[Crítica] «La Soledad en tres actos»: La precaria (y sufrida) intimidad del éxito

La escritora mexicana Gisela Leal publica su cuarta novela, una espiral trágica que explora la condición humana a partir de las pasiones que arrastran a sus protagonistas, una familia disfuncional cuyos miembros viven tan ensimismados y obsesionados con sus propias ambiciones, que no tienen ojos para nada de lo que les rodea.

Por Martín Parra Olave

Publicado el 29.3.2024

Gisela Leal (Monterrey, 1987) es una prolífica y reconocida narradora azteca. Su primer libro El club de los abandonados lo presentó cuando apenas tenía 24 años, siendo inmediatamente un éxito de ventas y el cual obtuvo una positiva mención por parte de la critica especializada. Desde entonces, su trayectoria creativa no ha parado de crecer.

Esta última novela está divida en tres partes, es decir, en tres actos tal cual nos lo adelanta su título. La narración completa gira en torno a la estancia La Soledad, un espacio que simboliza el desamparo, y donde familia que la habita se está desmoronando lentamente, puesto que cada uno de los integrantes del grupo pareciera ser gobernado por el egoísmo y la ambición personal, y que lo único que buscan es el provecho personal.

Una familia acomodada económicamente gracias al dinero obtenido de la explotación de unos viñedos es regentada por Dionisio y Teresa, su esposa. Sus hijos son Nicolás y Antonia, quien es solo hija de Teresa.

Las tensiones, odios y envidias que se dan entre la pareja de hermanos es una de las fuerzas que van socavando las relaciones familiares. Sin embrago, Nicolás además odia a su padre, lo que va siendo una suerte de incendio que crece y aumenta para terminar por socavar de forma definitiva a este singular clan.

 

Una mirada descarnada

En este sentido, la narradora Gisela Leal se encarga de poner frente a nosotros el ya tradicional problema de las relaciones fallidas. ¿Qué es lo que ocurre al interior de esta familia que nada resulta como debe ser? ¿Qué secretos y misterios se ocultan y revelan para herir de manera sistemática y profunda a sus integrantes? ¿Es la ambición del padre por conseguir mejores negocios la semilla de todo este entramado?

No hay solo una respuesta a estas preguntas, sino que por el contrario el abanico se puede abrir hasta el infinito, pues en las relaciones nunca el culpable es solamente uno, sino que por el contrario los daños son provocados de forma reciproca entre unos y otros.

Quizás sea esta una mirada a la vez del mundo contemporáneo, donde el afán por obtener el éxito nos lleve a descuidar a cada uno de los seres que nos rodean. Ya no hay tiempo para estar junto a los otros, y la sociedad exige producir y generar ingresos.

El capital financiero necesita crecer de forma permanente, sin descanso ni pausa. ¿Qué sucede entonces con los hijos que son criados por otras personas? ¿En qué terminan convertidos los padres? ¿Son seres ajenos? ¿Dónde queda, entonces, la esencia de la humanidad, al interior de una familia?

Sin lugar a duda, La Soledad en tres actos es la mirada descarnada de una sociedad ambiciosa, cuyo norte parece ser la acumulación, descuidando sus relaciones filiales, las cuales terminan destruidas y totalmente dañadas producto de la codicia, los egoísmos y la fuerte creencia en el individualismo.

Con una prosa fácil de leer, esta novela de la autora mexicana viene a confirmar su facilidad para relatar, de manera profunda y certera, las oscuridades y secretos de los seres humanos y de sus emociones más ocultas y primigenias.

 

 

 

 

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Martín Parra Olave es licenciado en gobierno y gestión pública de la Universidad de Chile y magíster en letras de la Pontificia Universidad Católica de Chile. Actualmente cursa el doctorado en literatura impartido por esa última casa de estudios.

 

«La Soledad en tres actos», de Gisela Leal (Editorial Alfaguara, 2024)

 

 

 

Martín Parra Olave

 

 

Imagen destacada: Gisela Leal (por Ana Hinojosa).