[Columna] Gabriel Boric y la poesía: Una compulsión sin sentido

Pese a las citas constantes de autores literarios en sus discursos, por parte del Presidente de la República, y las cuales van desde versos de Enrique Lihn hasta de líneas escritas por la recordada Stella Díaz Varín, se echa de menos en el ideario del novísimo gobierno del Frente Amplio, una política pública en el ámbito cultural para el Estado y sus ciudadanos, distinta de la impuesta con acento oligárquico por la derecha liberal representada por la agrupación Evópoli y por su eminencia gris, el ahora senador Luciano Cruz–Coke Carvallo.

Por Edmundo Moure Rojas

Publicado el 1.6.2022

Gabriel Boric, joven Presidente de Chile, citó en su discurso a dos entrañables poetas, a Stella Díaz y a Elvira Hernández.

A muchos les ha llamado la atención, sobre todo en el bando de la derecha, tan autoritario como inadvertido (ignorante).

Ni mencionar las citas «culturales» de Sebastián Piñera.

Se cuenta que, a comienzos de 1925, coincidieron en París dos exiliados de muy diversa procedencia: Miguel de Unamuno y Arturo Alessandri Palma. Compartieron, en un par de ocasiones, la tertulia intelectual de uno de los tantos cafés donde florecían el arte y el pensamiento de la ciudad luz.

Unamuno dio a conocer a Alessandri sus opiniones sobre algunos escritores chilenos, entre ellos, Augusto D’Halmar. Don Arturo, sorprendido, le respondió que los conocía «de nombre», pero que no los había leído porque: «las obligaciones de la política no me dejan tiempo para eso».

Don Miguel alzó sus gruesas cejas interrogadoras, y le respondió:

—¿Obligaciones políticas? Eso es asunto de subsecretarios…

Eran otros tiempos. Hoy en día las artes —entre ellas la literatura— tienen apenas la importancia que les otorga el mercado, como productos marginales o de «entretenimiento». Quizá uno de los últimos estadistas cultos fuera François Mitterrand, lector entusiasta de Nicanor Parra.

En Chile, reconozcámoslo, Jorge Alessandri, hijo del «León de Tarapacá», hizo posible, en 1961, la adquisición para el gremio de los escritores, de la Casa del Escritor, hoy nuestra querida sede de calle Simpson 7. Factor imprescindible de este logro fue la gestión de Esther Matte Alessandri, sobrina del «Paleta» y a la sazón directora de la Sociedad de Escritores de Chile (Sech).

Una mujer corajuda, capaz de superar las servidumbres y egoísmos endémicos de su clase social, en pro de la dignidad de sus compañeros escritores. Como lo fuera, en otros ámbitos y circunstancias, nuestra inolvidable Stella Díaz Varin, como lo es Elvira Hernández, merecedora del Premio Nacional de Literatura.

Bien por Gabriel Boric y sus imposturas, bien por la literatura chilena.

No todo es barbarie.

 

***

Edmundo Moure Rojas, escritor, poeta y cronista, asumió como presidente titular de la Sociedad de Escritores de Chile (Sech) en 1989, luego del mandato democrático de Poli Délano, y además fue el gestor y fundador del Centro de Estudios Gallegos en el Instituto de Estudios Avanzados de la Universidad de Santiago de Chile, casa de estudios superiores en la cual ejerció durante once años la cátedra de «Lingua e Cultura Galegas».

Ha publicado veinticuatro libros, dieciocho en Sudamérica y seis de ellos en Europa. En 1997 obtuvo en España un primer premio por su ensayo Chiloé y Galicia, confines mágicos. Su último título puesto en circulación es el volumen de crónicas Memorias transeúntes.

En la actualidad ejerce como director titular y responsable del Diario Cine y Literatura.

 

Edmundo Moure Rojas

 

 

Imagen destacada: Gabriel Boric Font (Redes sociales).