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«El hombre del futuro», de Felipe Ríos: La integración forzosa

La película chilena -que se estrena en salas este jueves 29 de agosto- carece de una unidad y, por ende, de la coherencia de un filme trascendental. Quizás la producción fue muy ambiciosa en el tipo de cine que escogió. Imagino que debe ser muy difícil grabar en la Patagonia. A pesar de su calidad en el ámbito estético y artístico, el largometraje es como una representación de lo desconocido: la prueba del alienamiento de los nuevos sujetos históricos.

Por Carlos Pavez Montt

Publicado el 28.8.2019

Cuesta imaginar las razones que llevaron a la organización del último Sanfic 15 a poner El hombre del futuro en la competencia internacional. Las razones cinematográficas pueden ser defendidas hasta cierto punto. La valorización nacional, a pesar de tener que ser practicada, no debe permitir que la elección guarde ciertos sesgos. En efecto, la película tiene momentos que vuelven a provocar la atención del espectador confundido. La perplejidad que deja la contradicción y su nulidad termina predominando ante los paisajes y las fotos.

Hay algunos actores que no encajan con el rol que están desempeñando. Al parecer, la ceguera de la producción cinematográfica nacional es no conocer lo que están representando. Es decir, es difícil pintar un tigre oriental si nunca se ha pisado dicho continente, es difícil, e incluso imposible, describir un olor que aún no se ha percibido. Si bien la ficción abre los límites de la representación, no debería caer en la ingenuidad de los estereotipos. Esto se empeora mucho más cuando la tipificación no está apoyada por un ambiente constructivo.

La construcción de la trama narrativa, de igual manera, es un poco pobre. No se logra convencer al espectador de lo que se está relatando. Es como cuando las imágenes siguen otra historia, otra razón u otro sentido. Cuando las secuencias no son, de alguna forma, equivalentes en términos narrativos, no se logra la unidad que requiere una obra de arte. No basta con la estética ni con el sonido, no basta con lograr la muestra de paisajes tan maravillosos. El cine es de difícil creación por esto mismo.

El hombre del futuro es una película que carece de una unidad y, por ende, de la coherencia de un filme trascendental. Quizás la producción fue muy ambiciosa en el tipo de cine que escogió. Imagino que debe ser muy difícil grabar en la Patagonia. A pesar de su calidad en el ámbito estético/artístico, el largometraje es como una representación de lo desconocido. Es algo así como la prueba del alienamiento de los nuevos sujetos históricos, lo que nos induce a recordar a Walter Benjamin y su texto de El narrador: “Diríase que una facultad que nos pareciera inalienable, la más segura entre las seguras, nos está siendo retirada: la facultad de intercambiar experiencias”.

 

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Carlos Pavez Montt (1997) es, en la actualidad, un estudiante de licenciatura en literatura hispánica de la Universidad de Chile. Sus intereses están relacionados con ella, utilizándola como una herramienta de constante destrucción y reconstrucción; por la reflexión que, el arte en general, provoca en los individuos.

 

La actriz Antonia Giesen

 

 

 

 

Tráiler:

 

 

Imagen destacada: Un fotograma de El hombre del futuro (2019), de Felipe Ríos.

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