Mientras la revista «VD» del diario «El Mercurio» registra en su última edición la restauración de un inmueble construido por el famoso arquitecto Ricardo Larraín Bravo en Santiago Centro, otro célebre conjunto habitacional diseñado por el histórico creador, pero situado en la comuna de Providencia, vive una situación de deterioro y de degradación urbana en caída libre.
Por Enrique Morales Lastra
Publicado el 16.6.2025
Corría el duro año 2021, y en un significativo sector de la comuna de Providencia especialmente maltratado por la pandemia del Covid-19 y sus consecuencias materiales (quiebras de oficinas y empobrecimiento general), llegó un «inversionista» que comenzó a arrendar casas patrimoniales a precios por sobre el mercado, y en las cuales empezaron a gestarse una serie de hostales clandestinos (administrados por ciudadanos colombianos), pero también prostíbulos e inmuebles donde se ejercía el comercio sexual las 24 horas del día.
Lo que se pensaba sería un problema pasajero —mientras discurría la crisis económica gestada por la emergencia sanitaria y los vecinos ordenaban sus «platas», como dice una vecina—, se ha transformado en un conflicto urbano que se ha extendido, sin embargo, por los siguientes cuatro años (2021 – 2025), y el problema de seguridad y de acuciante incivilidad que se atestiguan cada día en el barrio, se encuentra lejos de ceder.
A mediados de este mes de junio, en efecto, son tres los inmuebles que ubicados al interior de los límites del conjunto habitacional William Noon, se dedican full time a la prostitución, y que de esa forma convierten en víctimas de sus externalidades negativas, tanto a los vecinos como a los usuarios del barrio.
Y pese a que las urgentes dificultades del condominio protegido por la Ley 17.288 sobre Monumentos Nacionales y por su Reglamento sobre Zonas Típicas o Pintorescas (promulgado en 2016), han sido inclusive expuestos con detalles en recientes y sucesivos concejos municipales de la administración local donde se encuentra emplazado (cinco en total), las coyunturas urbanas que afectan a los edificios diseñados por los famosos arquitectos Ricardo Larraín Bravo (1879 – 1945) y Víctor Jiménez Cruz en 1928, se mantienen a pie firme y bajo el goce de un excelente estado de salud.
A este respecto, la revista VD del diario El Mercurio, dedicó en su último ejemplar del sábado 14 de junio, un artículo con el fin de describir la exquisita restauración que se ha prodigado a una casona diseñada y construida por Larraín Bravo, ubicada frente a la Iglesia de San Ignacio, pero en la comuna de Santiago Centro: la también llamada antigua casa Valdés Bustamante.

El arquitecto Ricardo Larraín Bravo
Vecinos son afectados en su integridad psíquica por el auge del comercio sexual
Si hay algo que distingue a la Zona Típica William Noon corresponde a la rica transversalidad social que caracteriza a sus propietarios, entre los cuales se cuentan a comerciantes dedicados a la venta de empanadas, exasesoras del hogar, secretarias parroquiales, contadores, antropólogos, profesoras de liceos emblemáticos y la presencia de dos figuras públicas y nombres destacados de las artes visuales y escénicas chilenas: los del pintor Pablo Mac Clure Hortal y el del actor Alexei Vergara Aravena.
Este último, también ejerce como decano (máxima autoridad) de la Facultad de Artes de la Pontificia Universidad Católica de Chile.
Con todo, y cada vez que se produce la fecha de dirimir al vencedor del Premio Nacional de Artes Plásticas, la valorada obra pictórica de Mac Clure despunta entre los naturales y habituales candidatos para quedarse con el codiciado galardón.
Por su parte, el rostro de Vergara ha personificado importantes roles interpretativos en el teatro nacional, tales como el de su celebrada participación en el montaje La lengua en pedazos de La Compañía La Calderona, y presentada con gran éxito de crítica y de público en el Centro Cultural Gabriela Mistral (GAM) durante su temporada 2015.
Así, y junto con los conocidos patronímicos de Mac Clure Hortal y de Vergara Aravena, son casi 40 las familias, que de heterogénea y diversa extracción cultural, se han convertido en verdaderas víctimas —en su ya atormentada existencia cotidiana— de las flagelantes consecuencias del llamado comercio sexual.
En especial, se hace referencia a las profundas complejidades urbanas y de protección —que generan en una cuadra de las calles Manuel Montt, Alberto Magno y Eliodoro Yáñez—, la impunidad de las cuales disfrutan tanto el ejercicio de la prostitución, como el acelerado desarrollo de los denominados hostales clandestinos.
Hoy —repetimos— son tres los inmuebles de la Zona Típica que son utilizados para el ejercicio del proxenetismo.
En su momento (primer semestre de 2023) llegó a constatarse la sorprendente cantidad de cinco prostíbulos distintos que existían y realizaban sus polémicas actividades, en el interior de los límites urbanos del llamado conjunto habitacional William Noon de la comuna de Providencia.
Los dueños de cada una de esas propiedades reciben entre $5 y $7 millones por concepto de arriendo al final de cada mes.
«¿Qué pasa si ocurre otro incendio devastador en el barrio?», se pregunta una vecina del condominio de carácter patrimonial.
«Lo más probable es que los arrendatarios o subarrendatarios de esas direcciones —continúa la comunera— se vayan cascando y tranquilitos a instalarse para otro lado, mientras que nosotros nos quedamos con las casas destruidas y el trabajo de toda una vida hecho añicos», concluye la propietaria que evita dar su nombre, por el temor a las represalias de esas redes, que peligrosamente se acercan en sus formas de operar, a los rasgos del denominado y temido crimen organizado.
«Sólo somos gente normal, de esfuerzo y de trabajo, que desea vivir en paz», concluye la mujer.

El artista visual Pablo Mac Clure Hortal en su taller de trabajo en la Zona Típica William Noon

El actor Alexei Vergara Aravena en el afiche propagandístico del exitoso montaje «La lengua en pedazos»
Hostales clandestinos que prosperan sin control
Por otro lado, con la carencia o bien la ausencia de la autorización comunal necesaria (a la fecha de hoy), ejercen como residenciales, hostales o simples lugares que prestan servicios de alojamiento, las siguientes direcciones emplazadas en la Zona Típica William Noon:
Alberto Magno 1346, Alberto Magno 1347, Alberto Magno 1360, Alberto Magno 1366, Alberto Magno 1370, Alberto Magno 1376, Alberto Magno 1383, Alberto Magno 1396, Alberto Magno 1421, Manuel Montt 488, Manuel Montt 492, Manuel Montt 520, Manuel Montt 522 y Manuel Montt 526 (estas dos últimas propiedades se encuentran unidas en su interior, y juntas ofrecen —bajo el resguardo que garantiza la impunidad—, una disponibilidad de once habitaciones en total).
También, se pudo detectar a una casa (Eliodoro Yáñez 1346) en la cual una serie de profesionales del área de la salud (psicólogos) atienden a sus pacientes sin presentar en los registros municipales las respectivas patentes para tales propósitos de consulta médica.
Asimismo, en el inmueble de Alberto Magno 1340 se acaba de instalar un centro de salud subrepticio, con oficinas donde se ofrece atención psicológica, consultas de obstetricia y atención ginecológica.
Como guinda de la torta, un ciudadano colombiano de nombre Albeiro (quien de acuerdo a la versión de algunos vecinos cercanos a su persona, se encontraría en calidad de indocumentado o bien de irregular en el territorio nacional), administra cuatro casas patrimoniales y las hace funcionar como hostales ilegales sin ningún tipo de impedimento —junto a su pareja de la misma nacionalidad, llamada Lina— en la calle Alberto Magno (numerales 1346, 1366, 1370 y 1376).
«El municipio es una cañería abierta las 24 horas, los 365 días del año»
Desde la Fundación Pensar Providencia, integrada por el politólogo Gonzalo Quezada y la ingeniera civil María Alejandra Leiva, son profundamente críticos en torno al grave diagnóstico de abandono que evidencia la Zona Típica William Noon, y enfocan sus dardos de análisis en la actual administración comunal, encabezada por el alcalde Jaime Bellolio Avaria.
—¿Cuáles son tus observaciones generales acerca del fenómeno del comercio sexual y de los hostales clandestinos que prosperan libremente y al parecer sin atajo en la Zona Típica William Noon?
—En relación a lo que te refieres en la Zona Típica, lamentablemente no es un fenómeno que ocurre solo en William Noon. Providencia Poniente, el soweto para muchos, ha sufrido un brutal deterioro no solo urbano sino también social, particularmente desde la aprobación del último Plan Regulador de 2007. El plano en comento discriminó seriamente a nuestra comuna, estableciendo espacios abiertos al libre e ilegal albedrío.
En el municipio, particularmente en la DOM (Dirección de Obras Municipales) y en la Dirección de Atención al Contribuyente (DAC), no existe prácticamente ninguna restricción a la instalación de diversas actividades en el sector poniente de la comuna.
Así, de las más de 60 mil patentes comerciales, la permanente estafa de las patentes administrativas y las más de 1.635 patentes de alcoholes que actualmente existen, la gran mayoría se concentran en el sector poniente.
De esta forma, el actual alcalde ha insistido en otorgar cada vez más patentes de alcoholes, en los tres polos de delincuencia de la comuna, Bellavista, Manuel Montt y el barrio Santa Isabel, señalando que sus patentes son la fuente de financiamiento, que permite desarrollar diversos planes sociales.
Esta falacia, como muchas de las que ostenta, tiene una particular contradicción, promueve la delincuencia para financiar su absurda ‘vida buena’ y mientras tanto los providencianos pasan a ser la carne de cañón del libertinaje que los destruye, los obliga a vender sus propiedades a precio de banana y son obligados a emigrar a lugares lejanos de donde crearon sus raíces.
«Respetar la cultura, el patrimonio, se ha convertido en una actividad despreciada»
La segunda razón que se puede mencionar —prosigue Gonzalo Quezada— es que el patrimonio es un concepto que en nuestra comuna pasa a ser una cuestión de marketing para adornar sus decorativas publicaciones.
Todas las distinciones patrimoniales, las establecidas por el Consejo de Monumentos Nacionales como las Zonas de Conservación Histórica, tienen la misma cuestión en común: son propiedades construidas hace decenas de décadas, la mayoría en condiciones que hoy día no serían aceptadas por ninguna norma de construcción, en consecuencia, con un valor comercial muy bajo, lo que conlleva que ponerlas en valor requiere de una importante inversión, algo que los vecinos o no pueden o no quieren hacerlo.
Renglón aparte, el que tu propiedad pertenezca a cualquiera de estas categorías se convierte literalmente en una prisión para sus propietarios, dado que las propiedades se convierten en un lujo muy poco atractivo, por las siguientes razones:
No hay ningún aporte que sea considerado al propietario de la vivienda, es decir si hay que hacer arreglos para que sean medianamente habitables, corre por cuenta de quien la posee.
El Servicio de Impuestos Internos (SII) suele tasarlas como castillos en Europa, lo que conlleva cuatro cuotas anuales de bastante costo.
Teóricamente, cualquier intervención que se le haga a la propiedad debe ser realizada por un arquitecto y particularmente en las zonas típicas solicitar la autorización del Consejo de Monumentos Nacionales (Seremi de Vivienda en el caso de las Zonas de Conservación Histórica), lo cual tiene un costo adicional muy importante.
Así todo, la valorización de la propiedad no mejora. Y si con gran esfuerzo la mejoras y quieres dedicarla, por ejemplo, a alguna actividad cultural, el municipio le da patente a un flaite, que se instala al lado de tu propiedad poniendo carteles en la vereda ofreciendo happy hour toda la noche, salchipapas con chelitas y música de narco como telón de fondo.
Respetar la cultura, el patrimonio, se ha convertido en una actividad despreciada, con el gentil auspicio de nuestro municipio. Te conviertes en uno más de los que queremos apagar la comuna. El flaiterío es el trending topic.
Ante el escenario descrito, ¿qué es lo que hace el municipio?
Nada, deja que esas propiedades sean utilizadas en lo que a los dueños o arrendatarios hagan lo que quieran con ellas, y así disminuye seriamente los reclamos.
Barrio de los Generales: emigró más del 90 por ciento de los residentes
Un caso que ejemplifica esto —afirma Gonzalo Quezada—, se dio en el denominado Barrio de los Generales, el cual con el rechazo de todos los propietarios fue establecido a la fuerza como Zona de Conservación Histórica y como compensación se les otorgó el maldito decreto 6.1.09 el cual permitía prácticamente cualquier actividad comercial, digo prácticamente porque estaban prohibidos los cementerios y los aeropuertos, lo demás lo que tú quisieras.
Dieciséis años nos costó a los vecinos derogar ese decreto, pero en el intertanto emigró más del 90 por ciento de los residentes a cambio del deterioro sin retorno que vive en la actualidad este barrio y con un comercio abundante en bares, restaurantes de mala muerte, reparadoras de bicicletas, prostíbulos y cuanta basura se te pueda ocurrir.
¿Qué valor tienen las propiedades del Barrio de los Generales?
Las que no tienen las actividades descritas, la gran mayoría o están en arriendo o en venta por años. Está claro que lo que no se ha prostituido va a ser un barrio de arriendo de piezas para emigrantes o estudiantes de pocos recursos.
¿Qué dice el alcalde?
Que prefiere una propiedad ocupada que una desocupada.
¿Qué más dice?, que donde hay ruido hay vida y disminuye la delincuencia.
A pesar de ser economista poco sabe de mercado, un ladrón es obvio que va a preferir un sitio poblado de gente a uno sin clientes, pero es el alcalde y no se le puede discutir, porque a menudo señala que tiene veinte años en política y eso convierte su palabra en una suerte de palabra de Dios.

Pensar Providencia se encuentra integrada por la ingeniera civil María Alejandra Leiva y por el politólogo Gonzalo Quezada
«El entorno de la Zona Típica William Noon tiene un extraordinario parecido a la Vega Central de Santiago»
Si me permites seguir argumentando, la Zona Típica Willian Noon —continúa Quezada, un prestigioso académico formado en la Georgetown University in Washington DC,— está ubicada en una de las esquinas más deterioradas del soweto providenciano.
Tiene de vecinos a 131 patentes de alcoholes, donde prolifera fuera de la contaminación acústica insoportable, lo que a esta altura pareciera ser lo de menos importancia, una serie de actividades bastante peculiares para la aristocrática Providencia: droga, delincuencia, violencia, disparos al aire y a veces no tan al aire, heces en las calles, urinarios por miles, accesorios de la prostitución, como condones y otros ayuda memoria, que hacen del entorno nocturno, un lugar con mucho chic.
El entorno de la Zona Típica tiene un extraordinario parecido a la Vega Central de Santiago, en consecuencia, qué se podría esperar que el municipio hiciera en beneficio de una arquitectura que en cualquier país con más de 60 de coeficiente intelectual sería respetada, obviamente nada.
¿Qué te han respondido cuando has denunciado?
Nada que valga la pena escuchar o que al menos te dé esperanza de que algún día, por lejano que sea habrá una solución. Los providencianos deben entender que a la actual administración Providencia Poniente solo le interesa por sus patentes comerciales.
En la Zona Típica William Noon por la que preguntas, el municipio está desarrollando sí un proyecto de mejoramiento de su calle, pero si no está acompañado, que no lo está, de una ‘limpieza’ de las actividades comerciales irregulares e ilegales, de nada sirve ‘que se vea bonita’ si no se cuida a los residentes que quieren tener una vida tranquila sin, por ejemplo, una cantidad no despreciable de hostales clandestinos, aproximadamente ocho, y otros tantos prostíbulos, al menos cuatro.
Cuando uno lo cuenta, parece increíble, como si fuera una película, pero no lo es, en esa corta calle y por Manuel Montt y Eliodoro Yáñez, existen prostíbulos que funcionan a vista y paciencia incluso de los inspectores municipales cuando han decidido responder a un llamado, de los tantos que se hacen, para fiscalizar a estas ‘elegantes actividades’.
En Pensar Providencia, especialmente estos barrios que el alcalde Bellolio dice que son los mejores de Chile, nos recuerda la canción de Serrat, la denominada Pueblo Blanco, especialmente donde dice: ‘escapad gente tierna que esta tierra está enferma, que no te dará mañana lo que no te dio ayer, que no hay nada que hacer’.
Ha llegado el momento de entender que solo un movimiento providenciano puede salvarnos del desastre final, lo demás es ir a votar cada cuatro años con el pecho henchido de promesas falaces, vagas e inútiles.
«Tengamos gente con vida sana y no con vida buena»
Pero aún faltan argumentos para responder a tu pregunta —precisa el exprofesor del Instituto de Ciencia Política de la Pontificia Universidad Católica de Chile—.
Si estableciéramos un ranking de gestión te aseguro que, si comparamos al municipio con una empresa privada, este se encuentra a miles de kilómetros de distancia en términos de eficiencia.
Providencia no tiene gestión y eso es más que comprobable y te doy varios ejemplos: el actual Automac que se encuentra en calle Bilbao con Bustamante, solicitó una patente para abrir un restaurante utilizando la franquicia de McDonalds, la DOM le otorgó permiso de obra e incluso le obligó a hacer obras adicionales que habilitaran el servicio al auto, característico de estos restaurantes, y una vez terminadas esa ampliaciones la DAC le negó la patente, aduciendo que el servicio al auto autorizado por la DOM no correspondía al plano regulador comunal.
El afectado recurrió de ilegalidad a la Corte de Apelaciones de Santiago y ganó el juicio en todas sus partes y a mayor abundamiento con costas y con la autorización para que el afectado pueda solicitar perjuicios, que en primera instancia corresponde a más de $400 millones, indudablemente más costas, es obvio que la cifra final ascenderá a muchos ceros a la derecha. Supongo que ya podrás adivinar quiénes pagaremos esa catastrófica gestión municipal.
Sigo, más del 90 por ciento de los funcionarios del municipio reciben una tonelada de plata por horas extra y cuando digo tonelada así es.
¿Qué te parece $4.700 millones por año? O estamos ante un derroche de plata o estamos ante una gestión tan deficiente que es necesario que casi todos los funcionarios deban cumplir horas extra para cumplir con sus funciones.
¿Cuántas empresas privadas, incluso públicas se farrean la plata como el municipio? ¿Sabías que incluso estando de vacaciones reciben mensualmente el máximo de horas extra que permite la ley, sabías que según la ley las horas en cuestión se deben otorgar solo en situaciones extraordinarias?
Los funcionarios reciben los doce meses del año un bono de horas extra.
¿Qué te dice eso?
Que además con dos años de horas extra podríamos construir un Cesfam como el de José Miguel Infante, con un año podríamos comprar la casa Comandari y albergar una serie de actividades por las cuales el municipio paga extraordinarias cifras de arriendo en propiedades cercanas, podríamos mejorar la estructura de educación, podríamos pasar de la vida buena a la vida sana.
Tarea para la casa, revisa cuánto pagamos los providencianos por las innumerables fiestas que se hacen en las calles de nuestra comuna y cuyo monto podría apoyar planes para adultos mayores, jóvenes que se quieren abrir paso en la vida, programas para infantes y otros tantos más.
El alcalde Jaime Bellolio dice que quienes abogamos por la moderación queremos apagar la comuna y que él no está disponible para eso.
Si que los providencianos mejoren su standard de vida es apagar la comuna, bueno apaguémosla de una vez por todas. Viva el apagón y tengamos gente con vida sana y no con vida buena.
El municipio es una cañería abierta las 24 horas los 365 días del año.
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En la calle Alberto Magno opera una red de hostales clandestinos los cuales en su mayoría son administrados por ciudadanos colombianos
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Imagen destacada: Calle Alberto Magno.