor pequeñas figuras de alambre de forma rizomática, las cuales parecen dendritas y nervios que se ramifican. Este personaje tendrá además un rol preponderante en las decisiones de Anderson, en torno a los mecanismos que tienen los jueces, para imponer la ley.

Vale la pena mencionar también las armas de los jueces y su equipamiento que los hace una fuerza inteligente. Las armas tienen un registro de ADN que hace imposible la suplantación y robo de estas. Las pistolas que portan, similares a una uzi, cuentan con una infinidad de tipos de balas de distinto calibre y fuerza de impacto, desde pequeños misiles a fuego rápido, haciendo de estas una metralleta portátil. También cuentan con balas incendiarias y para protegerse, los jueces portan kits médicos y explosivos que aturden, esto los convierte en un aceitado ejército de represión.

 

Un fotograma de «Dredd» (2012)

 

En suma todos estos elementos configuran un futuro posible complejo, con poderosas drogas inundando las calles, armamentos sofisticados al servicio de las autoridades y fuerzas armadas con atribuciones por encima de los derechos civiles, además, gran cantidad de población se encuentra sumida en condiciones de extrema pobreza en una comunidad al borde de una guerra civil, en este contexto creo que es importante la presencia de Anderson, pues ella significa una apertura frente al orden reinante. Cuando la juez toma la decisión de dejar en libertad al joven técnico, tras descubrir que es una víctima de Ma Ma, pues sólo actuó por miedo, al estar sometido a un tipo de esclavitud, sin posibilidad de disenso, acepta ante Dredd que será reprobada en su entrenamiento. Sin embargo, procede de este modo, pues considera que ese es el único cambio significativo que podrá hacer en la sociedad como juez. Se resigna a no estar llamada a ser una fuerza del orden, si al menos pudo salvar una vida en peligro. Este hecho tiene un paralelo dramático, pues ella durante las escaramuzas en Peach Trees, ejecuta a un joven padre de familia que estaba entre los atacantes.

Tras escapar de las pandillas y enfrentados a un nuevo grupo en un piso superior, Anderson se las ingenia para ingresar junto a Dredd y un prisionero de la banda de Ma Ma a un departamento, allí encuentran a una joven madre y su bebe. La juez descubre gracias a sus habilidades psíquicas, que el joven al que ejecutó horas atrás, trágicamente era el esposo de la chica del apartamento. El ciudadano se sumó a los agresores, para sacar de allí a los jueces y retomar su vida bajo la sumisión de la pandilla de Madrigal, pues los habitantes han aprendido a desenvolverse bajo una violencia normalizada.

Que Anderson considere las implicancias tras sus decisiones, la humaniza. Dredd está consciente de ello y no ve este atributo como una debilidad. Pese a que Dredd en pantalla, no le comunica a la novata que seguirá siendo parte de los jueces, los espectadores si atestiguamos su decisión cuando el experimentado policía, le señala a su superior que la juez debe seguir y la protege a través de su evaluación. En el fondo, Dredd sabe que él integra el statu quo de Mega City, una pieza más dentro de la maquinaria de violencia que conforma la ciudad, promoviendo bandos y resistencia, pero Anderson en cambio, con sus capacidades, representa algo distinto, una alternativa, y su criterio es parte de otra forma de impartir justicia, un punto de fuga que puede ser el inicio de un balance necesario.

 

Citas:

[1] Restif de la Bretonne traza un proyecto de “(noso) arquitectura” urbana para reglamentar los lugares de vicio y decadencia en las ciudades europeas del siglo XVIII. Su interés era establecer una red de burdeles con la finalidad de controlar la sífilis. Los hijos bastardos de las prostitutas eran entregados a la milicia francesa en calidad de reclutas.

 

Daniel Rojas Pachas (Lima, 1983). Escritor y editor. Dirige el sello editorial Cinosargo. Ha publicado los poemarios Gramma, Carne, Soma, Cristo barroco y Allá fuera está ese lugar que le dio forma a mi habla, y las novelas RandomVideo killed the radio star y Rancor. Sus textos están incluidos en varias antologías –textuales y virtuales– de poesía, ensayo y narrativa chilena y latinoamericana. Más información en su weblog: www.danielrojaspachas.blogspot.com

 

 

La actriz Olivia Thirlby, protagonista de «Dredd» (2012)

 

 

 

 

Daniel Rojas Pachas

 

 

Tráiler:

 

 

Imagen destacada: El actor neozelandés Karl Urban en el filme «Dredd» (2012), del realizador inglés Pete Travis.

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