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«Edgar Allan Poe, estás ahí?»: Los monólogos de una confesión

La actuación del elenco en este montaje devela a unos personajes retorcidos, con miedos profundos frente al terror de las minucias que los envuelven, evocando a otros referentes como aquel personaje encarcelado en el «Drácula», de Francis Ford Coppola, quien servía a su amo y se conformaba comiendo cucarachas, o bien para representar un humor como el de «La familia Addams», e incluso, hasta en la referencia al subgénero literario del Steampunk.

Por Faiz Mashini

Publicado el 24.10.2017

Una banda recibe a la audiencia, un grupo musical que es el mismo elenco, que se dispersa para comenzar con la obra. Un gran cuadro con el fragmento del rostro del escritor estadounidense Edgar Allan Poe (1809-1849), como si el mismísimo Dios lo mirara todo. Una corrida de sillas victorianas, dispuestas hacia el público. Muebles de la época y lámparas antiguas, ambientan el proscenio tal si fuera una película de Vincent Price.

Estos cuatro actores, vestidos acorde a la época, se turnan para monologar los cuentos de Edgar Allan Poe.

Poe tenía un estilo y un dominio de la estructura que lo inmortalizó. Buscaba un efecto puntual. Si revisamos su “Filosofía de la composición” (1846), podemos aclarar con qué maestría causaba la atención desde el inicio del cuento en ascenso hasta su conclusión. Quería que el lector se encontrara con este efecto y se resolviera en el lapso de la lectura, a diferencia de la novela que debe ser cortada para continuar. Por lo general, sus relatos se daban en primera persona y se introducían como confesión de un estado de ánimo y una afirmación de rasgos sicológicos propios de un desadaptado, cuya perversión le conducía finalmente a actos grotescos. Un discurso subjetivo que invita al lector a estas condenas de sus personajes en situaciones complejas.

Mi mención busca el objetivo de pensar en cómo se llevará a cabo escénicamente tal situación dramática y literaria. La primera persona pasa a ser monólogo, acompañado del apoyo de las acciones de los otros actores que en algunos casos participan, y en otros acontecimientos atestiguan lo que el rol que protagoniza cada monólogo, se encuentra exponiendo.

El monólogo, a su vez, se vuelve narración de hechos. La actuación devela a estos personajes retorcidos, con miedos profundos frente al terror de las minucias que los envuelven, evocando a otros referentes como aquel personaje encarcelado en el «Drácula», de Francis Ford Coppola, quien servía a su amo y se conformaba comiendo cucarachas, o bien representar un humor como el de «La familia Addams», e incluso, hasta en la referencia al subgénero literario del Steampunk.

La música, de Martín Benavides, interesa no sólo por ser ejecutada en vivo, igualmente por el manejo de los diferentes instrumentos dentro de la estética general del montaje.

Las temáticas a tratar por la elección de los cuentos abordan desde la catalepsia, la obsesión y el crimen.

 

Los actores, vestidos acorde a la época (principios del siglo XIX), se turnan para monologar los cuentos de Edgar Allan Poe

 

Ficha técnica:

Autor: Adaptación de Bárbara Quintana Korze y Felipe Hurtado Valle sobre los cuentos de Edgar Allan Poe

Dirección: Felipe Hurtado Valle

Compañía: Teatro La Fuga

Elenco: Bárbara Quintana Korze, Juan Pablo Ogalde Zúñiga, Cristian Gajardo Castillo y Gonzalo Durán Córdova

Música: Martín Benavides Núñez

Asistencia: Andrés Arcaya Riveros y Sergio Meléndez González

Duración: 60 minutos

Edad recomendada: Desde 12 años

Temporada: Desde el 12 de octubre hasta el 21 de diciembre

Horario: Jueves a las 21:00 horas

Valores: $8.000 general

Sala: Teatro Mori Bellavista

Dirección: Calle Constitución Nº 183, comuna de Providencia, Santiago

 

Crédito de las fotografías: Teatro Mori Bellavista

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