[Adelanto] «La música es una casa de cristal en la ladera»: Partitura cosechada junto al río Tranströmer

En los poemas de Luis Cruz-Villalobos se elabora un diálogo llano y traslúcido con la obra del gran autor sueco, también psicólogo. Así, el creador chileno tiende un muelle que atraviesa las fluctuaciones del espacio-tiempo, se cae al andar en bicicleta y su arte “sonríe con un poco de barro en la mejilla.”

Por Alfonso Matus Santa Cruz

Publicado el 15.7.2021

Quienes hayan leído la obra de Tomas Tranströmer recordaran un poema en que los versos brotan, se expanden, mientras el autor decrece, hasta que la criatura lo desplaza: “Fantástico sentir como crece mi poema / mientras yo me encojo. / Crece, toma mi lugar. / Me desplaza. / Me arroja fuera del nido. / El poema está listo.”

El poema como madre que crece gracias a leyes misteriosas, manando del poeta hasta reemplazarlo, reclamando su lugar en el mundo, la potestad de su belleza que no pertenece a nadie, pues se dona a través del transcriptor de ocasión para arrullar desde su nido a quien acuda allí. Sea quien sea el lector.

En los poemas de Luis Cruz-Villalobos se elabora un diálogo llano y traslúcido con la obra del gran poeta sueco, también psicólogo. El poeta chileno tiende un muelle que atraviesa las fluctuaciones del espacio-tiempo, se cae andando en bicicleta y su poema “sonríe con un poco de barro en la mejilla.”

El poema también es una criatura, su ciudadanía es la situación o la memoria que lo provoca, y su huella dactilar la música que elabora una casa transparente en nuestra ladera. Son reescrituras del boceto que somos; bocetos ellos también, capaces de resguardar la turgencia de su origen, esa que nos rehúye día a día.

Los poemas renacen ante cada lectura, y aquí lo hacen los gorriones, las nubes, las lágrimas de una abuela, la sombra de un boldo y también la tristeza de estos versos: “Por qué elevar canciones / Como quien encumbra volantines negros / Y los deja ir al viento / Para luego verlos caer con la lluvia.”

Interrogante a la que no podemos responder con una sentencia, con una dosis de certeza suficiente. Acaso sea volver una y otra vez sobre las preguntas y recuerdos que nos conmueven, transfigurar la melancolía cotidiana en una creación que hermana la belleza y la tristeza, el dolor y la alegría de respirar mientras llueve o se comparte una tarde.

 

El eco humilde del río mayor

Y la música, la música que nos acompaña es un puente entre ambas obras, los vasos comunicantes de Bach y el jazz esparcen su fragancia sobre estos ejercicios poéticos. La humildad de congregarnos como notas en una partitura cuya creación nos excede y abraza desde el misterio: “Todo dialoga de alguna manera / Para conformar la realidad / Para escribir esta partitura / De la que somos parte.”

Tampoco podían faltar los haikus, forma que Tranströmer refrescó con sus experimentos expresivos, sea desde una cárcel juvenil o frente a la amplitud de los paisajes nórdicos. Un ejemplo de esos trazos microscópicos: “El estrépito de los talleres / y los pesados pasos de la torre de vigilancia / desconciertan al bosque.”

Cruz-Villalobos urde una secuencia que podría leerse como un poema largo, una escalera en que cada haiku es un peldaño, un rasguño de luz sobre el lienzo de la roca. He aquí su modo de tatuar un momento en la materia verbal: “La tormenta / tenía rabia como el potro / que saltó la cerca.”

Es una obra breve, un satélite que orbita el legado del luminoso poeta sueco, sin exigir primera plana, concebida con concisión y claridad. Casi llega al extremo con que el Borges temprano reescribía la obra de Macedonio Fernández, ese devoto plagio, que procura rendir honores al precursor que hayamos por afinidad o una necesidad expresiva que posee sus propias razones.

Acaso sea el río de la tradición poética prolongándose en arroyos tributarios, urdiendo un linaje que, en ciertos casos, aspira a la transparencia, a la gratitud de solazarse en una orilla. La música de esta orilla llega a nosotros como el eco humilde del río mayor.

 

Selección de poemas

 

PEQUEÑO MUELLE

Un muelle

Aunque sea pequeño

Es un gran puente

Hacia ningún lugar y hacia todos

Es como un cruce de caminos

Que no tiene indicaciones

Puedes elegir saltar

Hacia las aguas profundas

O caminar sobre la superficie

A izquierda o derecha

Incluso puedes regresar

A tierra firme

Allí donde todo es seguro

Y la vida sigue igual.

 

POEMA EN BICICLETA

El poeta escribe un poema en bicicleta

La bicicleta no lo sabe

Por tanto no colabora en el intento

 

El poeta usa su libreta naranja y su lápiz verde

Para que el poema

Se quede en medio del tiempo y el espacio

Y no sea un fantasma sin cuerpo

Dormido para siempre en su memoria

 

El poema va naciendo

Mientras las ruedas giran y giran

Y el poeta como trapecista en el alambre

Intenta mantener el paso por el pardo sendero

 

El poema y la bicicleta no saben lo que viene

Y menos aún el poeta

Pues la zanja era casi invisible

 

El poeta termina su poema

Con tierra en la boca y un brazo maltrecho

Su libreta sumergida en el agua poco clara

Mientras el poema sonríe con un poco de barro en la mejilla.

 

LECTORA

Ella fundó un club de lectura

Y era la única miembro activa

 

Ella entraba veloz a los libros

No le pedía permiso a nadie

 

Se zambullía en ellos de un salto

O bien los usaba como ventanas

 

Estaba sola y sin embargo no lo sufría

Solo era una condición necesaria

 

Pues para viajar en sus libros

Requería algo de silencio y ausencias.

 

SADNESS SONG

Por qué cantar un canto triste

Justo al inicio del invierno

 

Por qué entonarlo

Cuando los árboles mueren en parte

Cuando sus hojas envejecen

Y se desprenden de la vida

Como las lágrimas de una abuela

Que solo quiere partir

Para detener el paso de los años

Que son como montes

Que se suman sobre su espalda

 

Por qué dejar tiempo

Para cantar como llorando

O llorar como cantando

 

Para qué alzar sobre el aire

Ondulaciones que saben a amargura

 

Para qué transformarse en una melodía

Triste y melancólica

Como la cara del que acompaña a los muertos

 

Por qué elevar canciones

Como quien encumbra volantines negros

Y los deja ir al viento

Para luego verlos caer con la lluvia

 

Por qué trinar

Cansado y abatido

Por una vida que se termina de pronto

Y muy frecuentemente

En los alrededores

 

Por qué desgajarse

Como un racimo de uvas rosadas

Que ya han perdido su turgencia

Como también su prístino dulzor

 

Para qué emocionar el espacio

Con cantos solemnes que ya solo saben a nada

 

Para qué cantar un canto triste

Que se enamoró de las aves que migraron

Por siempre.

 

JAZZ

La tristeza de ciertos hombres

Logra desplegarse

Como una felicidad tímida

Logra abrirse como una flor

Diminuta

Que sabe besar

Justo en el pecho

Sobre el corazón.

 

HAIKUS

10

La escarcha

Besó los dedos tristes

Del campesino

 

11

El campesino

Salió al alba sin demora

Junto a un gorrión

 

12

Un gorrión

Se posa sobre la cerca

Eternidad breve

 

13

Breve y claro

El haz de luz matutino

Rozó la roca

 

14

La roca

Abrazada por hojas

Duerme feliz

 

15

Dormida está

La golondrina azul

Y nadie la ve

 

16

Viendo el cielo

Enmarcado por acacias

Mañana ida

 

17

Mañana fugaz

El frío se ha llevado

A las mariposas

 

18

La mariposa

Dormida aún está

Como semilla. 

 

MÚSICA SILENTE

Estoy en silencio

Y el silencio en estas estepas

Aún es un vicio

 

Guardo palabras en mi zurrón

Guardo esteros y ramas

Soy un guardián de la noche

 

Vivo sumido en un néctar

Color ámbar

Que suelen llamar tiempo

 

No tengo amigos

No tengo muertos que velar por ahora

Sí un par de diurnos terrores

 

Vine a vivir a una tierra alta en luz

Habitada por gorriones

Viene a morir a un edén sin tentaciones riesgosas

 

Justo ahora

En medio de este momento

Respiro en silencio y sigo callando

 

El silencio

También es una casa transparente

En esta ladera.

 

***

Alfonso Matus Santa Cruz (1995) es un poeta y escritor autodidacta, que después de egresar de la Scuola Italiana Vittorio Montiglio de Santiago incursionó en las carreras de sociología y de filosofía en la Universidad de Chile, para luego viajar por el cono sur desempeñando diversos oficios, entre los cuales destacan el de garzón, barista y brigadista forestal.

Actualmente reside en Punta Arenas, cuenta con un poemario inédito y participa en los talleres y recitales literarios de la ciudad. Asimismo, es redactor permanente del Diario Cine y Literatura.

 

«La música es una casa de cristal en la ladera»,  de Luis Cruz-Villalobos (NoteBook Poiesis, 2021)

 

 

Alfonso Matus Santa Cruz

 

 

Imagen destacada: Luis Cruz-Villalobos.