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Relatos de «Bucear en su alma», de Juan Mihovilovich: Un recorrido de adentro hacia afuera

Este volumen de cuentos representa, ya desde su título, inmiscuirnos en una realidad no sensible, inmaterial, que acepta lo mágico e inexplicable como parte importante del ser y que nos muestra un modo único de comprender a sus personajes. Así, el escritor y juez magallánico nos acerca a un genuino tratamiento del entorno que le rodea, en donde el sueño, lo inexplicable y lo racional confluyen en un solo sentido o en muchos. El libro se lanzará oficialmente el próximo miércoles 26 de septiembre, a las 19:00 horas, en la librería del Centro Cultural Gabriela Mistral en Santiago.

Por Valeria González A.

Publicado el 19.9.2018

En palabras de Hegel, el arte es precisamente una aparición progresiva de la verdad, no es un juguete agradable ni útil, sino que es en sí mismo un despliegue de lo real. Así, al leer el libro de cuentos de Juan Mihovilovich, nos adentramos en las contradicciones propias del ser humano y en la paradoja de un narrador que no busca narrar, sino expresar su descontento o perplejidad ante sus circunstancias. Bucear en su alma tiene silencios, de esos silencios necesarios donde puede verse el desdén por la ironía ajena, el repudio a una sociedad viciosa y la búsqueda de una identidad que se presenta intrincada.

De un tiempo a esta parte en la narrativa de Mihovilovich empezaron a florecer las preocupaciones literarias, lo que ha dado paso a nuevos cuestionamientos en los monólogos de sus relatos, como es por ejemplo la resistencia a la teoría estética. Es que en el arte no hay ninguna clase de enseñanza, no hay ninguna posibilidad de entregar a otro algo que resulte elemental y trascendente. El valor absoluto de la obra de arte no puede decidirse. Es éste, en síntesis, el mensaje discursivo que proponen algunos de sus cuentos. El narrador interpela al receptor, rompe el esquema del lector pasivo y lo cuestiona insidiosamente. Es, quizás, la manera más auténtica de comunicarse con el lector sin artificios, recordándonos que su perturbación puede ser también la nuestra.

El arte, como la literatura, se considera una especie de dominio de la irracionalidad, de lo inconsciente, como un campo en el que están suspendidos los criterios de la logicidad. Y es esto justamente lo que nos muestra Bucear en su alma, ella nos invita a usar los sentidos, a bucear en el alma propia y en la de quienes vemos como diferentes, aunque por mucho son un reflejo de nosotros mismos en cuanto a impulsos, modos de comportamiento, naturaleza y raciocinio. El sentimiento de la vida que vemos en estos personajes sin nombre, en general nos asalta con una sensación que pasa a través de la reflexión del lector, en la que, de algún modo, se concentra precisamente esta fuerza que oscila entre el entusiasmo y el sufrimiento.

En la novelística de Juan Mihovilovich se toma partido, una y otra vez por las víctimas, dejando en evidencia que la historia está peinada a contrapelo, que, por lo tanto, lo real puede no estar en el punto de vista del vencedor. El discurso del autor tiene su perspectiva en lo oprimido y la expresión del sufrimiento individual o compartido. En los relatos de este nuevo libro, el elemento esencial es la voz del reprimido que ha sufrido un proceso de destrucción o fracaso en el que siembra nuevos anhelos. En este sentido, el dolor es de algún modo la única forma en que se puede pensar, sentir y experimentar la utopía.

Llama la atención que, a pesar de los cambios que ha tenido su narrativa, hay sellos propios que mantuvo y son ellos los que impresionan y atrapan al lector. Gran parte de sus textos nos invitan a resignificar la realidad literaria, dejando mucho a la imaginación de quien lee. Esto significa que los relatos, sobre todo los de mayor condensación escritural, optan por un lenguaje que lleva al máximo sus cualidades expresivas. Ingenio, sorpresa e ironía son las estrategias utilizadas para dar cuenta de la vida del hombre contemporáneo y su realidad, poniendo de manifiesto la precariedad económica, cultural y espiritual. “Oculista”, “Guanacos en Puerto Cisnes”, “Jotes”, “El juez y el loco”, son algunos de los cuentos y microcuentos en donde el sinsentido se apodera de los personajes, mostrándonos críticas asiduas al sistema de salud pública, la participación de los feligreses a la misa, los abusos sexuales de sacerdotes, la humillación del desvalido, la indolencia generalizada en función de lo meramente profesional, entre otras.

El lenguaje se deduce de la necesidad del hombre de expresarse y objetivarse a sí mismo. La esencia del lenguaje, de una u otra forma, por una u otra vía, se restringe a la creatividad espiritual del individuo y Juan Mihovilovich demuestra esto con creces. Desde la primera hasta la última página luce la calidad de escritor que es, encantando por el delicado tratamiento de la narración y la profundidad de sus letras. Bucear en su alma es un libro de cuentos que con precisión concierta las temáticas y obsesiones de la gran obra de este autor, pero que también apunta al lector para despertar de la dormida conciencia en que vive y se relaciona.

Bucear en su alma significa, ya desde su título, inmiscuirnos en una realidad no sensible, inmaterial, que acepta lo mágico e inexplicable como parte importante del ser y que nos muestra un modo único de comprender a sus personajes. Impresiona, por ejemplo, que Ricky, personaje con síndrome de down que aparece en el primer relato, perciba actitudes o comportamientos en su entorno que van más allá de la lógica. O el personaje de “Ser de sangre fría” que halla en un frigorífico un espacio de apego, ya por la cercanía con las labores familiares como por su agreste condicionamiento físico. En resumidas cuentas, el autor nuevamente nos acerca a este genuino tratamiento de la realidad, en donde el sueño, lo inexplicable y lo racional confluyen en un solo sentido o en muchos.

 

Valeria González A. es profesora de castellano, lenguaje y comunicación.

 

El volumen del narrador magallánico ya puede encontrarse en algunas librerías, tales como la Manantial de Santiago (al lado de la Plaza de Armas de la capital)

 

 

Juan Mihovilovic nació en Punta Arenas (1951), pero a la edad de 17 años se trasladó a Linares con su familia, producto de la destinación de su padre carabinero

 

 

 

Crédito de la imagen destacada: Simplemente Editores

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