Icono del sitio Cine y Literatura

Pablo de Rokha: Hacia la modernidad poética

El trabajo creativo de Pablo de Rokha tiene muchas coincidencias con los versos de Pablo Neruda. Ambos crean mágicos mundos, tienen un ritmo envolvente, un verso libre y metáforas potentes que nos transportan a vivencias nuevas y sorprendentes del mundo de la palabra.

Por Ignacio Cruz Sánchez

Publicado el 7.12.2017

Su vida

El poeta Carlos Ignacio Díaz Loyola, más conocido como Pablo de Rokha, nació a la vida el 17 de octubre de 1864.

Pasó los primeros años de su infancia en Licantén y en otras zonas rurales de la Región del Maule, siguiendo a su padre en los trabajos que desempeñaba, hasta que a los siete años de edad se traslada a estudiar a la ciudad de Talca, ingresando al Seminario Conciliar San Pelayo, donde realizó casi la totalidad de sus estudios escolares. Lo expulsaron de allí en 1911, a sus 17 años de edad, cuando se encontraba a punto de terminar las humanidades, por leer y difundir “libros blasfemos”.

Se trasladó a Santiago, donde cursó el Sexto año de Humanidades. Luego inició estudios superiores, matriculándose en la Universidad de Chile, lo que finalmente no prosperó.

Siguiendo su inclinación, publicó algunos poemas en una revista de la FECH y escribió para periódicos de la capital. A los veinte años de edad, en 1914, regresó a Talca, y al poco tiempo se casó, teniendo varios hijos. Vivió en Santiago, San Felipe y Concepción.

Debido al apremio económico, por un tiempo se desenvolvió en una serie de trabajos. Administró propiedades, vendió frutas del país, compró y vendió insumos para la agricultura, además de otros.

Posteriormente se involucró con el Partido Comunista, donde canalizó su interés por lo social. Militó en este partido apoyando la candidatura de los ex presidentes Pedro Aguirre Cerda y Gabriel González Videla.

En 1949 vio fallecer a su esposa víctima de cáncer. Y como si ello no hubiera sido suficiente, en 1962 muere trágicamente su hijo Carlos.

En 1968 Pablo de Rokha decidió dejar esta vida, a los 73 años de edad, seguramente afectado por las tragedias familiares vividas.

Obtuvo tardíamente el Premio Nacional de Literatura, en 1965, tres años antes de fallecer.

Al recibir este premio, comentó: “Mis impresiones en este momento son contradictorias. Cuando vivía Winett, mi mujer, y también mi hijo Carlos, antes de que la familia se destrozara, este galardón me habría embargado de un regocijo tan inmenso, infinitamente superior a la emoción que siento en este momento. Hoy para un hombre viejo, este reconocimiento nacional que indudablemente me emociona, no puede tener la misma trascendencia”.

 

Carlos Díaz Loyola, al transformarse en el poeta Pablo de Rokha

Contexto de su obra

Los “libros blasfemos” que Pablo de Rokha leía, y que le valieron la expulsión de la escuela,  eran de Voltaire y Rabelais. Estos autores fueron grandes cuestionadores de su tiempo, y la referencia a ellos constituye una información importante para comprender la línea de pensamiento desarrollada por Pablo de Rokha en los años siguientes.

Voltaire fue un fiel hijo del renacimiento y fuerte crítico de su sociedad, además de protagonizar escándalos sociales y amorosos en su tiempo. Impulsaba la promoción del ser humano y del intelecto por sobre la religiosidad, llegando a formular fuertes críticas en contra del fanatismo religioso y defendiendo la tolerancia.

Rabelais, francés, monje benedictino de inicios del Renacimiento, fue un rebelde lleno de cuestionamientos e inquietudes, tornándose con el paso del tiempo en un personaje en extremo interesante. Dejó los hábitos, dedicándose  entre otras cosas a la literatura y a la medicina. Lo tildaron de ateo, en tanto que otros lo veían más bien como un crítico de la forma dogmática en que se vivía la religión en su tiempo.

Pese a la diferencia de épocas, de Rokha sintonizaba con las inquietudes de estos dos destacados pensadores que marcaron una nueva ruta en la evolución del humanismo y la religión en una época de grandes cambios hacia la modernidad.

El poeta reaccionó con rebeldía ante el dogmatismo religioso y los rígidos valores morales impuestos por su entorno. Esta evolución de su pensamiento derivó en el anarquismo, lo que fue en su caso una tendencia juvenil contestataria y rebelde ante las contradicciones  que veía en su sociedad. Él quería buscar en su ser interior su esencia, sin necesidad de permisos ni prohibiciones.

Como podemos apreciar, la época en que vivió el poeta marcó su trayectoria. Conoció una sociedad tradicionalmente conservadora, no sólo en lo religioso, sino también en lo social y lo político.

En lo social, de Rokha tuvo la ocasión de presenciar la decadencia de la oligarquía en Chile. Todo esto enmarcado en un convulsionado contexto internacional, que sufría el advenimiento del nazismo y de la segunda guerra mundial. Esto produjo, además de daños enormes, el aceleramiento en la llegada de la revolución industrial, lo que desembocó en la aparición del fenómeno obrero, y el reclamo de los trabajadores por condiciones más justas de trabajo.

Este importante cambio tuvo una fuerte respuesta de parte de la sociedad. La Iglesia Católica reconoció y abordó el problema a partir de la encíclica “Rerum Novarum”. Los partidos políticos, entre ellos los de izquierda, también reconocieron la necesidad de un cambio y escogieron lo que para ellos fue un camino hacia una vida mejor.

En general, la obra del poeta tiene un tono rupturista y crítico. Pablo de Rokha encontró su camino social a través de la política, militando en el partido comunista.

 

El poeta en compañía del futuro Presidente Salvador Allende, durante la década de 1960

Sus escritos

Comencemos a acercarnos a la obra del poeta obra leyendo su autorretrato, lleno de referencias a sus sentimientos y hacia la situación social de su época:

Autorretrato de adolescencia

“Entre serpientes verdes y verbenas, mi condición de león domesticado tiene un rumor lacustre de colmenas y un ladrido de océano quemado. Ceñido de fantasmas y cadenas, soy religión podrida y rey tronchado, o un castillo feudal cuyas almenas alzan tu nombre como un pan dorado. Torres de sangre en campos de batalla, olor a sol heroico y a metralla, a espada de nación despavorida. Se escuchan en mi ser lleno de muertos y heridos, de cenizas y desiertos, en donde un gran poeta se suicida”. (Pablo de Rokha)

Debo recalcar, junto con los críticos de la obra de este autor,  que su obra se encuentra íntimamente ligada a historia de su vida, por lo que cada línea de sus escritos refleja al poeta y a su tiempo.

En su período de búsqueda, de Rokha trabajó como periodista y publicó sus primeros poemas. Se relacionó con algunos que serían reconocidos después como grandes referentes literarios, como  Ángel Cruchaga Santa María, Pablo Neruda y Vicente Huidobro.  En su etapa vanguardista, de Rokha recibió una gran influencia de Vicente Huidobro y del modernismo.

Su carácter impulsivo le acarreó dificultades en su entorno, en especial con Pablo Neruda,  lo que le alejó de los círculos literarios de su época. La radicalidad de su crítica política y social le acarreó más dificultades aún al momento de buscar el éxito literario.

El poeta publicó  sus primeros libros en una época de cambios que contrastaba al siglo XIX de su infancia rural con la llegada de la modernidad,  enfocando su crítica en el futuro de la sociedad contemporánea.

En la obra de de Rokha “aparece un sujeto dislocado entre el aura de una modernidad vertiginosa en cuyo carrusel se balancean Lenin, Picasso, Einstein, Joyce, Gandhi, Ford, los aeroplanos, el zepelín, la radio (…) en contraposición a una cotidianidad rural que rescata la memoria del paraíso perdido y devuelve al poeta a su origen…” (Contratapa de libro de poemas “U”, de Pablo de Rokha, editado por LOM).

Para el poeta, igual que para muchos otros, debió ser bastante complejo adaptarse a un mundo en evolución, en el que la máquina, la tecnología y la guerra marcaron cada vez más fuerte su dominio frente al ocaso del estilo de vida menos sofisticado del siglo XIX.

Los siguientes versos reflejan claramente el horror y el desconcierto del autor ante los sucesos que estaban a su vista:

“Llegaron los aeroplanos amarillos, la luna negra con flecos morados, y todas las fábricas echaron a volar humaredas y canciones ultramarinas sobre los aperitivos urbanos; murió la gran sombra nublada de sudores municipales”. El sol se ha parado a comprar bencina sobre la catedral de Reims. Los dínamos de la actividad obligatoria aturden a las águilas de bronce afable y polvoroso que duermen en el ciprés de llanto y de fuego, y un vértigo de ventiladores en la muerte abrasa los pensamientos electromecánicos del panorama; la luna, helada de éter, patalea porque a Dios se le rompieron los neumáticos. España y los muertos parados a la sombra del sol sonoro. Einstein camina por la nada con el tiempo en los bolsillos panorámicos; y no se cae el planeta. La pregunta matemática de Edison perfora los sepulcros. Acodados en las montañas subterráneas, James Joyce y Picasso definen lo indefinible.” (Pablo de Rokha)

Por otra parte, De Rokha abordó con entusiasmo la lectura de los “poetas malditos”.

Estos “malditos” fueron escritores para los que sus grandes dotes creadoras fueron también su desgracia. Llevaban una vida solitaria, a veces trágica y autodestructiva. Desarrollaban temas más bien oscuros y deprimentes en sus obras, haciendo énfasis en el sufrimiento y tomando un estilo transgresor y fuera de lo aceptado socialmente.

Marta Luz Martínez nos ayuda a aclarar el concepto: “Los malditos viven una  existencia atormentada, no obtienen en vida el reconocimiento a su obra y muchas veces se enredan en una vida bohemia y son víctimas de una dipsomanía que los arrastra a una autodestrucción. También padecen  de la imposibilidad de mantener un trabajo estable, su conducta libre causa escándalo y tienen serios problemas con su familia que se cansa de soportar sus desvaríos artísticos y de otra clase”.

Me parece necesario aclarar que los llamados escritores “malditos”, son catalogados así por la línea temática de su literatura, más que por sus conductas. Éstos recogen temas difíciles, como el desamor, el absurdo, la soledad, el sufrimiento y la muerte. Dichas temáticas, debido a su sensibilidad de artistas, son experimentados por ellos con mucha fuerza, lo que los hace sentir este mundo de manera más sufriente que otros.

Para poner algunos ejemplos conocidos más cercanos a nuestra época y cultura, que nos acerquen a entender esta tendencia literaria, podemos nombrar a Edgar Allan Poe, Charles Bukowski, H. P. Lovecraft y otros.  Todos ellos se sienten fuertemente atraídos por lo oscuro, por lo pesimista y por los aspectos tristes de la vida.

Para terminar este análisis, hay algunas publicaciones del poeta que no puedo dejar de mencionar:

Con el impulso de su juventud, y un gran deseo de expresarse, de Rokha autoeditó su libro “Los gemidos”, una de sus primeras publicaciones, a la edad de 26 años.

Entrando en la adultez se interesó por el mundo político, reflejando en sus escritos esta inquietud.  Esto se reflejó en sus trabajos: “Cantos de trinchera”, “Imprecación a la bestia fascista”.

Pasado los años siguió interesado en la lucha social. Además en esta etapa se sentía traspasado por la muerte de su esposa, lo que se refleja en el libro “Fuego negro”:

“Acumulando los sepulcros de los héroes y los mártires de la tierra, desde la gran Asia mosaica al África ajusticiada por millones de degolladores de «Dios», desde la Europa de Marx a la América popular a la cual ahogó en alcohol la aristocracia-mercantil-enco-mendera, y a la gran oceanía cósmica, pantano del pasado, a la orilla mundial de la tumba única de la Plaza Roja y en donde repose el esqueleto de Jesucristo, encima de los océanos y los desiertos de acero, a la sombra de pólvora de los volcanes de Chile, que son el temperamento de la ciudadanía, por debajo de los osarios, por adentro de los milenios y las verdades de oleaje internacional, tu epitafio de universo caído en los siglos, gritará: Aquí duerme y crece para siempre la más hermosa flor de los jardines del mundo: WINETT DE ROKHA”.(Pablo de Rokha)

Para dar término a este comentario, que ojalá sea el comienzo de la lectura de su poesía, coincido en la opinión de los entendidos, en el sentido de que Pablo de Rokha podría estar entre los cuatro grandes de la poesía chilena del siglo XX, junto con Gabriela Mistral, Pablo Neruda y Vicente Huidobro.

A mi parecer, el trabajo poético de Pablo de Rokha tiene muchas coincidencias con los versos de Pablo Neruda. Ambos crean mágicos mundos, tienen un ritmo envolvente, un verso libre y metáforas potentes que nos transportan a vivencias nuevas y sorprendentes del mundo de la palabra.

Pablo de Rokha en especial, integra el mundo rural de su infancia con lo tradicional chileno a la modernidad y a todas sus complejidades, asumiendo una postura nueva frente al nuevo mundo que apareció ante sus ojos.

 

Portada de la primera edición de «Los gemidos» (1922)

Salir de la versión móvil