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“Principios básicos de rabiología”, de Nibaldo Acero: En tiempos de infamia, la resistencia de la palabra indócil

El poemario del escritor chileno dista de ser una apología de la rabia por el enojo, en el equivalente a un monstruo terrorífico desatado a diestra y siniestra, sino por el contrario, su volumen simboliza un vehículo de expresión, un texto inteligente, certero, político, al servicio de la transformación de una realidad y de la propia conciencia de su autor.

Por Francisco Marín-Naritelli

Publicado el 4.3.2019

 

“Es preciso llenar de algo el espacio que va del nacimiento a la muerte. ¿Entiende Ud.? Llenar de algo”.
Vicente Huidobro

Al contrario de los manuales de autoayuda baratos que profesan resiliencias insulsas, calmas soporíferas o exaltaciones al yo supremo; hablar, más aún, escribir desde la rabia tiene un inconfundible valor. En tiempos de espectáculo, de signos vaciados de sentido, de inoculadas anestesias, de fake news por doquier y, sobre todo, del rebrote de un pensamiento totalitario y conservador; la rabia conmociona, remueve, como un terremoto que destruye la dulce transparencia de un orden social anquilosado que se reproduce, sojuzgando el disenso, la diferencia. La rabia como gesto político, como un compromiso ético, cuando resiste desde la derrota. Así lo atestigua Nibaldo Acero (Santiago, 1975) en su poemario Principios básicos de rabiología (Bordelibre Ediciones, 2018), cuyo prólogo ya funciona como manifiesto al lector, situándose desde la vereda realista, descriptiva, sin complicaciones lexicales ni retóricas, agradeciendo desde ya…“la difamación y las traiciones, / porque me ayudan a abrazar con más fuerzas / a mis hijas por la noche”.

“Ojalá el discurso pase de ser el ácido / que limpiaba las tuberías de la historia, / a la palabra que lo incendie todo” (poema Kuva, pág. 56).

“Qué puede hacer este poema / más que arengar la virulencia / educar la insurrección ajena, / indignar las vasopresinas /las testosteronas, / ¡intentando dormir con la conciencia tranquila!” (poema Arenga de arena, pág. 58).

“Pero mi ¡No! endilgará siempre / hacia una furiosa Lati ¡No! américa: / llamada conciencia del desastre/ lucha perdida de clases. / Y porque anarquía no se escribe con hache, /ni revolución con un sí entremedio” (poema Disidencia en la tierra, pág. 64).

Hay un éxtasis sensual, una poética vigorosa de fuste rebelde en estos poemas. Porque no nos preocupa la cadencia, la armonía, la perfección de versos y estrofas. Nos interesa, por el contrario, afirmar un sentimiento, una ternura, una festividad, un arrebato que dilucida un estado del ser que (re)descubre su propia existencia. Una autoconciencia auscultada desde las pasiones y que ilumina las condiciones materiales del propio cuerpo y, tal vez, de todos los cuerpos. En el Chile de “las balas locas” o en la Franja de Gaza, donde acribillan a un niño palestino que jugaba “con una pistolita de plástico”.

“Entierro mis mandíbulas en ese ser, / en ese espantoso demonio que fraguó la ira. / Otro nació de mí: / uno parido de perturbadores bramidos / y de un áspero acero” (poema Bardo Cero, pág. 15).

“Yo no quiero seguir armando hormigueros / yo deseo ser jungla, / y llegar aún joven y morir ya muy viejo, / dando una feroz pelea en las sierras rebeldes de México” (poema LegoPardo, pág. 25).

“Como un perro me he lanzado a la yugular de los poderosos / y he cobrado, pero me deben aún un barril de sangre” (poema Perrock, pág. 53).

“Así, la razón será un puñado de agua / un poco más intragable, /dios seguirá siendo un renacuajo / y el amor y la amistad se mezclarán/ como la desembocadura / de nuestros pegados sexos. / Como la ansiedad mórbida de un vidente desdentado. / Como la ecografía de un pensamiento” (poema Capa cocha, pág. 49).

“Abandono por un momento la trinchera/ para orar por mí mismo, / por estos átomos de cuerdas vocales rotas, / por esta sangre maravillosa dentro o fuera del cuerpo. / Abandono las herramientas por un momento, / pero no a la tierra” (poema Bardo Cero, pág. 15).

Biopolítica. Un cuerpo con conciencia de sí. Pagano, mundanal, que rechaza las certezas de una metafísica, enajenaciones varias. Porque hay que acurrucar al niño que comía duraznos. Hay que hacer un festín solo con un tarrito de queso. Sentir la humedad, la tierra. Degustar el orégano, el limón y el aceite de oliva. Comer pan con manteca. Jugar una pichanga con los amigos. Desparramarse en barbecho un par de años. ¿Una poética cotidiana? Claro, pero más allá. No una poesía que se enorgullece de ser poesía. Que se declama alabando su propia constitución estética. Al contrario. Acero, siguiendo de cerca a Pablo de Rokha, nos habla de una poesía tectónica, de la sobrevivencia, del desempleo, del trabajo. Una poesía de las migas, de las manchas, de la pólvora y de las botellas colmadas y vacías.

“Es difícil escribir poesía / teniendo de fondo/ el olor / a lejía” (poema Poeta Rokhiano, pág. 19).

“¿A qué tanta dignidad de la futura palabra? / ¿Por qué la elegancia de los poetas?/ ¿Por qué no mejor su mierda? / ¿Por qué no su pólvora y sus navajas?” (poema Kuva, pág. 55).

“La digestión de flores del mal, / como zurullos dispuestos a perder la cabeza, / molares, cualquier órgano en donde ya esté instalada la poesía / con sus cochinas flemas” (poema Itinerario de un académico desempleado, pág. 18).

“Porque la poesía no le llega ni a los tobillos a la vida, / porque nadie en su sano juicio prefiere un verso / a un beso bien dado/ y quien lo ufane, / desde ya cuenta con mis decididas sospechas. / Pero si quiere así divulgarlo…a la verga, / porque yo creo que hasta la poesía misma preferiría agarrarse a cachas / a oír los versos de Mallarmé” (poema Poeta Rokhiano, pág. 20).

“Me arrepiento de haber escrito mi primer poema (…). Que la pluma no haya sido siempre una navaja / una molotov una botella quebrada” (poema Libre de poemas, pág. 37).

Interesa cómo el autor denomina los tres capítulos del libro de menos de 100 páginas (Nutrición y Morfogénesis, Reproducción y Patogenia). Términos tomados de la biología y la medicina para recusar, quizá, cierto saber heredado, una razón instrumental al servicio del mercado, bienes, artefactos, que nos son dados como verdades, naturalezas, construcciones de identidad preformateadas, como repeticiones en serie de patrones y conductas.

“¿Por qué no hacerle collera al mercado, / donde de verdad las papas queman? Y dejar de regar de saliva / aquella verde madreselva” (poema Kuva, pág. 56).

Por ejemplo, en el poema Caballito de madera, el hablante lírico nos habla de su infancia, de sus dolores, de la pobreza, pero, sobre todo, de la ausencia precisamente de un caballito de madera. ¿Por qué debía tener un caballito de madera como el resto de los niños, niñas? Con esto, reclama para sí un territorio experiencial propio, que lo define.

“Pero si no lo tuve no fue por la pobreza/ ni por la devoción de mis viejos. / No lo tuve porque jugaba con piedras y, /ya dije, con malezas que cobraban vida / y exigían gran parte de mi tiempo” (pág. 22).

“Y me veo a mí mismo, sin el caballito de madera / y no paro de llorar, porque, súbitamente, /recuerdo quién fui/ y qué hicieron de mí los recuerdos” (pág. 23).

También, en el poema El bestiario de Antonia, hay preguntas incendiarias ocultas en aparentes preguntas inofensivas a su propia hija, que reniegan la complacencia, la tradición, la rutinización de las acciones del día a día.

“¿ Y si fueran tus malas palabras/ una chistosa biblia rescrita / o, de manifiesto, una transparente y corajuda biblia / una de verdad, sin castigos ni plagas ni tantos arrepentidos?/ Una biblia no judeocristiana /sino de verdadera fe en los seres humanos, / de un amor demencial por el amor mismo, / ¡de locura absoluta por la absuelta y bella locura!” (pág. 30-31).

Nibaldo Acero se protege en los recuerdos. Allí se cobija, en la intensidad de su memoria. Una memoria que es como una suma de partes, fragmentos, restos de experiencias acumuladas a lo largo del tiempo. Un LegoPardo que constata que para escribir poesía hay que vivir, y que vivir es “dar la cara a la tierra en la que uno terminará muerto/ ¡pero rabioso!”.

En definitiva, Principios básicos de rabiología no es, coloquialmente hablando, una apología de la rabia por la rabia, como un monstruo terrorífico desatado a diestra y siniestra, sino un vehículo de expresión, un texto inteligente, certero, político, al servicio de la transformación si no de una realidad, al menos de las conciencias, de su propia conciencia. Cómo no recordar en este punto a Vicente Huidobro, a comienzos del siglo pasado, y su manifiesto Yo en Pasando y pasando (1914):

“Amo lo original, lo extraño. Amo lo que las turbas llaman locura. Amo todas las bizarrías y gestos de rebelión. Amo todos los ruidos de cadenas que se rompen”.

 

Francisco Marín-Naritelli (Talca, 1986), además de periodista y de magíster en comunicación política -titulado doblemente en la Universidad de Chile- las ejerce como profesor universitario y un prolífico escritor nacional, cuya última publicación es el libro de cuentos Interior con ceniza (Ceibo Ediciones, 2018). También es el director titular del Diario Cine y Literatura.

 

 

«Principios básicos de rabiología», de Nibaldo Acero (Bordelibre Ediciones, 2018)

 

 

Nibaldo Acero (Santiago, 1975)

 

 

Francisco Marín-Naritelli, director del Diario «Cine y Literatura»

 

 

Crédito de la imagen destacada: El escritor chileno Nibaldo Acero, por La Serena On Line (http://www.laserenaonline.cl).

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