[Crítica] «Close»: Adolescentes frágiles y mujeres fuertes

A modo de clausura del Festival de Cine de Las Condes en su versión 2023, se exhibió este filme del director belga Lukas Dhont, una obra audiovisual que fue merecedora de varios galardones en las instancias donde fue presentada, siendo el más importante el otorgado en Cannes del año pasado, certamen en el cual obtuvo el Gran Premio del Jurado, la segundo distinción en relevancia tras la codiciada Palma de Oro.

Por Cristián Uribe Moreno

Publicado el 19.1.2023

El título de la película, Close, hace alusión a la cercana amistad de dos muchachos de trece años, Leo (Eden Dambrine) y Remi (Gustav de Waele), que se conocen desde muy niños, en el campo donde viven, exhibiendo una convivencia muy profunda y fraternal.

La narración se toma su tiempo para recrear el pequeño mundo en que se desenvuelven los chicos. Sus juegos, su relación con los adultos y sobre todo la vitalidad que ambos muestran y que llena la pantalla. Bajo este aspecto, la mirada de Dhont es reforzada con la fotografía que atiborra de colores y de luminosidad la imagen.

Después, ellos comienzan la secundaria y el primer día de clase ante la pregunta de una chica sobre si ellos son «cercanos», en el sentido de relación de pareja, Leo se siente incómodo y niega aquello.

Sin embargo, esa mirada de los otros cala en el interior de Leo que poco a poco se irá distanciando de Remi. Así, entran en juego las decisiones sobre la personalidad que se van moldeando a las puertas de la primera adolescencia.

Y en esa búsqueda del «yo» las determinaciones que se toman no siempre están acompañadas de algo racional. Son más bien impulsos y sensaciones que suele permear a los jóvenes, en torno a prejuicios o convencionalismos de otros, ideas que no están en la propia naturaleza de los niños.

 

Ante los obstáculos de la vida

La cámara no pierde a los chicos. Están siempre en el cuadro, ahora tratando de integrarse a los adolescentes de la escuela. Y aquí, lo mejor de la película, las miradas, los gestos, la expresión corporal de los amigos va modificándose lentamente.

Esa socialización que la imagen refuerza con la energía física desplegada en actividades con otros va mostrando los aspectos dolorosos del crecer. El tener que optar, el tener que encontrar caminos distintos, que semanas antes se avizoraban como senderos unidos para siempre, pareciera ser el drama que ahora viven.

Así, claramente se percibe que la narración profundizará en esos recovecos de la angustia del crecer. Y cuando todo apuntaba en esa dirección, un hecho trastoca las vidas de todos. De esta manera, el relato se divide en dos. Y no hay vuelta atrás.

La segunda parte es mucho más convencional que la primera. La culpa, el dolor, la sensación de tristeza infinita. Y aquí la imagen cambia, se torna más oscura, acorde a los acontecimientos. Los adultos toman un poco el pulso del relato y aparecen estas madres que pese al sufrimiento, son mujeres fuertes que dan una salida al drama que se vive. Son mucho más resistentes que los hombres, que parecen derrumbarse ante los obstáculos de la vida.

En toda esta segunda parte, la cámara de Dhont no deja de mostrar visualmente el impacto en los chicos de los sufrimientos que viven, la culpa que los tortura, el desconsuelo que no saben conjurar en palabras. A través de sus juegos, sus deportes y nuevamente las flores, vemos cómo se van asimilando los tristes acontecimientos que les tocó vivir a ten temprana edad.

 

Un estilo intimista

La narración es acompañada de una banda sonora a cargo de Valentín Hadjadj, que sutilmente infunde a las acciones la atmósfera necesaria para disfrutar en momentos y vivir el sufrimiento de sus protagonistas. Además de la excelente fotografía de Frank van den Eeden, ambos colaboradores en su cinta anterior.

De esta forma, la obra de Lukas Dhont recién se está consolidando, pero se siente que es una voz nueva que si se mantiene en estos parámetros, será un estilo audiovisual más que interesante. Tiene su mundo definido, o por lo menos, se intuye cuáles son los temas que le importan.

En Netflix se puede ver su primer trabajo Girl (2018) donde también se muestra su interés en estos niños que entran en la adolescencia y que comienzan a delinear sus personalidades. Close, de esta manera, es un trabajo intimista, lleno de emociones contenidas e imágenes que discretamente muestran el devenir de los personajes.

Dhont es un director que en pocos años, se muestra seguro de los recursos cinematográficos que exhibe y, en especial, logra imprimir una belleza visual a la pantalla, ya sea en momentos luminosos, ya sea en momentos sombríos.

 

 

***

Cristián Uribe Moreno (Santiago, 1971) estudió en el Instituto Nacional General José Miguel Carrera, y es licenciado en literatura hispánica y magíster en estudios latinoamericanos de la Universidad de Chile.

También es profesor en educación media de lenguaje y comunicación, titulado en la Universidad Andrés Bello.

Aficionado a la literatura y al cine, y poeta ocasional, publicó en 2017 el libro Versos y yerros.

 

 

 

 

Tráiler:

 

 

 

Cristián Uribe Moreno

 

 

Imagen destacada: Close (2022).