[Crítica] «El infinito en un junco»: Una fabulosa aventura colectiva

Este volumen de la joven filóloga española Irene Vallejo Moreu —Premio Nacional de Ensayo 2020 en la península ibérica— es un apasionante texto de 400 páginas sobre la invención de los libros en el mundo antiguo, y el cual se ha transformado en todo un suceso editorial, que ya va por su vigésima sexta reimpresión en poco más de un año.

Por Jordi Mat Amorós i Navarro

Publicado el 4.1.2020

«El amor por los libros forjó una cadena invisible de gente que, sin conocerse, ha salvado el tesoro de los mejores relatos, sueños y pensamientos a lo largo de los tiempos. Una fabulosa aventura colectiva, la pasión callada de tantos seres humanos unidos por esta misteriosa lealtad: narradores orales, escribas, bibliotecarias, traductores, libreras, vendedores ambulantes, maestras, sabios, rebeldes, viajeros, impresores… Gente común cuyos nombres en muchos casos no registra la historia. Los olvidados, las anónimas. Personas que lucharon por nosotros, por los rostros nebulosos del futuro».
Irene Vallejo

Si sólo pudiera conservar un libro —ojalá no sea así— creo que este sería el elegido. Lo sería porque en él descansan todos los libros, porque El infinito en un junco encarna el alma de todas las historias a lo largo de todos los tiempos.

Irene Vallejo (1979) ha conseguido transmitir su pasión —que comparto— por los libros, por las vidas de sus protagonistas y de quienes los han dado a luz. Es un homenaje a todos ellos y especialmente a quienes han hecho posible su edición y transmisión a lo largo de los tiempos.

La filóloga aragonesa repasa la historia del libro desde los primeros soportes como la piedra o la arcilla hasta el recientísimo de plástico y luz (bella expresión: la luz de la pantalla, la luz de la palabra). Una historia de treinta siglos que ella inicia unos pocos años después de la muerte de Alejandro Magno con unos enigmáticos jinetes.

Jinetes en misión secreta de búsqueda de libros para la gran biblioteca de Alejandría que pretendía atesorar todos los libros del mundo. Y que se cierra con las bibliotecarias a caballo durante la Gran Depresión del siglo pasado en EE. UU. visitando los pueblos más recónditos para ofrecer libros a la gente como forma de favorecer la recuperación económica.

Un apasionante viaje espacio y temporal de estructura no lineal localizado en su mayor parte en el Mediterráneo de la antigüedad como crisol de culturas y divido en dos apartados que la autora titula Grecia imagina el futuro y Los caminos de Roma.

En una espléndida entrevista concedida al Diario de La Rioja para la página web Unir, La Universidad en Internet, Vallejo nos cuenta que en este libro de libros se propuso —y sin duda lo logró— realizar: “Un ensayo en el que el conocimiento está entretejido con un flujo de cuentos, de biografías, de personajes, de perfiles y anécdotas”, para llegar a todo tipo de públicos aunando saber con entretenimiento.

Y añade: “Estamos acostumbrados al relato de la épica del combate pero no a la épica del conocimiento, la épica de la transmisión de las ideas y la cultura”.

Qué cierta esta última afirmación que define el espíritu del libro. Cuántas peripecias han tenido lugar a lo largo de la historia que han hecho peligrar el legado cultural en general y el legado escrito en particular. Guerras, saqueos, intolerancias de pensamientos únicos de totalitarismos políticos y religiosos… Tantas bibliotecas destruidas y tantos libros quemados en la antigüedad y aún en nuestro pasado más reciente.

Y a pesar de tanto, de demasiadas bajas —se han perdido obras fundamentales, especialmente de la antigüedad— los libros han resistido los azotes de la barbarie. Vallejo lo expresa bellamente: “Cuando un objeto ha sobrevivido tantos siglos y tantas peripecias es posiblemente porque roza la perfección”.

Porque los libros son objetos esenciales para todo aquel que quiera alimentar su alma y expandir el conocimiento. Eso y mucho más, los libros tienen magia porque a menudo nos transportan a lugares y tiempos lejanos —reales o imaginarios— haciendo posible que nuestra imaginación vuele.

Y son potenciales vehículos de amor hacia el que los lee o los escucha. Cuánto amor hay en quién lee a su pareja, a sus hijos o nietos… Qué intimidad en ese acto compartido, cómo recordamos a nuestra madre o a nuestro abuelo leyéndonos un cuento antes de dormir.

El libro conserva la memoria de la humanidad, en palabras de Vallejo: “Gracias a los libros tenemos todas las mejores ideas, pensamientos, hallazgos de todos nuestros antepasados generación tras generación”. Por eso, los libros son todo un tesoro aunque desafortunadamente no todas las personas lo sientan así.

Para los que sí lo sienten, este libro de libros será —si no lo es ya— imprescindible. Una joya única que brilla por su humilde belleza que es la de su autora y que bien expresa su poético título El infinito en un junco.

 

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Jordi Mat Amorós i Navarro es pedagogo terapeuta por la Universitat de Barcelona, España, además de zahorí, poeta, y redactor permanente del Diario Cine y Literatura.

 

«El infinito en un junco», de Irene Vallejo (Siruela, 2019)

 

 

Jordi Mat Amorós i Navarro

 

 

Imagen destacada: Irene Vallejo.