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«En buenas manos», de Jeanne Herry: El retrato íntimo de una adopción

La realizadora francesa nos ofrece una mirada tierna sobre el complejo proceso de una adopción. Con un estilo sencillo y cercano al documental, Herry retrata bellamente el hacer y el sentir de las personas que intervienen para lograr que Theo -un bebé abandonado- encuentre un buen hogar. Del reparto cabe destacar las interpretaciones de Élodie Bouchez (Alice), Gilles Lellouche (Jean), Sandrine Kiberlain (Karine) y Olivia Côte (Magre). La cinta se exhibe actualmente en la cartelera española.

Por Jordi Mat Amorós i Navarro

Publicado el 20.5.2019

 

«La adopción es el encuentro de unas personas, el encuentro de unas historias. Un buen candidato tiene que saber digerir la propia historia y la del niño, para después ayudar al niño a digerir la suya».
Magre, en la película

 

La maternidad

Clara es una joven universitaria que se queda embarazada después de una noche de sexo y decide tener a su bebé pero sin hacerse cargo de él. Así, tras acudir sola a un hospital y dar a luz entra en el programa de acompañamiento de mujeres que desean entregar a sus hijos en adopción. Vemos como colabora con la asistenta social y como decide escribir una carta para entregar a su hijo en el caso de que algún día él quisiera saber de ella. En Clara hay amor, ella quiere lo mejor para Theo, es consciente de que no puede y prefiere darle una mejor oportunidad con una familia que sea capaz de darle un hogar. Y no cierra la puerta a si un día él quiere conocerla, saber sus motivos, conocer su historia.

Muchas mujeres jóvenes se encuentran solas en situaciones parecidas a la de Clara. No siempre existe la suficiente confianza con los padres como para compartir un embarazo así, no siempre se tiene la fortuna de tener su comprensión para poder pedir consejo en un tema tan delicado sin sentirse juzgada-rechazada. Esta es la realidad de nuestra sociedad, una sociedad con demasiadas familias de distancias donde la comunicación se ve limitada-cortada. Evidentemente no es fácil ser madre o ser padre, no es fácil saber estar con un adolescente rebelde, no es fácil recibir rabia y frustración de quien antes te era incondicional… pero todos tenemos luces y sombras, ningún padre ni ningún hijo escapa de esa humanidad ambivalente. La rebeldía de una hija o un hijo puede ser tomada como una amenaza de la que hay que defenderse-combatir o como una sana necesidad vital que incomoda pero que requiere entenderse-amar para el bien del hijo y para el bien paterno, todos pueden aprender-mejorar en el abrazo.

 

Sandrine Kiberlain y Gilles Lellouche en un fotograma de «En buenas manos» (2018)

 

Personas que acogen

Afortunadamente hay padres que abrazan, algunos incluso asumen la maternidad o paternidad con hijos que no llevan su sangre. Considero en gran valía esta dedicación que posibilita que niños abandonados puedan tener un verdadero hogar.

Jean es un padre de familia con dos hijos que se encarga de las labores de casa, su trabajo es ese y el de acoger a niños de forma temporal; su mujer es quien aporta el grueso del dinero de la economía doméstica trabajando fuera. Él es un buen hombre con grandes capacidades para ser padre de acogida.

Lo vemos lidiar con un preadolescente que como tantos niños abandonados tiene una conducta conflictiva, conducta que es reflejo de las duras experiencias vividas. El chaval casi ahoga a uno de sus hijos. Jean siente la impotencia de no poder hacer más por él, de no poder cambiar-mejorar su realidad familiar a la que aún está ligado y que tanto le afecta, de no poder quedárselo más tiempo para así ayudarle a transmutar su dolor.

A este padre sensible y comprometido se le plantea el acoger a un bebé, Theo. Cuando lo ve en el hospital y lo toma en brazos por primera vez sonríe con satisfacción e inmediatamente asume su rol ante el personal sanitario. Jean va a cuidar muy bien de Theo hasta que le encuentren un hogar definitivo, un hogar que será el de una mujer que nunca ha tenido niños antes…

Alice vive sola, hace muchos años que está esperando adoptar un hijo, cuando lo solicitó ella tenía pareja. Es una mujer de mediana edad muy sensible, abierta, íntegra y exigente consigo misma, exigencia que a veces le hace parecer insegura. Cuando le comunican que ha sido elegida para ser la madre adoptiva de Theo tarda en reaccionar con una bella sonrisa (el proceso ha sido tan largo que cuesta de creer) y al salir a la calle ya sola siente el ahogo de la responsabilidad que va a asumir. Al ver al niño a pesar de la emoción y los nervios que inicialmente le impiden hablar, Alice logra decirle cariñosamente: “Estoy muy feliz de conocerte, eres formidable”, él ríe y ella llora satisfecha, ya es su madre.

En la fiesta de despedida-entrega donde acuden todos los implicados en el proceso de adopción, Alice le comenta a Jean que tiene la impresión de que le está robando el niño: “Yo le ha dado mi calor guardándolo para ti, me pagan por eso”, le tranquiliza el padre provisional y le pide que le vaya explicando cómo le va al niño mientras los dos se miran con complicidad de corazón. Vemos como madre e hijo llegan a casa y se acuestan juntos, se tocan, ríen… Ahora es Alice quien le da calor a Mathieu (ese el nombre que ha escogido para él), el calor de hogar que todo niño necesita.

 

Gilles Lellouche y Sandrine Kiberlain en una escena de «En buenas manos»

 

Atender familias

Tras los planes públicos de acogida hay personas que sienten su oficio. La película nos muestra la labor de los profesionales que intervienen en el delicado proceso de adopción. Desde la asistenta social que atiende a Clara para orientar y tramitar su decisión al equipo encargado de buscar el mejor hogar para su bebé. Son personas que hacen un gran trabajo que requiere mucha empatía y capacidad de decisión, ellos tienen la responsabilidad de elegir a la familia en la que va a criarse un niño.

Queda patente que lo primordial es el bienestar del niño y no el deseo de los padres. Se nos muestra el caso de una pareja que están ansiosos por adoptar, ella implora un hijo y él lo exige de forma violenta; Magre (que es miembro del equipo) les comunica con delicadeza que no es su momento y se evidencia la dura tarea de los profesionales que tienen que lidiar con todo tipo de situaciones incómodas.

Y Magre es decisiva en el proceso de adopción de Theo, se impone su sentir para que Alice sea la elegida “a pesar de” estar sin pareja, “a pesar de” los prejuicios de algunos compañeros sobre las familias monoparentales que entienden como menos idóneas que las familias en pareja.

También es importante en la adopción del bebé la educadora Karine que apoya a Jean, una mujer muy sensible que se implica más allá del estricto protocolo, se implica con todo su corazón. Así, la vemos apreciando la ansiedad de una niña a la cual recoge su madre para una visita acordada, capta su agitación al entender el por qué le entrega su peluche para que ella lo guarde-proteja, mientras está con su madre.

Llama la atención (al menos a mí) que las profesionales hablen con Theo explicándole todos los detalles de cada paso que dan por su bien como si el bebé pudiera comprenderlo. Se entiende que le hablen y que lo hagan dulcemente pero sorprende el contenido del mensaje.

 

Estado del bienestar

Como ocurre con tantos trabajos de contacto humano que son fundamentales para el bienestar de nuestra sociedad, la gran labor que ejercen las personas involucradas en el proceso de adopción no está suficientemente reconocida ni en lo económico ni en el agradecimiento público que sin duda merecen, lo que es una muestra más de la injusticia de este mundo en el que vivimos.

En este sentido Herry retrata la labor profesional de este colectivo desde la humanidad de las personas que lo integran resaltando su buena ética como alegato a favor del Estado del bienestar francés. Lo hace siendo consciente de que el Estado del bienestar actualmente está amenazado en Europa y en demasiados lugares de nuestro planeta.

 

Jordi Mat Amorós i Navarro es pedagogo terapeuta por la Universitat de Barcelona, España, además de zahorí, poeta, y redactor permanente del Diario Cine y Literatura.

 

La actriz Élodie Bouchez

 

 

 

 

Jordi Mat Amorós i Navarro

 

 

Tráiler:

 

 

Imagen destacada: Los actores Gilles Lellouche y Élodie Bouchez en En buenas manos (Pupille, 2018).

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