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«Troyano», de Alex Vella Gera: Intolerancia maltesa

El autor europeo Alex Vella Gera publica en Chile -a través de la editorial Librosdementira- su única novela traducida al español, la historia de un viejo escritor retirado que pasa de adherir a la izquierda de los años 60 para luego convertirse en un militante del conservadurismo católico.

Por Juan Pablo Sáez

Publicado el 12.8.2019

En un pasaje de su novela, Alex Vella Gera (Malta, 1973) pone en escena una áspera discusión entre dos viejos amigos de juventud, ambos escritores: Ganni Muscat, ya retirado (muy a su pesar), y Philip Caruana, un autor que, al revés de Muscat, se transformó en un súper ventas. La controversia entre ambos amigos es el núcleo de la novela pues en ella se expone ampliamente el punto de vista del protagonista. En medio de la discusión Caruana le cuenta a Muscat una historia. Un cura concurre casi todos los días a un servicio técnico para arreglar su computador ignorando que el encargado del lugar sabe que la razón del desperfecto es una serie de virus, o “troyanos”, que han atacado el disco duro del computador a causa del consumo indiscriminado de películas porno por parte del clérigo.

El cura seguirá acudiendo al servicio técnico los días siguientes sin saber que el encargado está perfectamente enterado de cuál es la razón del desperfecto. Caruana le cuenta esta historia a Ganni con el fin de ilustrar su principal argumento: las instituciones, incluida la sacrosanta iglesia católica, están conformadas por seres humanos, es decir, por sujetos falibles que juran públicamente no serlo. El servicio técnico es la metáfora de una ciudadanía consciente hace mucho rato de la falibilidad de las instituciones. Caruana, que con los años se ha vuelto un liberal de tomo y lomo, intenta así convencer a su amigo que abrazar los preceptos del conservadurismo católico, que es lo que Ganni ha hecho en la última década, es una estupidez mayúscula.

Troyano (Editorial Librosdementira), novela traducida del maltés al español por Antoine Cassar y por la cual Vella Gera ganó por segunda vez el Premio Nacional del Libro en su país, devela de esta forma el choque entre liberales y conservadores que ha puesto en tensión la política y la cultura maltesa de los últimos años. El propio autor experimentó los efectos de esta polarización cuando, en 2009, estuvo a punto de ser encarcelado tras la publicación de un cuento catalogado de “obsceno” por las autoridades, un escándalo similar al que vivimos los chilenos cuando, a principios de la transición, la actriz Patricia Rivadeneira posó desnuda únicamente con una bandera chilena sobre el cuerpo, en una performance contra la discriminación realizada en el Museo de Bellas Artes.

En Troyano asistimos a los últimos meses de vida de un Ganni Muscat absolutamente sobrepasado por los cambios de la era postmoderna y digital. Tras un viaje a Checoslovaquia a fines de los 60, donde es testigo de la invasión de los soviéticos a Praga, intervención que tuvo por objetivo aplastar la ola reformista del gobierno checo, Muscat cambia de bando adhiriendo progresivamente al conservadurismo católico de su país, en una dirección contraria a la tomada por su amigo Philip quien no solo se vuelve un rock star de las letras sino también lo que los franceses llaman un “bobo”, un burgués-bohemio que gusta disparar contra el establishment sin necesariamente desear su aniquilación. Es justamente este gatopardismo —cambiar todo para que nada cambie— lo que Muscat critica de las élites, personificándola en su amigo: “La gente como tú es la razón por la que la vida se ha hecho mezquina”, le espeta a Philip. “La gente como tú, con su egoísmo, ha roto todo lo bello en este mundo. El mundo moderno lo hicieron ustedes, ustedes son los verdaderos diablos (…). Estamos viviendo en un infierno por culpa de ustedes. La gente como tú es la causa de que mi hijo terminara siendo un drogadicto. Fueron ustedes quienes crearon esta cultura del hedonismo, esta sociedad donde nada significa nada, donde lo importante es pasarlo bien y consumir”.

¿Pero qué autoridad tiene Muscat para pontificar así, con esos aires de autosuficiencia, si él mismo no es precisamente un ejemplo de perfección? Es lo que le pregunta Philip enrostrándole dos hechos: haber engañado alguna vez a su mujer, Inés, y no ser capaz de evitar que su hijo Miguel se volviera un drogadicto. Como el caballo de Troya, Muscat intenta hacerse pasar por un hombre impoluto. Es lo que cree su amigo. Al adherir a los preceptos del conservadurismo católico lo que Muscat busca en realidad es deshacerse de la culpa y reprimir la pulsión rebelde que alguna vez lo caracterizó. Lo anterior se traduce en rabia, una rabia que al no ser canalizada en un torrente creativo se dirige contra él mismo y contra los demás. “Gann, si estás tan desengañado del mundo a tu alrededor, ¡escribe! Es la única arma que tienes”, le dice Philip al final de la discusión que los separará definitivamente. “Saca esa rabia que tienes de tu sistema, en lugar de meterte conmigo y acribillarme así, como si yo fuera la causa del colapso moral que ves por todas partes”, agrega.

Uno de los aspectos más logrados de esta novela es la elección que hace el autor de sumergirse en la mente de su protagonista y en el de su esposa, Inés. El narrador omnisciente pasa con facilidad del relato de hechos objetivos a la descripción de pensamientos tan íntimos como prohibitivos. Un ejemplo: alegrarse de la ausencia definitiva del marido. Le ocurre a Inés tras la muerte de Ganni: “Pocos días antes se había sorprendido revoloteando alegremente por la cocina preparando un guiso, sin que Ganni se le pasara por la cabeza, y en cuanto se dio cuenta de que de verdad estaba contenta sola, aquella alegría hermosa e inocente se esfumó. Tantos años cuidando de él, preparándole de comer, lavándole la ropa, asegurándose de que no faltara nada, teniendo paciencia con él, escuchando sus lamentos, criando a su hijo”.

De esta manera la imagen de la familia tradicional que el matrimonio Muscat se esmera en cultivar se ve continuamente baipaseada cuando accedemos a los pensamientos de la pareja. Ocurre por ejemplo cuando el hijo de los Muscat regresa a la casa de sus padres tras someterse a un tratamiento de desintoxicación. Lejos de la felicidad del regreso, la presencia de Miguel es vista por el pater familia como la personificación de su propia derrota: “Después de que Miguel hubo terminado el programa de rehabilitación y curado del vicio de la droga, incluso luego de las múltiples pruebas que dio de ser ya un hombre nuevo y responsable, Ganni siguió considerándolo un fracaso personal. Que si se hubiese esforzado más, que si lo hubiese disciplinado mejor o si no hubiese permitido que Inés se entrometiera con aquellos sentimientos femeninos que, por muy lindos que fueran, no ayudaban a un niño a hacerse hombre, que si esto y lo otro”.

El autor de Troyano evita la descripción burda y conformista del paisaje político y cultural de Malta, sumergiéndose en la intolerancia de quienes, en el silencio más absoluto, se autoperciben como los derrotados de la era posmoderna y digital, los náufragos de un cambio de época, muchos de ellos antiguos militantes de la izquierda sesentera convertidos hoy al conservadurismo, nostálgicos de un mundo aparentemente más simple y jerarquizado. La intolerancia maltesa bien puede ser leída como la intolerancia mundial.

 

Juan Pablo Sáez (Santiago, 1975) es un periodista y escritor chileno.

Ha colaborado con artículos literarios para los sitios electrónicos IntemperiePaniko y Soy Pensante y para el diario La Estrella de Valparaíso. También escribe artículos políticos para el sitio El Mostrador.

Desde 2009 ha participado en distintos talleres literarios, destacando los cursos de los escritores Jaime Collyer, Pablo Simonetti y Matías Correa.

En el año 2018 publicó su primera novela, Operación réquiem, bajo el sello «Roja y Negra» (Penguin Random House).

 

«Troyano», de Alex Vella Gera (Librosdementira, 2019)

 

 

Alex Vella Gera

 

 

Juan Pablo Sáez

 

 

Crédito de la imagen destacada: Editorial Librosdementira.

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