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[Homenaje] Renato Cárdenas Álvarez, tripulante del Caleuche

Al dejarnos en los albores de esta Semana Santa, sentimos el peso de una congoja que se irá despejando, como las nubes del Archipiélago Mágico, merced a los vientos benéficos de su invaluable legado: rescatar el patrimonio cultural de Chiloé más allá de los consabidos tópicos al uso, para otorgarles esa visión universal que en última instancia hace trascender las particularidades del propio imaginario.

Por Edmundo Moure Rojas

Publicado el 14.4.2022

Sería difícil encontrar una persona más enamorada de su tierra, de su pequeña gran patria, que nuestro chilote universal, Renato Cárdenas Álvarez (1949 – 2022), tripulante del Caleuche desde ayer, navegando alrededor de las 38 islas del Archipiélago Mágico, con su catalejo de sabio poeta, descubridor insaciable de novedades, primicias y tradiciones vivas de Chiloé.

Chilhué, «lugar de pájaros estridentes», la Nueva Galicia de los últimos realistas chilenos, renuentes a la integración en la nueva República criolla, incorporados por la fuerza al dominio continental, ocho años después de consolidada la independencia de España.

Un signo de nacionalidad originaria, en el sentido de diferenciación cultural y anímica, que asentaría el carácter chilote, producto de esa notable simbiosis entre la cultura huilliche y la hispana, representada esta última etnia por la presencia mayoritaria de encomenderos gallegos, desde enero de 1601.

A partir de una honda visión poética, Renato Cárdenas entregó su vida, su voluntad de acción y su particular inteligencia indagativa, a rescatar el patrimonio cultural de Chiloé, más allá de los consabidos tópicos al uso, para otorgarles esa visión universal que hace trascender las particularidades del propio imaginario.

Desde las manifestaciones lingüísticas, donde la dialectización del rotundo castellano se dulcificó, ampliándose en el dinamismo del lenguaje, por el influjo del mapudungún, en su versión huilliche, cuyos rasgos permanecen, sobre todo, en la toponimia, que se impuso a las nominaciones del conquistador ultramarino.

Asimismo, en los nombres de la rica flora de Chiloé, que Renato fue enriqueciendo a través de inagotables pesquisas y revisiones, precisando la entraña etimológica de las palabras.

 

Mitología y sincretismo religioso chilote

Otra faceta de enorme importancia etnográfica fue la recopilación del abundoso refranero chilote, donde se manifiesta la sabiduría popular, el entendimiento de su cosmogonía y las características y alcances de la vida social, con sus códigos consuetudinarios y sus normas peculiares de convivencia.

El sincretismo religioso, el maridaje con el animismo insular, se fueron plasmando en rituales y manifestaciones únicos en nuestro extenso país de Chile. Renato nos heredó, con la generosidad del amor, sus notables y originales interpretaciones sobre el particular, desde la construcción de los primeros templos católicos, donde la estructura de la techumbre es, literalmente, una gran nave de madera puesta de revés, y toda la estructura y mampostería asentada sin herrajes, sin clavos, solo mediante el artilugio magistral de los ensamblajes, el abrazo de la madera en sus conjunciones y recodos más secretos.

La liturgia religiosa exhibe su complemento musical, a través de diversas formas de expresión que parten desde la época colonial, a las que se van incorporando instrumentos y modalidades ultramarinas, como el acordeón, presente en la música religiosa y en la festiva profana.

Así, los estudios de Renato se abocaron a este importante ámbito de expresión, en el cual se hacen presentes ritmos y cadencias del sentimiento ancestral huilliche.

El estudio de la mitología chilota, en su pródigo imaginario, también ocupó los afanes del hijo de Calen, con una visión siempre reinterpretativa, procurando fijar documentalmente el bagaje escurridizo de la oralidad, recogiendo las diversas versiones locales, cuya variedad nos sugiere que Chiloé es un territorio muchísimo más vasto que la determinación numérica de la superficie territorial.

Uno de los últimos aportes de Renato Cárdenas Álvarez ha sido «contar Chiloé desde la cocina», a partir de la descripción encomiástica de los productos de su cultura de borde mar, donde la actividad campesina se une a la pesquera y marinera como en un solo e inseparable proceso productivo.

En fin, hablar de Renato es hablar de Chiloé, y viceversa, como diría su padre, Antonio Cárdenas, don Toño, que abrió para este cronista las puertas de Chilhué y sus fértiles comarcas, posibilitando la entrañable amistad con su hijo Renato, a quien tanto debemos (debo).

Al dejarnos en los albores de Semana Santa, sentimos el peso de una congoja que se irá despejando, como las nubes del Archipiélago Mágico, merced a los vientos benéficos de su invaluable legado.

Gracias, Renato Cárdenas Álvarez.

 

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Edmundo Moure Rojas, escritor, poeta y cronista, asumió como presidente titular de la Sociedad de Escritores de Chile (Sech) en 1989, luego del mandato democrático de Poli Délano, y además fue el gestor y fundador del Centro de Estudios Gallegos en el Instituto de Estudios Avanzados de la Universidad de Santiago de Chile, casa de estudios superiores en la cual ejerció durante once años la cátedra de Lingua e Cultura Galegas.

Ha publicado veinticuatro libros, dieciocho en Sudamérica y seis de ellos en Europa. En 1997 obtuvo en España un primer premio por su ensayo Chiloé y Galicia, confines mágicos. Su último título puesto en circulación es el volumen de crónicas Memorias transeúntes.

En la actualidad ejerce como director titular y responsable del Diario Cine y Literatura.

 

 

Edmundo Moure Rojas

 

 

Imagen destacada: Renato Cárdenas Álvarez.

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