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[Novedad] «Los llanos», de Federico Falco: La existencia y la escritura

Con su segunda novela, el autor argentino —quien ha alcanzado amplio reconocimiento en el circuito editorial hispanoamericano con sus seis anteriores libros de relatos ya publicados—, disputó con el narrador madrileño Luisgé Martín (finalmente su ganador), el codiciado Premio Herralde que entrega la Editorial Anagrama cada temporada.

Por Martín Parra Olave

Publicado el 12.1.2021

El escritor argentino Federico Falco (Córdova, 1977) se ha hecho de un espacio en el panorama literario latinoamericano, fundamentalmente a través de sus libros de cuentos. Sin embargo, el año 2020 lo cierra siendo finalista del Premio Herralde de Novela, con su obra Los llanos (Editorial Anagrama), un interesante trabajo sobre las consecuencias y las transformaciones que genera un quiebre amoroso.

No obstante, la historia no es única y exclusivamente el relato de esta triste situación, sino que se extiende, de manera rizomática, hacia el entorno natural que el narrador escoge para irse a pasar este doloroso momento:

“Armar un jardín que dure, que se prolongue en el tiempo. Zapiola es un ensayo general de ese sueño. Alquilar por dos años esta casa en medio del campo, rearmarse acá, atarse por un tiempo a esto”.

Renacer en medio del campo, haciendo un pequeño cultivo que le permita ir sellando la herida provocada por el desamor.

Con una profunda vocación descriptiva, la narración resalta de manera permanente un amor al lenguaje, con el cual se lleva adelante un trabajo estilístico muy poco frecuente al realizar una detallada descripción del entorno y de los momentos que el narrador va viviendo.

“Había abierto pequeños senderos entre la masa de olmos y álamos, caminitos despejados, el fondo cubierto de capas de hojas oscuras y húmedas, pudriéndose”.

Sin embargo, la alusión al lenguaje es permanente y crítica: “en la página escrita, un paisaje no es paisaje sino la textura de las palabras con que se lo nombra, el universo que esas palabras crean”.

Una novela cargada de sentimiento y mucha pregunta sobre el entorno, sobre la vida y las posibilidades de la escritura, Los llanos es un campo que a pesar de ser considerado un refugio para el narrador, también es un espacio duro y algo hostil:

“Zapiola es de esos pueblitos que nunca llegaron a ser del todo. Una línea de casas frente a la estación del tren. Dos boliches/almacén, “lo de Anselmo”, “lo de Zito”. Un grupito de construcciones solitarias en medio del campo, sin reparo, al rayo del sol. Un pueblo apaisado y amplio, un tanto inverosímil, más baldíos que casas, más vacío que pueblo”.

Se transmite perfectamente la pesadez del clima y la soledad del paisaje, un mundo rural, áspero y solitario. El narrador llega a ese pueblo para rearmarse luego de una ruptura o quiebre con Ciro, su compañero durante varios años y con el que se ha construido una casa y una vida.

“Qué hago solo acá?, ¿qué va a pasar ahora?, ¿qué hago con mi vida?”, se pregunta el narrador, mientras amplía la reflexión sobre su existencia y la escritura.

Las historias son una ayuda para quien las relata, una manera de hacerle frente a la soledad que se ha instalado en su vida: “Nos hablamos con historias, con anécdotas, con cuentos. Una forma de no hablar. Una forma de hacerse compañía”.

Sin embargo, esto es solamente parte del aprendizaje del narrador, quien además lucha para dejarse llevar por el campo: “tengo que dejar que el campo me llene y me enseñe”. Es durante su infancia, y mientras compartía algunas temporadas con sus abuelos, que descubrió los llanos y sus bondades, ese espacio abierto donde podía encontrarse consigo mismo:

“Yo en el paisaje. Yo en la llanura. Sin ayuda pero también en contacto. Era un espacio donde me podía encontrar a mí mismo. Era un espacio donde podía leerme”.

La llanura desierta da cobijo, el espacio acoge a los que buscan compañía del paisaje, a los que huyen de la guerra (los primeros italianos en llegar a Argentina), pero también es el hogar de los que desean escapar del quiebre sentimental.

En definitiva, Los llanos de Federico Falco, es un material artístico forjado sobre un lenguaje creativo y profundo, que a pesar de ser muy exhaustivo no cansa ni aburre, sino que por el contrario, empapa al lector de las variadas posibilidades de sentir y de vivir los acontecimientos que nos intenta presentar el narrador.

Y aunque ya cerca del final leemos que “ninguna palabra doma la pena. Ninguna palabra la espanta”, sabemos que contar una historia cambia al que la cuenta y si es buena cambia al que la lee.

Este es el caso.

 

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Martín Parra Olave es licenciado en gobierno y gestión pública de la Universidad de Chile y magíster en letras de la Pontificia Universidad Católica de Chile.

 

«Los llanos», de Federico Falco (Editorial Anagrama, 2020)

 

 

Martín Parra Olave

 

 

Imagen destacada: Federico Falco.

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