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«Michelangelo – Infinito»: Revisitando al genio

Este largometraje de ficción que cita al registro documental en su desarrollo plástico y audiovisual es un hermoso paseo cultural que se juega en los detalles. Actualmente en la cartelera local, se trata de un filme para (re) descubrir una obra de excepción y a un artista fuera de serie. Dirige Emanuele Imbucci.

Por Alejandra Boero Serra

Publicado el 23.10.2019

«En Florencia, el año 1474, nació a Ludovico Simón Buonarrotti un hijo al que impuso en el bautismo el nombre de Miguel Ángel por parecerle que era, más que mortal, celestial y divino…»
Giorgio Vasari

El arte de Miguel Ángel se mete en el mundo del cine de la mano del director Emanuele Imbucci. A través de los recursos del documental, en combinación con la dramatización a cargo de Enrico Lo Verso como el genio renacentista e Ivano Marescotti como su biógrafo Giorgio Vasari, se van revelando las creaciones del que quizás fue el primer artista que tuvo conciencia de sí y de su arte.

Michelangelo, frente a la cámara, nos interpela mostrando su carácter irascible, su pasión por la pintura y la escultura, nos cuenta sus técnicas y modos de «miglior fabbro» a la par que un Vasari eclipsado por la figura de este descomunal artista nos dice, entre otras confidencias: «era cosa increíble ver la altura de sus pensamientos y las dificultades que él ejecutaba con la mayor facilidad, para estupor tanto de los no habituados a ver obras tales cuanto de los versados en las buenas, pues las que ya estaban hechas parecían nada en comparación con las suyas».

Entre ambos, omnipresente la voz en off que nos detiene, susurrante, a medida que la cámara se acerca a los detalles -imposibles de alcanzar en vivo- de La Piedad, El David, El Moisés, El juicio final, La cúpula de San Pedro. Acá es cuando el guión de Emanuele Imbucci, Sara Mosetti y Tommaso Strinati convergen con la fotografía de Maurizio Calvesi y el montaje de Sara Zavarise. Director, guionistas, realizador de fotografía y montaje se llevan todas las palmas, es allí donde la película cala en profundidad y se adueña de una experiencia que nos tiene como protagonistas en este tour museístico con claros tintes didácticos. Es quizás por lo mismo que las actuaciones, aunque verosímiles y muy bien personificadas, pierden interés puesto que el foco atrapa e ilumina desde las creaciones. El documental biográfico se corre hacia la magnificencia -sensibilidad y precisión en equilibrio- de las obras de Buonarroti.

Una película filmada con la tecnología más avanzada, con planos detalle sobre la tela, el mármol o las paredes que, gracias al manejo de los contrastes de luces y sombras, exceden aún al ojo más especialista. Secuencias que van acompasadas por la música, especialmente compuesta, por Matteo Curallo.

Una película de contrastes como contrastante el genio del retratado. Todos quienes participan de esta obra están embelesados -exorcizados- con la figura del autor y la belleza infinita de su legado. Cuando van en busca de su arte trascienden los límites de la percepción. Cuando la luz cae en los actores, la película se aplaca, se apaga, casi una nota al margen frente a las Piedad, a Los esclavos que preceden al David…

Michelangelo – Infinito (2017) es un hermoso paseo cultural que, insisto, se juega en los detalles. Nominado a Premio David de Donatello a los Mejores Efectos Visuales, Miglior Documentario por el Italian National Syndicate of Film Journalists. Un filme para (re) descubrir una obra de excepción y a un artista fuera de serie.

 

Alejandra M. Boero Serra (1968). De Rafaela, Provincia de Santa Fe, Argentina, por causalidad. Peregrina y extranjera, por opción. Lectora hedónica por pasión y reflexión. De profesión comerciante, por mandato y comodidad. Profesora de lengua y de literatura por tozudez y masoquismo. Escribidora, de a ratos, por diversión (también por esa inimputabilidad en la que los argentinos nos posicionamos, tan infantiles a veces, tan y sin tanto, siempre).

 

Un fotograma de «Michelangelo – Infinito» (2017), de Emanuele Imbucci

 

 

 

 

Tráiler:

 

 

Imagen destacada: Un fotograma de Michelangelo – Infinito (2017), del realizador italiano Emanuele Imbucci.

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