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[Ensayo] «Priscilla»: La princesa encerrada en el castillo

La nueva entrega de la realizadora estadounidense Sofia Coppola —que se estrena en la cartelera de las salas locales a fines de este mes de diciembre— concluye centrándose en la vida del llamado Rey del Rock, antes que en la biografía de su joven esposa, y cuyo libro de memorias inspira al guion del presente largometraje.

Por Cristián Uribe Moreno

Publicado el 17.12.2023

El próximo jueves 28 de diciembre se estrena en las salas del país, la cinta Priscilla (2023) de Sofia Coppola. La realización audiovisual se basa en el libro de memorias que publicó Priscilla Presley el año 1985: Elvis y yo. En ella la actriz narra su relación con el cantante desde que lo conoció en el año 1959 hasta que se divorció de él, durante 1973.

La trama del filme gira en torno a la figura de Priscilla (interpretada por Cailee Spaeny) y su relación con el Rey del Rock. Idilio que comenzó cuando ella tenía 14 años, estando ambos en Alemania, él haciendo el servicio militar, ella junto a su familia pues su padre, era en ese momento oficial de ejército destinado a ese país.

Elvis (interpretado por Jacob Elordi) da una fiesta en su casa, donde llega la adolescente invitada por un matrimonio amigo. Luego de aquel primer encuentro, salen un par de veces y ante la reticencia de los padres a la relación, Elvis habla formalmente con ellos para seguir viéndola. Desde ahí forjan un romance que se afianza de vuelta a EE. UU., cuando ella se traslada a vivir a Graceland, la mítica mansión que Elvis construyó para su madre en Memphis.

Así, y en los primeros momentos del romance, vemos al cantante como un chico sensible, preocupado de las formas sociales, nostálgico de la familia y de su tierra. Muy lejos de esa figura mítica que arrasaba con las masas de admiradoras. Y ella como una niña encandilada por la estrella más grande de ese momento. Esa pasividad la exhibirá durante gran parte del relato.

Esta presentación del artista cambia radicalmente al llegar a EE. UU. En su hábitat, con sus amigos y fans, él hace lo que quiere y cuando lo desea. Esta faceta de chico mimado y gozador es solo una muestra del poder y la atención que comienza a ejercer sobre todos. Aun así Priscilla toma la decisión de trasladarse a vivir definitivamente a la mansión del cantante.

Sin embargo, desde el momento que aterriza en el nuevo domicilio, ella aparece como una princesa encerrada en un castillo. O dentro de una jaula dorada. Mientras Elvis vive su vida rockera lejos de su hogar, ella vive esperándolo en los grandes salones de la mansión, profusamente adornados, en un silencio que es roto solo cuando el rey llega con su corte.

 

Una burbuja desconectada

Lo interesante de la realización es mostrar las opuestas vidas que llevan ambos. Por un lado, la paciente y silenciosa vida de Priscilla consagrada a satisfacer los deseos del rey. Por otra parte, la ruidosa y ajetreada vida de Elvis.

Filmando sus películas en Los Angeles o en gira. Ausentándose durante largos períodos. Y cuando llega a casa lo muestran tratando de saciar sus impulsos, entre los que se encuentra Priscilla. En el desarrollo de la narración, ella acepta ese rol secundario que juega dentro de la mansión, como si fuera un adorno más del mobiliario.

El cantante impone sus caprichos. Él moldea y conduce a Priscilla, quien se somete a las decisiones de modo servil, ya sea en el vestir, maquillarse o comportarse en la vida diaria. Esta actitud paternal (o patriarcal) está acentuada por la diferencia física de los actores. Ella mide menos de 1.60 y él sobre 1.90 metros.

De ese modo, se impone la presencia física de él como si fuera un padre enseñando o protegiendo a su hija. Y resalta la pequeñez de ella que se puede leer como la fragilidad de la mujer ante el poder de este rey de la música.

No obstante, este poderoso hombre siempre está a las órdenes de otro, ese otro que lo maneja a distancia, comunicándose solo por teléfono y que nunca es mostrado: el coronel Parker. Elvis también es un individuo manipulado y formado por un otro.

La película recuerda al personaje de María Antonieta de la misma Sofia Coppola. La reina que residía en el palacio de Versalles, en una burbuja donde vivía relajada y desconectada de la realidad de Francia, con una corte que estaba a su merced.

Aquí, la atrapada en la burbuja de Graceland es Priscilla, quien conoce el mundo de su marido solo a través de la prensa, que no pierde los pasos de las andanzas de Elvis, especialmente sus romances. En este caso, la corte va detrás del rey cantante, celebrando todo lo que el soberano hace, siendo ella una más de ese grupo que gira alrededor del artista.

 

Teoría de los colores

La película está adaptada con música de ese entonces, mezclada con pistas sonoras actuales. Los ambientes están muy bien construidos para mostrar la dicotomía de la imagen de grupo y corte que sigue a Elvis versus la imagen de soledad dentro de la mansión y palacio que padecía Priscilla. La idea de la casa como cárcel es recurrente.

De esta forma, los colores también contribuyen a dar atmósfera a la historia. Los colores dorados, se muestran para realzar el concepto de jaula de lujo en la cual Priscilla vive encerrada. Además, los colores claros de la mansión se perciben apagados y fríos. En tanto, los tonos rojos se exhiben en momentos en los cuales Elvis pareciera estar inmerso en un infierno del cual no puede salir.

Hacia el final, el largometraje tiende a perder intensidad. En algún momento, la tensión se diluye y la actitud pasiva de ella, no termina de transformarse del todo en la historia.

A diferencia de otras obras audiovisuales de Sofia Coppola, en Priscilla se pierde interés en el personaje principal y, pese a algunos momentos muy bien logrados, en el conjunto, se siente algo floja, sobre todo hacia la conclusión, que habla más de la caída de Elvis que de una toma de conciencia de Priscilla.

Tal vez, el personaje del rey del rock es mucho más interesante que la niña y mujer que aguantó años los caprichos de este. Y aquello se hace evidente en el último tramo del filme.

 

 

 

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Cristián Uribe Moreno (Santiago, 1971) estudió en el Instituto Nacional General José Miguel Carrera, y es licenciado en literatura hispánica y magíster en estudios latinoamericanos de la Universidad de Chile.

También es profesor en educación media de lenguaje y comunicación, titulado en la Universidad Andrés Bello.

Aficionado a la literatura y al cine, y poeta ocasional, publicó el libro Versos y yerros (Ediciones Luna de Sangre, 2016).

 

 

 

 

Tráiler:

 

 

 

Cristián Uribe Moreno

 

 

Imagen destacada: Priscilla (2023).

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