El volumen debido a la narradora madrileña Paloma Díaz-Mas es una de esas novelas que estremecen en su lectura, porque cada reflexión personal es en realidad universal, lo irremediable, lo increíble, lo tremenda que es la muerte de un ser querido (la de los hermanos, que casi nunca imaginamos), lo duro que es el duelo, y cómo la vida, con cicatrices y todo, continúa.
Por Alejandra Repetto Seeger
Publicado el 23.5.2025
Las fracturas doradas (Editorial Anagrama, 2024) es una delicada y conmovedora novela de la reconocida española Paloma Díaz-Mas (1954).
Con todo, la obra fue escrita por la autora luego de la muerte de su hermano en 2021, en vez del libro que tenía planificado, pero que ya no pudo redactar más, pues el proyecto, que incluía un sueño en el comienzo de cada capítulo, quedó: «aparcado, arrollado por las circunstancias».
En esta novela Díaz-Mas aborda el complejo tema del duelo a través de la metáfora del kintsugi, la técnica japonesa que consiste en reparar la porcelana rota con resina de árbol y polvo de oro, relevando las quebraduras con un color dorado sobre las junturas, en lugar de intentar disimularlas.
Así, el relato, muy personal, está hecho por momentos en plural: el duelo es compartido con su hermana, a quien encuentra en el departamento de «nuestro hermano», un departamento lleno de rastros, y de recuerdos, huellas de las costumbres, las últimas compras y las antiguas, gatos, fotos, cartas y libros sobre los que hay que decidir.
El vínculo fraternal es el otro protagonista de este relato.
Un hermoso reintegro a la vida
A lo largo de la novela somos testigos tanto de la noticia de la muerte que ocurre en medio de una memorable nevazón y de las restricciones de la pandemia, como del primer año de duelo, que Paloma Díaz-Mas divide, a través del nombre de los capítulos, en «Fragmentos» y «Restauración».
Las fantasías y pensamientos reiterativos, la reconstrucción de los últimos encuentros y de los últimos momentos, la desazón por la pérdida y el drama de una muerte inesperada: «justo en el momento en que se sentía más feliz, más dispuesto a disfrutar de la vida», la angustia de la muerte, el «tobogán de nuestros sentimientos», y la congoja, son trasmitidos en la narración con una fuerza que permea.
De esta forma, la autora madrileña nos permite ser testigos de los sentimientos contradictorios y profundos que acompañan la pérdida, los gestos que reconfortan y los que duelen, los pensamientos y los actos que permiten que la ausencia, ese: «algo irreversible, imposible de creer», se vuelva real y que un día, imperceptiblemente, el pensamiento deje ser un incrédulo: «nuestro hermano ha muerto», para convertirse en un cierto: «nuestro hermano murió en enero de 2021».
Asistimos a un hermoso reintegro a la vida, fracturada ciertamente, pero restaurada con belleza: «A sus grietas de origen se han añadido después las huellas de otras heridas, restañadas con polvo de oro, con tiempo y con paciencia».
Después, la nevazón que también es un símbolo de la muerte irremediable y la tragedia, una grieta en la vida, es recibida después de un año: «con la misma alegría de siempre».
Las fracturas doradas es de esas novelas que estremecen en su lectura, porque cada reflexión personal es en realidad universal, lo irremediable, lo increíble, lo tremenda que es la muerte de un ser querido (la de los hermanos, que casi nunca imaginamos), lo duro que es el duelo, y cómo la vida, con cicatrices y todo, continúa.
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Alejandra Repetto Seeger es una psicóloga clínica titulada en la Universidad ARCIS, enfocada en su labor profesional tanto en la terapia de adultos, como de niños, adolescentes y de familias.

«Las fracturas doradas», de Paloma Díaz-Mas (Editorial Anagrama, 2024)

Alejandra Repetto Seeger
Imagen destacada: Paloma Díaz-Mas.