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[Ensayo] «La leyenda del indomable»: Un hombre debe seguir su propio camino

El largometraje de ficción audiovisual dirigido por el realizador estadounidense Stuart Rosenberg y protagonizado por el actor Paul Newman, ejemplifica con brillantez y acierto la idea de que la mala conducta es en el fondo una exploración de los límites.

Por Luis Miguel Iruela

Publicado el 29.7.2025

En su magnífica novela Los idus de marzo, llena de observaciones psicológicas de primera magnitud, el escritor Thornton Wilder señala que: «todo el mundo explora sus límites», y explica la vida como un camino hacia la frontera.

Así, en un determinado pasaje lo especifica de este modo: «la maldad misma puede no ser sino una exploración de la propia libertad». Y un poco más adelante: «Es una tranquilidad muy grande saber que hay quien nos ama lo suficiente para cargar sobre sí la responsabilidad de señalarnos el límite de lo lícito». ¿No consiste el proceso educativo en esto mismo?

El filme La leyenda del indomable (Cool Hand Luke, 1967), dirigida por Stuart Rosenberg y protagonizada por el actor Paul Newman, ejemplifica con brillantez y acierto esa misma idea.

Luke Jackson destroza, durante una noche de borrachera, toda una calle de parquímetros de propiedad oficial. El resultado será una condena de dos años a cumplir en una dura penitenciaría agrícola de Florida. La cinta está basada en la novela homónima de Don Pearce (1965).

Desde su llegada a prisión, el reo se opondrá a toda norma carcelaria con una actitud de rebeldía y de resistencia. Y no solo lo hará con los reglamentos habituales, sino también con las pautas que imponen los presos dominantes de la cárcel organizados en una red mafiosa interna.

La actitud de Luke se ilustra con suficiente expresividad en la famosa secuencia que muestra la apuesta con sus compañeros de ser capaz de ingerir 50 huevos duros y salir «vivo» de la gesta.

Todo ello se va desvelando al espectador como una inquisición desesperada de los límites a través de la violación de los preceptos y los mandamientos de la autoridad. El personaje no sabe por qué lo hace, pero algo le dice que debe resistir, oponerse, y lo llama confianza en sí mismo. Siente que dicha actitud mantiene cohesionado su yo.

Encaja perfectamente en las palabras del poeta Luis Cernuda, cuando desafiaba: «En lo que te critiquen insiste, porque eso eres tú».

La vida a la contra.

De forma paradójica, Luke se convierte en una esperanza para los presos, en una recuperación de su dignidad dentro de la esclavitud penitenciaria. No saben que se trata de un destino individual y en absoluto colectivo.

 

Una exploración de los límites

Un hombre tiene que seguir su propio camino. Si se deja doblegar, su persona desaparece, por eso al final han de matar a Luke: para acabar con el problema y alejar la amenaza de un motín.

Muere, pero vence. El cadáver lleva, al ser retirado, una sonrisa. Es un hombre que se ha atrevido a rebelarse solo. Como el capitán Achab, de la novela Moby Dick, que desafía al mismísimo cielo hasta recibir la destrucción y la muerte, al sentirse rechazado por el universo, del que desearía una respuesta.

La conducta de Luke ilumina la psicología del rebelde. Alguien que quiere imponerse a la realidad social, imponer su persona, vencer un obstáculo sin otra ayuda que su propio carácter. Es un tipo dramático que gozó de gran impulso durante la literatura del Romanticismo con la exaltación del yo.

Muy diferente del «revolucionario», cuya pretensión es cambiar de abajo a arriba las estructuras de una comunidad, una sociedad o un Estado. No se trata por tanto en este caso de una afirmación personal, sino de un cambio político.

Otra película que ilumina el problema con nitidez es Nuts (1987), dirigida por Martin Ritt e interpretada por la estrella Barbra Streisand en la que interpreta a una prostituta de lujo, encerrada en un hospital psiquiátrico y acusada del asesinar a un cliente.

Como en el caso de Luke, el enfrentamiento frontal con la normativa médica y judicial hará peligrar hacia el fracaso el buen trabajo de su abogado con mayor suerte final que Luke Jackson.

Según el eticista Martin Cohen, la diferencia entre los valores de los delincuentes y la llamada población general apenas es distinta. De hecho, señala que el sentido de conciencia moral de un infractor es superior al del hombre de la calle, y que ello contribuye a crear en el maleante una tensión nerviosa crónica y una propensión al desequilibrio.

Curiosa hipótesis que necesitaría ser investigada y que enlaza con aquella que afirma que la mala conducta es, en el fondo, una exploración de los límites.

 

 

 

 

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Luis Miguel Iruela es poeta y escritor, doctor en medicina y cirugía por la Universidad Complutense de Madrid. Especialista en psiquiatría, jefe emérito del servicio de psiquiatría del Hospital Universitario Puerta de Hierro (Madrid), y profesor asociado (jubilado) de psiquiatría de la Universidad Autónoma de Madrid.

Dentro de sus obras literarias se encuentran: A flor de agua, Tiempo diamante, Disclinaciones, No-verdad y Diccionario poético de psiquiatría.

En la actualidad ejerce como asesor editorial y de contenidos del Diario Cine y Literatura.

 

 

 

Tráiler:

 

 

 

Luis Miguel Iruela

 

 

Imagen destacada: La leyenda del indomable (1967).

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