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[Ensayo] Responsabilidad cívica ante el Covid-19: Vacunarse es la única salvación

Declaraciones de políticos mal informados ahuyentan el actuar y el discurso sanitario del gobierno en los sectores más jóvenes de la población, haciendo que estos grupos etáreos sean menos proclives a la inoculación de los fármacos ya probados por su eficacia para derrotar al virus de la pandemia, y de esa manera, con esa actitud displicente, esos actores sociales colocan en riesgo la salud de todo el país.

Por Aníbal Ricci Anduaga

Publicado el 30.4.2021

Venezuela, Bolivia, Ecuador y Chile, en ese orden (sin ser exitistas), son aquellos países de Sudamérica que están estabilizando sus peaks en esta llamada segunda ola mundial, todos ellos con promedios menores a las 100 muertes diarias durante los últimos 30 días, yendo a contrapelo de lo que está ocurriendo en gran parte de los países del mundo, donde la escalada de contagios puede llevar el destino de la pandemia a niveles catastróficos.

Dejaremos de lado el manejo de China durante la pandemia (ver el documental CoroNation dirigido por Ai Weiwei), cuyos resultados están a la vista, siendo por lejos la nación que abordó de manera más eficiente el asunto del coronavirus.

De otro lado, aparecen otras excepciones que se han empezado a manifestar durante esta segunda ola. En cuanto a la abrupta disminución de contagios y de muertes, actualmente la cruzada es liderada por Israel, seguida por Reino Unido (Estados Unidos ha hecho avances prodigiosos al disminuir los muertos a 640 diarios durante la última semana).

¿Cuál es el común denominador de estos países (que en la primera ola tuvieron resultados desastrosos)? Estas naciones han acelerado al máximo el proceso de vacunación y han disminuido drásticamente las muertes dentro de los grupos más vulnerables.

Estados Unidos ha acaparado las dosis de la vacuna Pfizer y eso ha perjudicado en gran medida a los países europeos, para que decir al resto del mundo subdesarrollado.

También es cierto que Estados Unidos quiere desentenderse de las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud en el sentido de que la salida de esta pandemia sólo se producirá cuando todos los países (incluidos los más pobres) tengan acceso a las inmunizaciones.

Es absurdo mantener las fronteras cerradas por períodos prolongados de tiempo, las economías que restrinjan sus fronteras sufrirán consecuencias económicas que agudizarán y prolongarán sus períodos recesivos.

Si bien existen estos comportamientos oportunistas, también es cierto que, en la mayoría de los países del orbe, una parte considerable de sus ciudadanos tienden a apoyar a sus gobiernos.

No se trata de un problema político, los apoyan porque en momentos de pandemia se necesitan gobiernos centrales fuertes para mantener un solo discurso frente a la población.

 

Carnet de vacunación en Chile

 

Las «fake news» reemplazan a los informes epidemiológicos

Países que han tenido un pésimo desempeño frente al coronavirus (como Alemania, Inglaterra, Francia, España, Rusia, India, Estados Unidos, Brasil, Argentina, entre otros) no andan despotricando contra sus gobiernos a la primera de cambios en la tendencia de contagios. Los apoyan porque ven en el ejemplo de China la única salida para salir airosos de esta pandemia.

En el caso particular de Chile, sorprende que unos políticos oportunistas de distintas sensibilidades (candidatos presidenciales), al ver que el país alcanzaba un peak de contagios (mucho menos alarmante que los del resto de Latinoamérica), aparecieran como agoreros griegos enfrentando al gobierno contra la población.

Y se plegaban a ellos los miembros del Congreso apresurándose a presentar una acusación constitucional contra el ministro de Salud. Sus cálculos mezquinos (veamos el lado oscuro) ocultan que la positividad de esta segunda ola es de sólo un 12% (respecto del 34% en la primera) y en la misma semana de su comunicado público, informes científicos informaban de la importante caída en la transmisión del virus, expresada en un Ro efectivo cercano a 1.

Por otro lado, nos enteramos de la caída en los ingresos diarios a la UCI desde los 50 a 38 pacientes diarios. Esa positividad nacional de 12% siguió bajando hasta situarse en el 9,3% cuando los exámenes PCR fueron mayores a 70 mil diarios.

En cuanto a los contagios promedio, la semana del 18 de abril disminuyeron desde los 7 mil 100 hasta los 6 mil 700 diarios, la siguiente a 6 mil 300 y volvieron a disminuir esta semana hasta los 5 mil 800 diarios. Todos estos indicadores hablan de que las cuarentenas dictaminadas por el Ministerio de Salud ya muestran resultados positivos.

Para los políticos chilenos resulta fácil impulsar acusaciones constitucionales cuando no mueven un dedo por procurar vacunas ante los laboratorios extranjeros y tampoco tienen injerencia en la habilitación de camas UCI que los sanitarios del sistema público y privado han logrado gracias a esfuerzos al límite de sus capacidades.

Es demasiado fácil levantar la voz contra un gobierno que tiene que tomar decisiones críticas a diario, cuando lo menos que les pide la ciudadanía a estos políticos es que manejen adecuadamente las estadísticas sanitarias.

Para los que siguen los informes epidemiológicos, que semana a semana publica el Ministerio de Salud, era palpable que los contagios en el país se estaban estabilizando y que el peak (9 mil 171 casos) era sólo un dato que estos políticos estaban manipulando para su propio beneficio.

Hubo dos semanas de estabilización de los nuevos contagios, para en esta tercera semana presentar una significativa disminución de 5 % en los contagios activos de acuerdo a los datos aportados por los últimos dos informes epidemiológicos.

Políticos que no estaban bien informados (la big data estaba disponible) y que sin embargo arremetieron contra el gobierno de turno, lanzando sus dardos con verdades a medias, sobre ciudadanos acostumbrados a informarse a través de redes sociales y que obviamente terminan siendo fake news que la opinión pública desinformada reenvía de forma infinita a través de dichas redes.

 

Eduardo Aninat Ureta

 

Políticos que obstaculizan el proceso sanitario

Es necesario hacer un llamado urgente para que estos políticos y ciudadanos dejen de sembrar el pánico ante una situación mucho más acotada que la que expresan a través de periódicos e internet.

Es cierto que actualmente hay un problema de disponibilidad de camas que el gobierno debe afrontar. Durante la primera ola el reacondicionamiento de camas se alcanzó con el esfuerzo mayúsculo del personal de salud.

Es obvio que ese será el gran problema a resolver durante los meses de abril y de mayo, pero el manejo de la pandemia del presente gobierno ha demostrado un cumplimiento en las metas que se ha trazado.

No se trata de una visión de izquierda o de derecha, es un llamado a la responsabilidad cívica. A la luz de la experiencia de unos pocos países, la única salida que se vislumbra para salir de esta crisis es vacunando a la población en el menor tiempo posible.

Las declaraciones tendenciosas y populistas de estos políticos (Eduardo Aninat, exministro de Hacienda de Eduardo Frei, se refiere a la actual Cámara de Diputados como la peor de los últimos 30 años) han permitido que la velocidad de vacunación de primeras dosis esté disminuyendo en estas últimas semanas, quizás por los feriados o por priorizar las segundas dosis, pero también porque son declaraciones que ahuyentan el actuar y el discurso del gobierno en los sectores más jóvenes de la población, haciéndolos menos proclives a la vacunación y poniendo en riesgo la salud de todo el país.

Definitivamente, no es lo mismo tener vacunada a una gran proporción de la población antes de que termine junio, a que esos niveles de vacunación se logren recién en septiembre.

Hay muchas vidas en juego y está en manos de la población civil impedir nuevas muertes: los políticos siguen dando muestras de que no se hacen responsables de su papel en esta pandemia y sólo tienen sus ojos puestos en las múltiples elecciones que tendrán lugar este año.

Cualquier intento por obstaculizar el proceso de vacunación, patrocinado por la casta política, es por estos días un indicio de irresponsabilidad cívica que nos puede costar muy caro.

 

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Aníbal Ricci Anduaga (Santiago, 1968) es un ingeniero comercial titulado en la Pontificia Universidad Católica de Chile, con estudios formales de estética del cine cursados en la misma casa de estudios (bajo la tutela del profesor Luis Cecereu Lagos), y también es magíster en gestión cultural de la Universidad ARCIS.

Como escritor ha publicado con gran éxito de crítica y de lectores las novelas Fear (Mosquito Editores, 2007), Tan lejos. Tan cerca (Simplemente Editores, 2011), El rincón más lejano (Simplemente Editores, 2013)El pasado nunca termina de ocurrir (Mosquito Editores, 2016) y las nouvelles de Siempre me roban el reloj (Mosquito Editores, 2014) y El martirio de los días y las noches (Editorial Escritores.cl, 2015).

Además, ha lanzado los volúmenes de cuentos Sin besos en la boca (Mosquito Editores, 2008), los relatos y ensayos de Meditaciones de los jueves (Renkü Editores, 2013) y los textos cinematográficos de Reflexiones de la imagen (Editorial Escritores.cl, 2014).

Sus últimos libros puestos en circulación son las novelas Voces en mi cabeza (Editorial Vicio Impune, 2020) y Miedo (Zuramérica Ediciones, 2021).

Asimismo es redactor permanente del Diario Cine y Literatura.

 

Aníbal Ricci Anduaga

 

 

Crédito de la imagen destacada: Presidencia de la República / PA Images.

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