Concierto 6 de la Sinfónica Nacional de Chile: Volvamos a las formas

La última jornada oficial de la temporada organizada por el Ceac de la Casa de Bello en el ex Teatro Baquedano, estuvo dedicada al estreno sudamericano de «Girga for orchestra», del suizo Martin Jaggi, a «Images pour orchestre», del compositor francés Claude Debussy, y a «Rapsodia española», del también creador galo Maurice Ravel, por último, el debut del director estadounidense Wilson Hermanto al frente de la agrupación laica y universitaria se centró en ejecutar «El sombrero de tres picos: Suites N° 1 y N° 2», del autor español Manuel de Falla.

Por Deysha Poyser

Publicado el 13.6.2019

La noche del sexto concierto del Ceac (desarrollado el viernes 7 de junio) abordaría dos temas según el director invitado Wilson Hermanto: retratos musicales de lugares determinados y bailes españoles. El connotado director estadounidense, quien por primera vez dirigiera a nuestra Orquesta Sinfónica, interpretó con gran agilidad un programa carismático centrado en dibujos y ritmos de progresiones y atmósferas fuertemente visuales.

El programa contemplaba el estreno en Sudamérica de Girga for orchestra, del cellista y compositor basiliense, Martin Jaggi de 41 años. Las famosas Images pour orchestre del impresionista Claude Debussy, que por un cambio en el programa de último momento oímos sólo los tres movimientos del pasaje Iberia. La Rhapsodie espagnole de Maurice Ravel, tal vez el último exponente del mismo movimiento y compatriota de aquel. Y finalmente, las suites n°1 y n°2 de El sombrero de tres picos, piezas de la obra del español Manuel de Falla que inicialmente fuera un ballet estrenado por estas mismas fechas, en Londres, hacia 1919 con diseños de Pablo Picasso.

La pieza de Jaggi sorprendió por su profundidad. Una atmósfera tensa y dramática contrastó con el resto del programa, tal vez no sólo por remitir a un mundo enigmático, sino ofrecerlo con los recursos más abstractos oídos durante la noche. Girga fue una importante ciudad en el antiguo Egipto para la cultura copta; nombre que todavía reciben los poco más de tres millones de egipcios cristianos en el inmenso mundo musulmán actual. Girga for orchestra se inspira en la liturgia copta, considerada la más antigua de las liturgias cristianas.

A pesar de ser fuerte en imágenes, estas, ciertamente no son figurativas. La percusión de riqueza tímbrica creó un atmósfera inquietante de gran autoridad. Una masa de violines y de bronces parecían discutir con gravedad su primacía. Pasajes oscuros de contrabajos y trompas dibujaron un estado de trance litúrgico de marcada solemnidad. De alguna manera Girga, resultó ser una pieza orgánica y compacta. Sin linealidad espacial; una sola imagen expansiva. La interpretación del conjunto Sinfónico en este sentido, sin antecedentes para mí, resultó del todo elocuente.

Las piezas a continuación, tanto Iberia de las Imágenes como la Rapsodia son impresiones de España. Describen con diferentes temperamentos noches, caminos, fiestas y ferias. Existen señas de la mutua influencia musical entre estos maestros. El primer movimiento de la Rhapsodie espagnole (1907) de Ravel, Prélude à la nuit, recuerda con su sensualidad nocturna a los Nuages (1897-1899) de Debussy, quien para su noche de estreno, escribiera una descripción polémica por ser del todo visual: «No se trata, por tanto, de la forma corriente del nocturno, sino de todas cuantas impresiones e iluminaciones encierra esta palabra. Nuages: es la imagen perenne del cielo con el paso lento y melancólico de las nubes, que muere en un gris blancuzco».

Sin embargo, hay más razones para reparar en la influencia de éste sobre Debussy y a pesar de sus quince años de diferencia. Ravel, nació en las costas vascongandas francesas; su madre era vasca. Este primer acercamiento a los sonidos españoles seguramente decantan en la creación de su Rapsodia y su ópera La hora española. Existen antecedentes que muestran la marcada inspiración del pasaje la Habanera – tercer movimiento de la Rapsodia- en la famosa Noche en Granada Debussy.

El motivo de cuatro notas, presentado en el primer movimiento de la Rapsodia, reaparece en dos movimientos luego describiendo una continuidad que evoca con su continuidad una intimidad melancólica con lo español, como si estuviera con un velado, cargada emocionalmente. Los tres movimientos de la Iberia de Debussy crearon una atmósfera distinta, de formas explícitas, más espaciales como si fueran bellas fotos. El público agradeció con mayor comprensión el desplante de estas obras, por contraste de los aplausos algo atónitos para Girga for orchestra.

Finalmente, Manuel de Falla. En quien también reconocemos un gran admirador y defensor de la sensibilidad española en el total extranjero que fuera Debussy, acuñando la idea de «verdad sin autenticidad» al respecto de sus obras y que no es otra cosa, tal vez, que el gran influjo que tuvo el impresionismo musical fuera de las fronteras francesas.

Las suites n°1 y n°2 que escuchamos del compositor, resultaron interpretadas con gracia folclórica. Se dice que el famoso coreógrafo Sergei Diáguilev, sugiriera directamente a Falla una recomposición de esta historia española con estructura más teatral, sin embargo lo que oímos son dos piezas breves que recuperan gestos de aquel ballet y que han sido mucho más interpretadas y reconocidas que este último bajo del mismo nombre.

La interpretación goza de pasajes dramáticos con modulaciones narrativas y en eso, diferentes al resto de piezas oídas, sus impresiones son de gran fanfarria. El resultado, de una ejecución enérgica y limpia fue ovacionado largamente por el público, al punto que motivó al director a repetir el último movimiento en agradecimiento a su orquesta y su público.

El concierto 7 de la Orquesta Sinfónica Nacional de Chile se desarrollará en funciones dobles el próximo viernes 5 y sábado 6 de julio, a partir de las 19:40 horas, cuando la agrupación laica y universitaria, ahora dirigida por el maestro estadounidense y ex  conductor titular del conjunto, Leonid Grin, aborde un programa dedicado a los compositores Frédéric Chopin y Sergei Rachmaninoff.

 

Deysha Poyser es licenciada en ciencias biológicas de la Pontificia Universidad Católica de Chile, y actualmente es tesista de la misma casa de estudios a través de su programa de licenciatura en estética. Sus intereses e investigaciones académicas y personales se enmarcan en una preocupación por una reflexión fenomenológica consistente sobre lo vivo, la vida, la subjetividad y la experiencia. Cultiva su amor por las artes en su tiempo libre.

 

El director estadounidense Wilson Hermanto

 

 

Crédito de las fotografías utilizadas: Centro de Extensión Artística y Cultural de la Universidad de Chile.