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«Secano», de Antonio Gil: El sonido de un linaje silencioso

La novela del erudito escritor chileno es una invitación a retroceder en el tiempo y adentrarse en los parajes de añares de nuestro país, a través de un relato ficcionado con una narrativa aguda, divertida, de variadas posibles lecturas, y que dan cuenta de la idiosincrasia propia: se trata de un gesto a la memoria, tan necesario aquí, donde la cultura de lo desechable ha ganado el duelo.

Por Alejandra Coz Rosenfeld

Publicado el 5.12.2018

 

“Las ásperas comarcas del Secano Costero chileno, tierra dura y salvaje como pocas, fue conquistada a golpe de coraje y tenacidad, tal como ha ocurrido con todos los parajes esquivos del mundo. Y es en recuerdo de esas mujeres y esos hombres que lo hicieron posible que van dedicadas estas líneas, rudas y sin pretensiones.
Sólo como epitafio y recuerdo.”

Secano es un duelo vaquero de inicio a fin, un Western con mirada de gatillo y movimiento imperceptible.

Leer a Gil en Secano es realizar un viaje, donde se descubre y se redescubre un lenguaje olvidado de fines del siglo diecinueve. Es la descripción perfecta de esa particular forma de atravesar valles y llanuras y de recorrer la vida con espuelas y cinchas.

Libro de lectura solitaria e inexplicable que se recita, no se relata. Tiene un ritmo dinámico que urge contradictoriamente una lectura pausada, para que vaya haciendo carne la profundidad del honor y la gloria, donde se repta y se observa cada vuelo de pájaro, cada rajadura de piedra a causa del calor, cada sonido de escopetazo lejano; se agudiza el oído, se premedita cada movimiento de puma y donde un mal paso se paga con la muerte, tierra donde la traición no tiene salida.

Evidencia el imaginario de un mundo ocurrido que se vuelca sobre sí mismo en cada palabra escrita, que da cuenta de las asperezas de la salvaje tierra del Secano Costero chileno.

Gil habla de política y de religión, de un colectivo que aún se carga como linaje silencioso.

Utiliza un léxico que rememora un Chile olvidado.

“Hace mucho no ha hoyado la herrada de un caballo este sendero. Pensó escupiendo. Tras el estampido la bala pasó silbando lejos y un chisguetazo de arcilla negra se levantó a unos veinte pasos de Jinete.”

Las palabras se utilizan con la precisión de un corvo, los significados tienen el peso histórico, ejemplo de ello cuando nombra al cordero huacho, donde nombra a su vez al huacho pueblo y país sin padre. El lenguaje de jinete que recuerda las fundas, las botas, las monturas, los revólveres y el aguardiente. La solitaria vida sin mucha ley que recorre las tierras del más fuerte. Con un trasfondo de poder político/religioso de época, donde el voto se defiende a muerte y donde cada movimiento ajeno es escrutado. Los abusos de la Iglesia y sus seguidores son vengados por unos pocos, mientras que el resto hace vista gorda. Donde se desconfía hasta de la propia sombra. Se reconoce cada estampido bien o mal ejecutado. Lo mismo que sucede hoy en día con otras caras y otros escenarios. Porque el poder fáctico sigue su curso como antaño.

 “Bajando el fusil austriaco pensó, a toro pasado, cada quien vote por el que le salga de los huevos y aquí paz y después gloria. Amén de los amenes. Liberales y su reputa madre, mascó.”

De un humor solapado, negro y real.

Cada imagen tiene olor a la tierra chilena : “Un desánimo curicano se empoza en sus pensamientos. Un tedio sin fondo.”

“-Tate callao pollerúo e mierda, gritó otra voz trizada por el guarisnaque idahuino, un veneno malo con dos huevas.”

Secano recuerda la filmografía del cineasta Sam Peckinpah: es un filme de habla hispana.

 “Al cruzar la quebrada de los peumos Jinete supo que había salido de una mira pero solo para entrar en otra, peor. El carlista tenía fama de sensato, por una razón simple. Esta no era su guerra.”

Detrás de Secano hay erudición, hay lógica y aprendizaje. Desde la descripción de la flora y la fauna, del territorio, de la clasificación de las pistolas, de la forma de desplazamiento y manera de pensar. Todo calibrado bajo la mirada vaquera que huye hacia el Weste.

“Los escuchaba venir igual que la liebre sabe que vienen los galgos. Antes que estos salgan siquiera de sus caniles. Antes incluso que al cazador le venga el repentino antojo de tirar pal monte con una caramayola repleta de aguardiente de papa chanchera.

El Spencer con bala pasada y amartillado en el muslo. En la hoja del corvo uña de diablo destellan, como nunca, los árboles de la muerte, los ojos de ángel y las cruces de Salomón.”

“El chuchesumadre quedó con el culo parado entremedio de las raíces de un quillay y los sesos colgando. Había envejecido rápido.”

Secano es una invitación a retroceder en el tiempo y adentrarse en los parajes de añares de nuestro país, a través del relato de Jinete,  con una narrativa aguda,  divertida, con variadas posibles lecturas, que dan cuenta de la idiosincrasia propia, narra parte de una historia digna de rememorar, reconocer y atesorar. Es un gesto a la memoria, tan necesario en nuestro país, donde la cultura de lo desechable ha ganado el duelo.

“Lo grande, lo bueno, lo sagrado no arde carajo. Y de inmediato recordó la consigna de los “soteros” viejos de la Diez Oriente de Talca: “roto choro no estrila.”

 

Alejandra Coz Rosenfeld nace en Santiago de Chile, en 1972. Poeta, artista y terapeuta transpersonal, estudió letras y estética en la Pontificia Universidad Católica de Chile, y arte en el Palazzo Spinelli, de Florencia, Italia. Ha publicado el poemario Marea baja (Editorial Cuarto Propio, Santiago, 2017), y prepara su primer libro de relatos con el título tentativo de Las aguas de Neptuno y otros cuentos, y una segunda entrega de poemas, ya bautizada como La jabalina (Ediciones Filacteria, Santiago, 2019).

 

«Secano», de Antonio Gil (Lugarejo, Santiago de Chile, 2018)

 

 

La poeta y crítica chilena, Alejandra Coz Rosenfeld

 

 

Crédito de la imagen destacada: El escritor chileno Antonio Gil Íñiguez, por Daniel Rozas.

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