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«Inzomnilandia», un cuento de Rodrigo Torres Quezada: Traidores que se dedican a sus sueños fantasiosos

El relato que publicamos a continuación -de carácter absolutamente inédito- ratifica las cualidades estéticas y creativas de su autor, quien acaba de lanzar a circulación la novela “Nueva narrativa nueva” (Santiago-Ander, 2018), en unos rasgos técnicos y propios que fueron definidos en este mismo Diario, por el crítico Julián Calvo Nimega, como una búsqueda artística: «que conjuga lo paródico con lo reflexivo, llevándonos a reír y a reflexionar con la misma intensidad, incorporando lo absurdo, lo patético, y las preguntas metaliterarias en una obra que, al fin y al cabo, aborda el vacío y el sinsentido de la existencia humana desde el pequeño mundo de la literatura».

Por Rodrigo Torres Quezada

Publicado el 24.6.2018

 

«Sé feliz».
Coca Cola

«Somos de los que toman café con un toque distinto».
Café Gold

«Nuevo interés del 5% con media mensual del 1%… Sé feliz».
Banco Estado

-Mi diagnóstico es el siguiente: todos ustedes padecen de insomnio crónico.

Las palabras del doctor llenaron de congoja a los Gutiérrez.

-Pero no se asusten- agregó el médico- Las familias como ustedes son de gran utilidad en el país de Inzomnilandia. Les aseguro que aquí el sentido de sus vidas está asegurado. Con esta receta pueden entrar gratis.

Al entrar al maravilloso país, los Gutiérrez fueron recibidos por un presentador que vestía con una librea dorada, un gorro multicolor y pantaloncillos de pegatinas.

-Bienvenidos a Inzomnilandia. Seguramente se estarán preguntando: ¿por qué nos tocó a nosotros? No teman, mis amados. Sepan ustedes que aquí llega lo más selecto del mundo. El insomnio, en este lugar, es recompensado con creces. Ustedes han sido bendecidos con el gen del progreso infinito. Siéntanse felices.

Los Gutiérrez se miraron entre sí con sorpresa. Eulalia miró a su hija Pancrasia; Domiceo observó con alegría al pequeño Silvio. Domiceo preguntó:

-Disculpe, señor presentador, mi familia y yo sufrimos de insomnio. ¿Es eso bueno en este lugar?

El anfitrión les dio una brutal sonrisa. Les guió hacia una de las fábricas más importantes de la capital.

-Vean lo majestuoso de nuestro mundo: las personas compiten entre sí para ver quién es el mejor; no existen las clases sociales, pero sí las clases profesionales. Si quieres progresar no puedes dormir, por ello necesitamos de ustedes, los insomnes, los creyentes en nuestro estilo de vida.

El presentador les indicó a los Gutiérrez un eterno sol que descansaba en el cielo.

-Aquí jamás es de noche porque siempre estamos despiertos. Somos personas ocupadas, trabajólicas y creyentes en el excedente.

El pequeño Silvio se aferró a las piernas de Eulalia.

-Mami, el señor dice cosas bonitas, pero todavía yo no soy alguien…

El presentador se llevó las manos a la boca. Respondió con temor:

-¿Ustedes no son nadie? Esperen un momento. Llamaré a mis amigos.

El presentador hizo sonar un silbato. De inmediato apareció un grupo de personas vestidas con uniforme blanco.

-Les presento a nuestros ingenieros sociales, gurús de nuestra población insomne. Él es el doctor Friedman, economista que cree en el progreso infinito por medio de la presión asistida, método por el cual nuestros amados ciudadanos son sometidos a un stress constante para que no duerman. También está nuestro querido Bacon, científico que por medio de los alimentos transgénicos modifica la percepción espacio-temporal de nuestros insomnes y obviamente, también está nuestro gurú sagrado de la metafísica del no dormir.

El gurú comenzó a proferir palabras cargadas de amor al progreso:

-Labor Omnia vincit, el trabajo todo lo vence, amén.

El doctor Friedman se acercó a los Gutiérrez, besó sus frentes y comenzó con el procedimiento cuántico:

-Ustedes aún no son alguien. Tenemos la solución a eso. No se olviden jamás de competir y ser mejores que el resto, ser proactivos, ese es su sentido. Aquí la ontología se define como la intoxicación del devenir. Comed de nuestra hostia, pequeños. Silvio, ten. Con este diploma serás un universitario lleno de proyectos. Pancrasia, toma. Este botox te permitirá ser una modelo feminista. Eulalia, con este cartón certificamos que en Inzomnilandia serás una mujer exitosa, vendedora de cremas Avon. Domiceo, Ponte este casco y serás el mejor ingeniero de la nación. Listo, con estas herramientas, ya sois “alguien”.

Los Gutiérrez se abrazaron dichosos. Se tomaron de las manos y cantaron la canción de Inzomnilandia:

-“Progreso infinito, digno eres de nuestras alabanzas. La luna no existe, el día es eterno. ¿Y qué transacción bursátil puede cohibir las aspiraciones competitivas de nuestro interés compuesto del 2%?”

El anfitrión despidió a los ingenieros sociales. Estos, al punto, se escondieron en sus esquinas sagradas para seguir investigando a los insomnes. Luego, les mostró a los Gutiérrez lo feliz que se puede ser en la nación.

-Amados, pequeñitos míos, escuchen la conversación cotidiana de nuestros habitantes insomnes:

-Dinero, dinero, dinero, ¿dinero? ¡Plaata! Dinero, dinero, mp3, tablet, pc, ¿dinero? Dinero ¡Dineeerooooo! Plata – dijo un habitante.

-Dinero, plata, publicidad, ¿dinero? ¿Dinero? ¡Dinero, dinero, dinero, dinero! Dinero, moneda, libra, dólar, peseta, centavo, peso. Playstation, alfombra roja, Justin Bieber, dinero… Dinero- le contestó el otro ciudadano.

Los Gutiérrez al oír la conversación sagrada se abrazaron entre sí y lloraron de la emoción.

-Mamita, este es el paraíso. Jamás pensé que sería tan feliz y dichosa. ¡Lo mejor que nos pudo haber pasado es no dormir, así podremos competir eficientemente y ser ciudadanos de prestigio!- dijo Pancrasia con lágrimas en sus ojos.

El presentador estaba callado. De pronto, pareció como si algo le hubiese incomodado. Se sentó en el suelo, cabizbajo.

-¿Qué le pasa, señor?- le preguntó Domiceo.

-Es que los resentidos nos odian. Aunque no lo crean, los insomnes no estamos solos- respondió el anfitrión. Entonces, levantó su índice e indicó la plaza central de Inzomnilandia. Aquí, dos bestias horrendas yacían ahorcadas.

-Esos seres… Se llamaban Kike y Keko… Un día, en medio del trabajo… Ellos… Ellos…- el presentador comenzó a sollozar- Ellos nos traicionaron y se quedaron dormidos…

Y descubrimos que no eran insomnes… Eran sonámbulos, o sea, unos traidores que se dedican a sus sueños fantasiosos.

Eulalia abrazó al hombre que lloraba sin poder controlarse.

-Calma, lo bueno es que están muertos. Se negaron al progreso y a la competencia, eran sólo unas lacras- le consoló Pancrasia.

De pronto, ante la sorpresa de los Gutiérrez, los cuerpos de Kike y Keko comenzaron a convulsionarse. Todos se miraron confusos. El anfitrión dijo:

-Maldición…

A lo lejos se escuchaba un sonido estruendoso. Cientos de sonámbulos venían del otro lado del mundo para fastidiar a los insomnes. El anfitrión y los Gutiérrez se tomaron de las manos. Recitaron la oración sagrada:

-“Capital peregrino, que tu estanflación inmerecida esté con Caduceo, Comercio y los santos. Ahorro”.

 

 

El escritor chileno Rodrigo Torres Quezada (Santiago, 1984)

 

Rodrigo Torres Quezada (Santiago, 1984) es licenciado en historia titulado en la Universidad de Chile. Ha publicado los libros de cuentos Antecesor (2014) y Filosofía Disney (2018) bajo el sello Librosdementira. También ha publicado distintos relatos en La Maceta Ediciones (2017) y la novela titulada El sello del pudú (Aguja Literaria, 2016). Así, también, la novela Nueva narrativa nueva (Santiago-Ander, 2018). Obtuvo el primer lugar el año 2012 en el concurso V versión Cuéntate algo de Biblioteca Viva. El año 2016, en tanto, se quedó con el primer lugar en el I Concurso Literario del Cementerio Metropolitano. El relato acá expuesto fue cedido especialmente por el autor para el Diario «Cine y Literatura».

 

Nueva narrativa nueva (Santiago-Ander, 2018) se encuentra disponible a la venta en las siguientes librerías: Qué leo Tobalaba, Ulises Lastarria, Librería del GAM, Librerías UC, Librería Proyección, Librería En el Blanco (Valparaíso).

 

Imagen destacada: Las actrices Miranda July, Tracy Wright, y Amy French en una escena del filme «Me and You and Everyone We Know» (2005), de la realizadora estadounidense Miranda July

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