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[Ensayo] «Promising Young Woman»: La catarsis de una denuncia

La actriz inglesa Emerald Fennell debuta como realizadora con este filme —protagonizado por su compatriota, la talentosa Carey Mulligan— y el cual tiene su fecha de estreno para las próximas semanas en la cartelera española, precedido por el amplio debate crítico que ha generado en las diversas instancias donde ha sido exhibido.

Por Ezequiel Urrutia Rodríguez

Publicado el 26.1.2021

El pasado 11 de enero, el diputado y músico chileno, Florcita Alarcón, fue denunciado por un presunto caso de acoso sexual telemático en contra de su expareja. Hecho por el que se estaría buscando marcar un precedente, imponiendo sobre el acusado un castigo que pueda exhibirse de ejemplo.

Esto nos recordaría lo serio que se ha vuelto el asunto, no solo dentro de la opinión pública. Y justamente, el último largometraje de Esmerald Fennell trae a la mesa lo severo de tales acontecimientos, condensando dicha propuesta en un thriller que no deja a nadie indiferente.

La historia en cuestión nos pondría en la piel de Cassie, una mujer de 30 años dedicada a escarmentar a hombres, quienes suelen aprovecharse de mujeres emborrachadas. Camino por el que dejaría la universidad y su vida, volviéndose, a su vez, un peso para sus padres.

Pero saltándonos sus conflictos familiares, algo a destacar de esta película (pensando un poco en su aspecto técnico) es la manera en que su encuadre introduce a la audiencia al conflicto, siendo este mismo el que nos sorprenda al detonarse un giro dentro de la trama.

Dicho efecto, vendría sin más del ordenamiento que Fennell grabaría en las posiciones de sus personajes, aplicando esta dicotomía de Izquierda/Derecha (ataque y defensa, respectivamente) al presentarnos a los acosadores, quienes cambian de lado en la pantalla al momento en que Cassie (quien ha fingido estar ebria para atraerlos) contraataca, tomando el lado izquierdo al momento de someter a sus agresores.

Aunque algo curioso de este personaje, interpretado por Carey Mulligan, es que en su premisa, está a solo pasos de ser otra “Mary Sue” del montón, arrogando ser “fuerte e independiente en un mundo de hombres tontos”. Sin embargo, la escritura de la misma está tan bien ejecutada que resulta bastante orgánica.

Por supuesto, este resultado no tendría por qué ser una sorpresa, considerando que este proyecto habría sido producido por la mismísima Margot Robbie, la que a su vez reflejó mucho todo lo aprendido desde Aves de presa (Yang, 2020), donde si bien, su interpretación de Harley Quinn estuvo espectacular, no se puede decir lo mismo del resto de la premisa.

Y justamente, porque con dichos antecedentes, se podría especular, antes de ver la obra, que nos encontramos con una pieza que seguirá esa línea, y que no será más que otro mal trago, con frases vacías para pubertas “únicas y diferentes”. Pero como ya se dijo, Fennell destaca por ir más allá.

Para empezar, acierta al dejar en claro que Cassie no es Batwoman, no es una justiciera que cabalga sobre la luna protegiendo mujeres indefensas. Al contrario, nos presenta a una mujer abatida que ha consumido su vida, que rechaza a todo el mundo mientras pueda y hasta sus padres la quieren sacar de casa.

Bajo esta idea, Fennell nos quiere mostrar un ejemplo del afamado “Dilema del Erizo”, con el que Cassie, demuestra su temor a los demás manteniendo siempre una línea de distancia, más sabiendo que todo aquel que se le acerque, acaba herido.

Esto último, reforzado con una clara muestra de que padece de trastornos antisociales, siendo incapaz de interactuar con otros sin ser cínica, grosera u hostil. Cualidades que por supuesto, las cámaras reflejarían, incluso mejor que sus propios actos.

Por ejemplo, cuando esta agrede a un conductor que la insulta por pararse en plena carretera, el encuadre nos la presenta bajo un interesante plano general, donde podemos apreciar el peso de su soledad, así como el tamaño de su infelicidad.

Pero al mismo tiempo, es cierto que Fennell tampoco quiere que todo sea exclusivamente oscuro, razón por la que luego nos presenta a este simpático doctor que se interesa en Cassie. Una marcada antítesis a los acosadores que persigue.

Lo único, por así decirlo, negativo de este personaje, es que nos recuerda lo ingrato que es fijarse en una persona que siempre se comporta repelente, y aunque se sienta como un reto, nada quita que estamos ante la típica “¡sanemos a esa otra persona con el Poder del Amor…!”. Algo que es sabido que no ocurre en la realidad.

Por otra parte, ya que hablamos de los desaciertos, ¿no les parece raro que Cassie lleve una larga lista de víctimas en un cuaderno, y que hasta los eventos de la película, no se haya topado con ningún peligro de verdad?

Es decir, durante la obra, los hombres vistos, acechándola, tienden a ser unos patiños de catálogo, ¿y de verdad, en todo ese tiempo, nunca se topó con un verdadero psicópata? Porque de hacer su número frente a un Alex Henríquez, den por hecho que acaba en la morgue, más en un país donde compran armas de fuego como quien se compra calzones.

Pero ya pasando de aquellos infaltables agujeros de guión, hay una pregunta que todavía no ha sido planteada como corresponde: ¿por qué? ¿Por qué una mujer se volvería una versión “life for life” de Night Bitch, sabiendo plenamente que la vida no es un cómic?

Spoiler, no es solo porque lleve en el pecho una historia de abuso.

 

El beneficio de la duda

Según nos relata Cassie, durante sus años de universidad, su amiga Nina sería emborrachada por uno de sus compañeros para luego ser violada. Por supuesto, el acontecimiento sería denunciado al instante, pero el simple hecho de haber estado ebria durante el proceso fue suficiente para desacreditar su testimonio.

A modo de justificación, la rectora de la universidad apelaría bajo el “principio de presunta inocencia del muchacho en cuestión”, el llamado beneficio de la duda. Esto, quebraría irreparablemente en Cassie su confianza en la justicia formal, siendo impulsada a volverse esta Night Bitch que castiga a quienes la busquen estando “borracha”.

Bajo esta premisa, Fennell, así como muchas otras, presentaría su crítica a dicho principio, el cual incluso, en países como España, ya es conocido por su abolición, de modo que ahora es el acusado quien debe probar su propia inocencia.

Lamentablemente, esto habría causado el aumento en la tasa de inocentes encarcelados, demostrando que el remedio terminó siendo peor que la enfermedad. Algo que además, retroactivamente, le quita más peso a los casos donde sí hubo un real abuso.

Pero ahora, ¿por qué es tan complejo realizar esta clase de acusaciones? En primer lugar, en palabras de la escritora y abogada colombiana, G. Elle Arce, está el hecho de que, en la práctica, jamás puede saberse la “verdad material”, razón por la que se debe “demostrar” que tal individuo hizo, o no, tal acción.

En segundo lugar, por más que ciertos colectivos traten de respaldar lo más posible a las presuntas víctimas, es un hecho que los veredictos no siempre dejarán satisfechos a todos, puesto que no hay un estándar para definir lo que entendemos como “justo”. Algo similar a lo planteado por el director Quentin Tarantino en Los ocho más odiados (2015).

En él, el director plantearía una interesante explicación sobre qué definiría esta “justicia”, marcando la diferencia entre ser ahorcado por un verdugo y que lo haga una turba (la funa). Tal diferencia, resultaría de un elemento que las masas, en su fervor, difícilmente pueden aceptar: la indiferencia ante el acusado, así como ante el acusador.

Pero justamente, es esta indiferencia la que ha llevado a muchos a atribuirse roles que no les corresponden, desde las detenciones ciudadanas hasta las difamaciones públicas. Al igual que la rectora de esta universidad nos recalca en cierta toma, mientras Cassie la encara (nuevamente, de izquierda a derecha), quien reafirma así sus pensamientos hacia el sistema.

Asimismo, irónicamente, esta premisa (así como este metraje) solo confirmarían las palabras del filósofo alemán, Friedrich Nietzsche: ¡ay de aquel que cace monstruos, no vaya a convertirse en uno!, ya que al final del día, en eso se volvería Cassie, un erizo que apuñala a sangre fría todo lo que se encuentre.

¿Pero realmente podemos culparla?

Después de todo, esta mujer solo es producto de su entorno, un ambiente penoso, donde de ella hacia abajo, todos son horribles, y saben que si no quieren estoques, deben aprender a darlos; pero que al mismo tiempo, dicha frialdad termina siendo más tóxica que todas las muertes que podrían causarse.

Esto a su vez confirma las palabras de Robbie en esa nefasta Aves de presa (que si bien yo dije que es divertida, eso no quita sus errores; como con Black Mask, por ejemplo), cuando dijo: la venganza nunca produce la catarsis que esperamos. Pero al menos, le sirvió a Fennell para realizar su denuncia.

 

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Ezequiel Urrutia Rodríguez (1996) es un joven escritor chileno nacido en la comuna de San Miguel, pero quien ha vivido toda su vida en los barrios de Lo Espejo.

Es autor del volumen Kairos (Venático Editores, 2019) su primera obra literaria, y la cual publicó bajo el pseudónimo de Armin Valentine.

También es socio activo de la Sociedad de Escritores de Chile (Sech) y licenciado en educación y profesor de educación básica titulado en la Universidad Católica Cardenal Raúl Silva Henríquez.

 

 

 

Tráiler:

 

 

Ezequiel Urrutia Rodríguez

 

 

Imagen destacada: Promising Young Woman (2020).

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