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[Crítica] «La sonrisa de Shoko»: Respirar sororidad por todos lados

La excelente traducción al español de Jinjoo Jin y Sebastián Parodi, de esta antología de cuentos de la escritora surcoreana Choi Eun-young, y publicada por la editorial mexicana Bonobos, hacen de este volumen una lectura amplia sobre la vida cotidiana de su país natal, y una reflexión literaria acerca del rol femenino en el contexto de la hipermodernidad asiática de hoy en día.

Por Vivian Lavín Almazán

Publicado el 1.12.2020

Que la opera prima de una joven narradora sea elegida por 50 reconocidos autores y autoras de su país como “la novela de año”, es indicativo de un hallazgo. Esto es lo que sucedió con la nouvelle La sonrisa de Shoko de la autora Choi Eun-young (1984), en el año 2013. Pero el camino que ella debió recorrer para alcanzar el éxito que hoy goza y que pareciera ser una consecuencia natural a dicha distinción, ha sido más complejo.

Primero, enfrentó sus propios temores e inseguridades. Debió esperar a cumplir casi los 30 años para convencerse de que la escritura y la publicación de esos escritos era algo que debía hacer. Pero las reticencias no eran solo parte de su personalidad, sino de la conciencia que tenía de lo que su trabajo podía ocasionar en la escena literaria de su país: Corea del Sur.

En el fondo, Choi Eun-young sabía que publicar sería revivir algunos de los conflictos que tuvo durante toda su vida con su padre, a quien admiraba en su rol de profesor y activo partícipe de su gremio, la Unión Nacional de Profesores de Corea. Un hombre con el cual compartía su mirada crítica de la sociedad coreana actual pero paradojalmente tradicional y conservador respecto del rol de la mujer en el mundo privado y público.

Y no se equivocó: los duros comentarios sobre su debut literario se centraron más en su persona que en su obra. “Esta autora ya está condenada”, dijo alguna crítica. Pero le faltó agregar: “Esta autora está condenada… a ser exitosa”.

La ética y estética de la escritora Choi Eun-young se resume en la comprensión de su trabajo como autora. “Sin una escritura con una perspectiva feminista no sería capaz de sobrevivir. El feminismo es una especie de herramienta que ayuda a explorar la profundidad de la mente humana, y es evidente que el feminismo no puede ser separado de la escritura”.

Este contexto familiar y social permiten entender los elementos que encontramos en el libro La sonrisa de Shoko (Bonobos, México, 2018) que reúne a la novela corta del mismo nombre junto a otros seis relatos donde las protagonistas son las mujeres.

Shoko no es coreana, sino que japonesa, y ha llegado a Corea en el contexto de un intercambio estudiantil y se queda, durante una semana, en casa de Soyu. La decidida personalidad de Shoko impresiona a su anfitriona y produce un cambio en su hogar: su madre y su abuelo, con quienes Soyu tiene una relación más bien distante y parca, se muestran junto a la visitante extranjera, locuaces y atentos.

El cambio más radical se produce con el abuelo de Soyu, Mr. Kim, de quien cuyo pasado poco o nada sabe su nieta Soyu y, que sin embargo, Shoko logra penetrar con total naturalidad. Shoko y Soju entablan una amistad que sin embargo, no ausculta en la profundos conflictos que viven ambas adolescentes y que pueden esconderse detrás de una mirada o de una simple sonrisa.

La escritura de esta autora también se caracteriza por ser cosmopolita. Así, el cuento «Xin chào, Xin chào» se desarrolla en Plauen, Alemania hasta donde llega a vivir la familia Won debido al trabajo del padre de la protagonista. A partir de su amistad con Thuy, su compañero de curso vietnamita, es que ambas familias se visitan, y surge una especial relación de respeto y cariño entre ambas madres.

De manera magistral, la autora lleva hasta ese pueblo alemán, la historia reciente entre Vietnam y Corea del Sur. En el cuento «Hanji y yo», lleva al lector hasta un monasterio en un pueblo cerca de Lyon, en Francia, hasta donde llega como voluntaria la geóloga coreana Youngju.

Allí conoce a Hanji, un joven veterinario keniata con quien establece una amistad profunda que va relatando en un diario que comparte con el lector, centrado en el descubrimiento mutuo. Un diario que como un ritual termina en un glaciar. Una historia de amor poco convencional hasta en su manera de emocionar.

La sonrisa de Shoko es una antología que respira sororidad por todos lados: “Haeok, nadie me ha querido tanto como tú. Has estado a mi lado incondicionalmente; y me aceptas tal como soy, me comprendes. Aunque suene raro, has sido como una madre para mí”, sentencia la protagonista del cuento «Sunae, mi hermanita mayor».

En «El canto que vino de lejos», la narradora dice sobre su amiga Mijin: “Se avergonzaba de todo lo que formaba parte de su ser. También dijo que quería superar esos defectos y renacer como una persona nueva. Aunque no sé cuáles pensaba Mijin que eran sus virtudes, yo amaba todos esos aspectos de su personalidad que ella consideraba como defectos. Y, sobre todo, gracias a esos defectos, yo podía reír a menudo”.

Autoestimas femeninas confundidas y maltratadas que se encuentran regadas en estas páginas y que no requieren de grandes introducciones ni explicaciones, porque solo basta escuchar el testimonio de Yulia, la amiga rusa de Mijin, para entender:

“Tú no eres nada. Tú no eres nada. Mi padre me lo decía. Eres una chiquilla que no sirve para nada. Una chiquilla que solo es grande de cuerpo. Yo no quería que la gente me viera, pero mi tamaño aumentaba. Pensé que si andaba encorvada, al menos me vería más pequeña. Quería desaparecer. Esa fue la razón por la que cuando un hombre ruso me pidió matrimonio, me casé y vine a vivir aquí, como si estuviera huyendo”.

Las protagonistas son mujeres que huyen de sí mismas o deben cargar con el peso de otros, otra forma del abuso patriarcal. Así es cómo Micaela, recuerda a su madre en el cuento que lleva su nombre: “De adolescente, ella veía una relación conyugal en la que su padre estaba siempre en casa sin hacer nada mientras que su madre se dejaba la espalda trabajando, una relación entre un parásito y su huésped”.

Una analogía que nos remite a la película coreana ganadora del Oscar 2020 de igual nombre y que entrega mucha información para entender a esta sociedad y que reproduce los mismos males que se repiten en Seúl, San Petersburgo o Santiago de Chile.

Choi Eun-young explora las múltiples relaciones entre mujeres: madre e hija, hermanas postizas, amigas y también abuela y nieta, como en el relato «El secreto» con el que cierra esta conmovedora antología. Una historia que cuenta la historia de Malja, la abuela de Mijin, quien ha estado enferma por tantos años.

Malja está a la espera de la llegada de su nieta, que ya es una mujer de 28 años y que como profesora se ha ido a enseñar a China. La abuela cuidó a Mijin desde pequeña, sin embargo, fue la niña quien le enseñó a la abuela tantas cosas, y la más querida fue haber aprendido a leer y escribir de la mano de su nieta y la carta que le escribe dan cuenta de ese amor profundo y respetuoso entre ambas.

La excelente traducción de Jinjoo Jin y Sebastián Parodi de La sonrisa de Shoko al castellano y publicada por la editorial mexicana Bonobos, hacen de este libro una lectura amplia sobre Corea del Sur, y acerca del rol de la mujer en ese país y en el mundo hoy.

 

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Vivian Lavín Almazán es periodista, escritora y editora de amplia trayectoria en el campo de la cultura. Desde hace dieciséis años conduce programa radial «Vuelan las Plumas» en Radio Universidad de Chile y su versión televisiva en 13C. Creadora del Contenedor Cultural Latinoamericano Vuelan las Pumas cuyo objetivo es compartir libremente material cultural de calidad con una Red de Medios Asociados.

Autora de tres libros de entrevistas con destacados escritores, artistas, científicos e intelectuales chilenos y latinoamericanos y Mujeres tras las rejas de Pinochet, con testimonios de tres ex presas políticas de la dictadura.

Jurado del Premio Iberoamericano de Narrativa Manuel Rojas 2016. Miembro del Observatorio del Libro y la Lectura y Miembro del Comité de Recomendaciones del Sistema Nacional de Bibliotecas Públicas.

Ha sido reconocida por la Sociedad de Escritores de Chile (2005), la Cámara Chilena del Libro (2009), la Facultad de Ciencias de la Universidad de Chile ( 2010), con el Premio a la Excelencia Periodística Pobre el que no cambia de mirada (2009) y con el Premio Alejandro Silva de la Fuente, que entrega la Academia Chilena de la Lengua (2017).

 

«La sonrisa de Shoko», de Choi Eun-young (Bonobos, 2018)

 

 

Vivian Lavín Almazán

 

 

Imagen destacada: Choi Eun-young.

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