Cine trascendental: «Thelma & Louise»: De la amistad y la búsqueda de la libertad en la mujer

Ridley Scott dirigió en 1991 -a partir de un guión de la también realizadora Kallie Khouri- esta mítica «road movie» que se adelantó en el tiempo al plantear la liberación femenina. Rompió esquemas entonces por ser una historia de dos mujeres heroínas –no hombres como era habitual- que se enfrentan a la injusta sociedad y a ellas mismas. Tanto Susan Sarandon (Louise) como Geena Davis (Thelma) brillan en sus interpretaciones, les acompañan excelentes actores habituales de Hollywood como Harvey Keitel (Hal) o Stephen Tobolowsky (Max) y un jovencísimo Brad Pitt (JD), que empezó a ser conocido como “sex simbol” –antes que por el gran actor que es- gracias a este largometraje.

Por Jordi Mat Amorós i Navarro

Publicado el 29.9.2019

 

«Si acaricio mi cocina, acaricio el alma de mi madre. Si acaricio todas las cocinas de la tierra, acaricio la esclavitud de millones de mujeres, cuyos nombres se borraron y son música ahora».
Manuel Vilas

 

Preliminar

Para aquellos lectores que no hayan visto esta excelente película y quieran hacerlo: quizás sea mejor leer este artículo tras su visionado dado que en él se explican detalles esenciales de su argumento (incluido el final).

 

Desigualdades

La obra se ambienta en los EE.UU. de principios de los 90 del siglo pasado, un tiempo en el que las desigualdades de sexo eran más patentes que en la actualidad. Un tiempo en el que aún era frecuente en las familias que la mujer se dedicara exclusivamente a las tareas domésticas, mientras el hombre salía al mundo a ganarse el sustento. Un tiempo en el que muchos hombres por el hecho de ganar ese sustento se creían propietarios exclusivos de todo, en especial de la mujer con la que compartían su vida. Un tiempo en el que el hombre gozaba de mayor libertad que la mujer, sobre todo en lo que se refiere a la libertad sexual.

Esa es la realidad de Thelma, su esposo Darryl la domina y la quiere sumisa a su disposición. Ella siempre en casa mientras él -muy pagado de sí mismo- es libre de llegar tarde y hacer lo que le da la gana. Thelma es infeliz pero acepta esa no vida –ese no amor, esa injusticia- por inercia, por adaptarse al estándar social de mujer “ama de casa” de la época. Thelma se sabe mujer reprimida y ya no quiere seguir así, desea liberarse de ese hombre y de ese mundo limitante.

Darryl es el típico “machito” de cortas miras centrado en sí mismo que para nada entiende a su mujer, la diferencia que ella encarna. Es un hombre como tantos hombres que desafortunadamente no saben –ni quieren saber- que sienten y que desean las mujeres. Y ese desconocimiento es también el de la propia naturaleza femenina que anida en ellos. Esa naturaleza interna no reconocida se reprime-rechaza y suele combatirse en el exterior personificándola en las mujeres, a menudo de forma violenta tanto verbal como físicamente.

Louise trabaja y convive con Jimmy, un buen hombre que a pesar de sus limitaciones la ama. Ella es una mujer independiente económicamente y parece sentirse liberada. Pero hay en Louise una actitud muy guerrera frente a los hombres que está relacionada con hechos pasados traumáticos que no quiere compartir-recordar ni con su amiga Thelma, se entiende que fue violada siendo muy joven y no ha sabido-podido sanar sus dolorosas y heridas. Esa actitud guerrera que nace como justificada defensa la lleva no obstante a tender a desconfiar de los hombres y a menudo a reaccionar con excesiva fuerza frente a sus provocaciones.

 

De salida a huida

Las dos amigas se van a pasar juntas un fin de semana, Thelma consciente de que Darryl no lo aceptaría –no le daría “permiso”, triste realidad la suya- se va sin más. Al salir ambas están radiantes de felicidad, las vemos haciéndose un bello selfie de la época con una cámara instantánea.

Viajan solas a la aventura en el gran descapotable de Louise, vemos como sus cabellos y telas ondean al viento todo como imagen de la libertad que desean y ahora experimentan. Y fuman, en un tiempo en el que el fumar era más propio del hombre. En esos tiempos una conocida marca de tabaco mostraba a los cowboys satisfechos fumando tras dominar al ganado, muy simbólica imagen de los “machitos” y “sus” mujeres o la discriminación-dominación-superioridad del hombre sobre el género femenino. Así el fumar para esas mujeres era señal de liberación y rebeldía-desafío frente a toda esa sin razón aceptada por la mayoría, también por muchas féminas. En este sentido Scott nos muestra a unas mujeres observando con caras largas como fuman nuestras dos amigas protagonistas.

Pero pronto la aventura se tuerce. Thelma se suelta, ha vivido reprimida y quiere aprovechar el “break” para disfrutar al máximo. Y ese soltarse o desmelenarse desgraciadamente es interpretado por los “machitos” como señal de vía libre a sus toscos deseos; así uno de ellos con estudiado disfraz de cordero muestra finalmente su ferocidad y se dispone a violarla. Louise sale en su defensa apuntándole con una pistola; el hombre la deja pero se enfrenta verbalmente a ellas y Louise -entiendo que llevada por su vieja herida- le dispara y lo mata.

Louise ha matado a un hombre e inicialmente Thelma quiere acudir a la policía para explicar lo ocurrido. Pero su amiga la convence de no ir, la convence de que todos la vieron bien con él y no creerán su intento de violación. Su criterio se impone, Louise se muestra como la fuerte, autónoma y experimentada, considerando a Thelma como una idealista-soñadora que “vive en otro mundo” (así se lo dice). Ahora todo cambia, ahora esa salida se va a convertir en huida.

 

Geena Davis y Susan Sarandon en «Thelma & Louise» (1991)

 

«hombres y Hombres»

El mundo que Louise conoce es el mundo real, un mundo donde los hombres dominan. Se nos muestra claramente en las carreteras por las que escapan, en ellas tanto los coches como especialmente los camiones son conducidos mayoritariamente por hombres algunos de los cuales son Darryls sin escrúpulos o potenciales violadores como el que han matado. Esos hombres son “machitos”, hombres con minúsculas.

En su camino encuentran a JL un joven cowboy que es un ladronzuelo amable que acaba haciendo el amor con Thelma. Ella disfruta de ese encuentro sexual como nunca lo ha hecho antes, se siente liberada de tanta represión, pero en su inocente confianza JL también la libera (las libera) de todo su dinero. JL es otro hombre con minúsculas, otro hombre sin empatía que no tiene ningún remordimiento –conoce lo que les ha pasado- por dejarlas sin capacidad económica para concluir su huida rumbo a México, que es donde quieren iniciar una nueva vida.

Pero afortunadamente no todos los hombres son así. También hay hombres con mayúsculas, quizás son menos pero los hay. La obra nos presenta a dos hombres de este tipo, dos hombres con sensibilidad. Uno es Jimmy, quien a pesar de sus limitaciones ayuda a Louise y le demuestra su amor sincero. Y el otro -aún más empático- es Hal un policía que entiende lo que les ocurre a ellas, que desaprueba a Darryl y a los “machitos”, que responsabiliza a JL del empeoramiento de la situación de ellas  y que conoce-comprende la verdad sobre lo que le ocurrió a Louise. Hal intenta dialogar con ella (es siempre la interlocutora de las dos), y busca que acepten ser interrogadas sin acusarlas de nada pero Louise en su desconfianza –hacia los hombres y se entiende que a la justicia-injusta dominante- nunca accede.

Ya al final de su escapada la vemos –ahora con la cooperación de Thelma quien ya ha asumido las formas agresivas de su amiga- plantándose ante un camionero de modales muy groseros y ofensivos. Simbólicamente Scott nos muestra la gran cabina de su camión que expulsa los gases negros en dos tubos alzados cual gran animal en actitud amenazante. Louise ha decidido parar en su huida para escarmentarle y resarcirse de ese hombre en particular y entiendo que de los hombres en general. Louise pretende que el “machito” se disculpe apuntándole con un arma pero de sobras es conocido que de nada sirve obligar a pedir perdón, nada se arregla sin la verdadera comprensión-aceptación del error-falta. Como el camionero se niega y las desafía verbalmente, las dos acaban disparando a la cisterna que transporta provocando una enorme explosión que les delatará y les complicará la huida.

 

Amistad verdadera

Es de resaltar que Thelma y Louise permanecen siempre unidas a pesar de sus diferencias, a pesar de que en momentos una podría “culpar” a la otra de su incómoda situación. En ocasiones se enfadan –especialmente Louise- pero nunca rompen el lazo que las une, ellas encarnan la amistad verdadera lo que en mi sentir es la principal belleza de esta excelente película.

Y si bien es Louise la que en un principio domina la relación, poco a poco Thelma se va empoderando equilibrando así la balanza; incluso en ocasiones en las que su amiga flaquea ella toma el mando con aplomo. La arriesgada aventura que viven juntas despierta la Thelma salvaje –ella misma dice que ha encontrado la vocación de lo salvaje- que estaba anestesiada por tantos años de represión. Esa Thelma salvaje se muestra natural y considerada con aquellos a los que perturba. Así lo hace con un policía al que encierran en el maletero de su coche patrulla o con las personas a las que ella atraca al sentirse responsable de que JL les dejara sin su dinero. Esa es su forma de ser que a mi entender la convierte en más libre que su amiga Louise tan encadenada siempre a su doloroso pasado, esa lastra se evidencia, por ejemplo, cuando habla con el policía al que encierran, sobre su mujer, entonces Louise le dice que sea bueno con ella: “Mi marido no lo fue conmigo y mire como he salido”.

 

Susan Sarandon

 

Contradicciones

En Louise anida una mujer que ama, ella ama a Jimmy. Vemos como él la apoya en ese momento tan delicado que está viviendo y supera sus miedos –a volar y a comprometerse- para ir a verla en su huida. Es bella la escena en la que los dos hablan de cuando se conocieron, Louise rememora cómo él se fijó en sus bellos ojos y su reacción cerrándolos preguntándole de qué color eran, Jimmy recuerda que no lo sabía. Ahora ella le cierra a él los ojos y se lo vuelve a preguntar, Jimmy acierta (la conoce bien), Louise lo besa y hacen el amor.

Pero esa Louise que ama a un buen hombre está en contradicción con la Louise guerrera. Así, ya al final de su huida cuando Thelma quiere saber si se dará por vencida y negociará con Hal entendiendo que ella tiene a Jimmy, Louise afirma que para nada Jimmy es una opción.

Las cosas se han ido complicando en esa huida, y las diferentes visiones de ambas se han acercado, ahora las dos son mujeres guerreras contra un mundo de hombres del que desconfían. Thelma asegura que algo ha cambiado en ella y que no puede volver atrás a esa no-vida, está convencida de que si aquel hombre la hubiera violado se habría arruinado su vida por eso no lamenta que esté muerto, lo que lamenta es no haberlo matado ella. Scott nos ofrece una simbólica escena con Thelma mirando por el retrovisor el paisaje montañoso o la dureza de la vida-mundo que dejan voluntariamente atrás comentándole a Louise que se siente renovada y cómo será su vida en Mexico. “El poli tendrá que ofrecernos algo muy bueno para mejorar esto”, responde Louise: la suerte está echada.

En la última escena las vemos rodeadas por la policía decidiendo saltar en su coche al vacío del simbólico Gran Cañón del Colorado, tras ellas corriendo desesperado el bueno de Hal, saltándose todo protocolo e intentando inútilmente evitar la tragedia. Scott nos muestra como antes de saltar las amigas se dan un beso en los labios y cómo vuela la fotografía de su ilusionante partida tras lo cual congela la imagen del coche en el aire en un fondo de luz blanca. Todo entiendo como imagen de la deseada-necesaria paz no alcanzada ahora y aquí, una paz que hubiera necesitado un pararse a iluminar la propia oscuridad.

 

Apéndice: De guerras y juegos

En nuestro Mundo las guerras y luchas parecen no tener fin. Y entre esas guerras, la guerra de sexos es probablemente la más antigua de todas. Sabemos que desde hace mucho tiempo el poder ha sido ostentado por los hombres y que esto poco a poco está cambiando

El cambio es lento, hoy en día en las sociedades “avanzadas” siguen vigentes las discriminaciones que se evidencian en el plano laboral en sueldos y acceso a puestos de mando. Y en el hogar se constata que cuesta equilibrar las tareas domésticas y de cuidados a hijos o ancianos, tareas tradicionalmente a cargo de las mujeres. Además, lamentablemente aún muchos hombres son “machitos” carentes de empatía y hay algunas mujeres que ante ellos se radicalizan en la actitud del cortar cabezas (o penes) que a mi entender nada soluciona. Sigue pues la lucha de sexos.

En el hogar la tensión-lucha suele evidenciarse en la sala por el dominio del buen lugar para descansar o ver la pantalla y por la posesión del mando a distancia. Y especialmente en la cocina, territorio históricamente femenino, lugar del fuego del hogar –el calor, el alimento- y espacio donde las chispas humanas pueden provocar y provocan incendios. En este sentido el gobierno del País Vasco en España se ha planteado legislar el tamaño de las cocinas con la muy discutible idea que a mayor tamaño menor roce-conflicto.

Es importante aclarar que aunque se habla de conflicto entre mujeres y hombres, en realidad –a mi entender- se trata de conflicto entre feminidad y masculinidad presentes en ambos sexos. Así lo expuesto es válido para todo tipo de relaciones de pareja.

Está claro que queda aún mucho por entender, por entenderse. La convivencia no acostumbra a ser fácil y para lograr que sea mejor entiendo que es necesario abandonar la lucha. Abandonar la conquista del guerrero o guerrera que quiere vencer al otro-a, que ve al otro-a como adversario. Abandonar esa conquista estéril y recuperar la conquista del seducir al otro-a. Pasar de la guerra que aleja y duele al juego que acerca y place. En sabias palabras de la gran Gloria Fuertes: “Juego con fuego, pero juego”.

 

Jordi Mat Amorós i Navarro es pedagogo terapeuta por la Universitat de Barcelona, España, además de zahorí, poeta, y redactor permanente del Diario Cine y Literatura.

 

Geena Davis y Susan Sarandon en «Thelma & Louise»

 

 

 

Tráiler:

 

 

 

Imagen destacada: Geena Davis and Susan Sarandon en Thelma & Louise (1991), de Ridley Scott.