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«¡Felicidades!», de Juan José Becerra: La estación de los amores

Se trata de una novela necesaria que funciona como un espejo del mundillo literario contemporáneo. Además de entretener, el texto resulta novedoso y crítico, posicionándose en un centro para mofarse de ese discurso crítico, que incapaz de reconocerse en su condición de núcleo, está perdiendo todas aquellas batallas de ideas.

Por Joaquín Escobar

Publicado el 31.7.2019

Nunca es tarde para encontrarse con la prosa de Juan José Becerra. A pesar de que lleva años llenando de brillantez el panorama literario argentino, es la primera vez que un libro suyo desembarca en los escaparates locales. Por ello, hay que celebrar y difundir, no se puede pasar por alto la exquisitez de una obra que lleva largo tiempo tomando fuerza en toda la región.

“Alguien volvía a enloquecerse por mí después de muchos años. Así me gustaba entrar al amor, como si entrara a un edificio incendiado del que ya sé de antemano que no va a salir nadie vivo”. Después de leer esta frase de Juan José Becerra, cerré el libro y me quedé pensando. Era un lugar para detenerse, una cita que no podía pasar por alto. Después de subrayarla, me desvelé, me costó conciliar el sueño, fue recién cuando -por fin- estaba clareando que pude descansar por un par de horas con la frase aún rebotando en mi cabeza.

Aunque parece una novela de amor, ¡Felicidades! es un texto que utiliza al amor como un aliado para hablar de literatura y sus distintas formas de representación. Al ser el tema tratado desde un borde, no hallamos un abuso de retórica con respecto al desamor y sus variables, más bien, hay un pacto tácito de instrumentalizar un tema para hablar de otro.

Andrés Guerrero, supuesto experto en literatura, anda siguiendo el rastro de Julio Cortázar por Europa. Su propósito es realizar una importante exhibición con algunos de sus objetos, para ello, debe investigar, preguntar, insistir. Nada es tan sencillo ni azaroso, más bien, hay un trabajo de (re) apropiación del que se debe hacer cargo. Al recurrir a la figura de Cortázar, vemos el importante guiño que Becerra le hace a la academia argentina actual.

En todo el campo cultural transandino la figura del autor de Rayuela es denostada. Se le considera cursi y ramplón, se le pega con saña, como si fueran incapaces de reconocer todo lo que rodea un contexto. ¡Felicidades! al posicionarse de esta forma, ya resulta un texto político-literario sumamente interesante, pues toma partido por la figura del escritor desplazado. Julio Cortázar pasó de ser un centro que marcó a generaciones de lectores, a uno defenestrado con argumentos volátiles, y en ese atrincheramiento hay un interesante riesgo literario.

La oscuridad de los deseos humanos y la decadencia de las sociedades actuales son los otros dos grandes ejes por los que circula toda la novela. El viaje literario que tiene como circuito distintos puntos de Europa, se conjuga con lo que está pasando en un bar de Buenos Aires en el cual se espera la estrepitosa caída de Guerrero y de todo un discurso literario que, al parecer, contiene más marketing que viseras.

Una novela necesaria que funciona como un espejo del mundillo literario contemporáneo. Además de entretener, el texto resulta novedoso y crítico, posicionándose en un centro para mofarse de ese borde, que incapaz de reconocerse en su condición de núcleo, está perdiendo todas aquellas batallas de ideas.

 

Joaquín Escobar (1986) es escritor, sociólogo y magíster en literatura latinoamericana. Reseñista del diario La Estrella de Valparaíso y de diversos medios digitales, es también autor del libro de cuentos Se vende humo (Narrativa Punto Aparte, 2017).

Asimismo es redactor permanente del Diario Cine y Literatura.

 

«¡Felicidades!», de Juan José Becerra (Seix Barral, Buenos Aires, 2019)

 

 

Joaquín Escobar Cataldo

 

 

Imagen destacada: Fotomontaje entre el rostro de Juan José Becerra y su novela ¡Felicidades! (2019).

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