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«Manifesto»: Trece maneras de mirar el mundo desde el arte

El largometraje de ficción dirigido por el realizador alemán Julian Rosefeldt simboliza a trece collages que condensan una humanidad en llamas, víctima y responsable de la sociedad moderna capitalista, en un espectáculo lúcido, irónico, poético, y finalmente atrapante, estelarizado a su vez, por una deslumbrante Cate Blanchett.

Por Alejandra M. Boero Serra

Publicado el 27.1.2019

 

«No hay hechos, sino interpretaciones».
Friedrich Nietzsche

En 2017 se estrena Manifesto (2015), no una película, sí un híbrido de imágenes desenfocadas y tomas en perspectivas caleidoscópicas desde ángulos en donde la mirada se bifurca y se rearma. Y la poesía corrosiva de los Manifiestos de las vanguardias del siglo XX que irrumpen, en un linkeo desviado, con textos que van desde el manifiesto de Marx y Engels pasando por el constructivismo, dadaísmo, surrealismo hasta el pop y el expresionismo abstracto.

Un palimpsesto dentro de la gran instalación-performance, espectáculo visual-sonoro perforado por la voz en off o los monólogos de una mujer múltiple que vocaliza en continuas metamorfosis pensamientos e ideas sobre el arte.

«Todo lo sólido se desvanece en el aire», texto inaugural que abre…

Y una mecha se enciende y se transforma en mancha, abstracción en la que se inscribe: «Para lanzar un manifiesto, es preciso querer: ABC para fulminar contra 1,2,3; volar de ira y aguzar las alas para conquistar y diseminar pequeños ABCs y grandes ABCs; firmar, gritar, maldecir; demostrar el propio non plus ultra; organizar la prosa en la forma de una evidencia absoluta e irrefutable» (Manifiesto Dada, 1918). Y desde allí al gran tobogán, montaña rusa que nos lleva a permanecer atentos 95 minutos sin respiro. Desde el planteo escénico como videos-cuadros de una exposición que se exhiben sin pausas en un museo de arte contemporáneo  hasta lo conceptual del montaje que nos sumerge en historias donde no hay personajes que crecen, ni clímax ni desenlace, sólo una sensacional Cate Blanchett desdoblada en doce personajes.

La aventura de ruptura e insumisión de los manifiestos propuestos, transforman a este artefacto llevado al cine -que simula un filme- en un ejercicio de reflexión permanente: crítica de arte y crítica social, interpelación desde el arte que siempre es la gran grieta-grito despertador que bien nos cabe en pleno siglo XXI. Se atreven a decirnos que no saldamos las deudas del pasado. Las ruinas nos acosan desde este espejo astillado y acusan. Pasado y presente no llegan a construir un puente. Sólo reproducen un mismo caos repetido.

Un vagabundo, una maestra, una artista plástica, una ama de casa, una obrera, una corredora de bolsa, una viuda, una periodista…

Trece collages que condensan una humanidad en llamas, víctima y responsable en la sociedad moderna capitalista.

Un espectáculo lúcido, irónico, poético, atrapante.

Manifiestos que se cosen borrando las costuras, conformando un Manifiesto Total.

Proclamas que quieren cambiar la realidad.

Voces de un deseo que siguen desafiando por revolucionarias en tiempos de relatos hegemónicos que clausuran sentidos.

Textos visionarios que encienden e iluminan la opacidad de todo presente.

Obra que desestabiliza la mirada y remece el pensamiento en los pliegues, en lo disruptivo de los discursos.

«Nada es original. Roben de donde sea que resuene con inspiración o alimente su imaginación.» (Jim Jarmusch)

«Todo el arte contemporáneo es falso, no porque sea una copia, apropiación, simulacro o imitacion, sino porque carece del empuje crucial del poder, tripas y pasión…» (Sturtevant)

«Estoy en guerra con mi tiempo… Mañana comenzaremos juntos a construir una nueva ciudad.» (Lebbeus Woods)

Hay que puntualizar que texto e imagen no se complementan, se yuxtaponen problematizando al espectador que aún en esa brecha puede unir lo que allí se escenifica. Espectador que en todo momento es sumado al simulacro. Quien habla nos incluye. Y nuevamente las fronteras del arte se expanden…

Neófitos e iniciados, cada uno a su modo, leerá el relato que lo escriba y lo impulse o no a la acción, a la reflexión, a la contemplación.

Todos llevarán algo para su arcón personal.

Después de ver esta clara minifestación de arte y de vanguardia recordé un texto de Rafael Cippolini: «Un artista es un discurso móvil en la historia, nunca petrificado… muchas veces el pensamiento cristaliza en otra época, en retrospectiva…». Pienso en los que redactaron los Manifiestos, en quien dirigió y redactó Manifesto, en la actuación superlativa de Cate Blanchett y en la música de Atli Orvansson.

En Manifesto, como diría Didí-Huberman, «la imagen quema» al igual que las palabras. A lo que Rilke contestaría: «Si arde es verdadera».

 

Alejandra M. Boero Serra (1968). De Rafaela, Provincia de Santa Fe, Argentina, por causalidad. Peregrina y extranjera, por opción. Lectora hedónica por pasión y reflexión. De profesión comerciante, por mandato y comodidad. Profesora de lengua y de literatura por tozudez y masoquismo. Escribidora, de a ratos, por diversión (también por esa inimputabilidad en la que los argentinos nos posicionamos, tan infantiles a veces, tan y sin tanto, siempre).

 

 

La actriz Cate Blanchett en «Manifesto» (2015)

 

 

 

 

La crítica argentina Alejandra M. Boero Serra

 

 

Tráiler:

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