[Crítica] «Mi postre favorito»: El cine como herramienta de resistencia y reflexión

El largometraje de ficción de los realizadores persas Maryam Moghaddam y Behtash Sanaeeha es una obra de gran relevancia sociopolítica y la cual transmite su mensaje con una sensibilidad conmovedora, y que a través de una narrativa íntima y actuaciones genuinas, consigue trasladar al espectador a la opresiva realidad que viven las mujeres en Irán.

Por Giorgio Kazdikian

Publicado el 3.9 2025

Hace tan sólo unos meses, en abril de este año, los directores iraníes Maryam Moghaddam y Behtash Sanaeeha fueron condenados a catorce meses de prisión por «atentar contra la moral pública» con su película Mi postre favorito (2025).

Estrenada en la edición número 74 del Festival Internacional de Cine de Berlín y actualmente en cartelera en España, la película sigue la vida de Mahin (Lily Farhadpour), una viuda de 70 años en Teherán que, en su soledad, busca explorar sus deseos, desafiando las restricciones impuestas en su país.

Desde el comienzo, la película presenta la realidad de Mahin, una mujer que lleva muchos años viviendo al margen de la sociedad. La narración nos adentra en su cotidianidad y muestra cómo distintos aspectos de su vida están condicionados, ya sea por su edad avanzada o por las estrictas normas del régimen iraní.

A ello se suma la brillante y sincera interpretación de Lily Farhadpour, que permite al espectador conectar con el personaje y empatizar con su sentimiento de desamparo.

Nos encontramos con un largometraje que, aunque aparentemente inofensivo, encierra un trasfondo profundo y cargado de significado. Se trata de una obra audiovisual de gran relevancia política que ofrece una crítica contundente al régimen y a la vulneración de los derechos de las mujeres.

 

Una viuda busca explorar sus deseos

A lo largo de la película, tanto en escenas como en diálogos, se manifiesta —de forma implícita o aún explícita— una postura crítica frente a las prohibiciones y medidas extremas del gobierno. Ejemplos claros son cuando la policía de la moral intenta detener a una joven por no llevar el hiyab correctamente, o cuando la protagonista rememora su vida antes de la Revolución Islámica.

Entre otros aspectos, la obra busca mostrar cómo estas leyes impiden al pueblo iraní —en particular a las mujeres— vivir con libertad. La posibilidad de un mundo donde puedan amar, beber, bailar y vestirse libremente se plantea casi como una fantasía.

Asimismo, la película aborda con notable sensibilidad los temas del amor y el deseo sexual en la vejez, desafiando uno de los tabúes más persistentes incluso en la cultura occidental: la idea de que la pasión y la intimidad desaparecen con la edad.

La película transcurre, en su mayor parte, con un tono calmado y agradable; sin embargo, a partir del tercer acto se vuelve cruda y desalentadora, algo que podría no ser del agrado de todos los espectadores. Con ello, logra reforzar su propósito: mostrar que, aunque Irán fue alguna vez un país alegre y solemne, esa ya no es la realidad de sus ciudadanos.

En conclusión, Mi postre favorito es una obra de gran relevancia sociopolítica que transmite su mensaje con una sensibilidad conmovedora. Con una narrativa íntima y actuaciones genuinas, consigue trasladar al espectador a la opresiva realidad de las mujeres en Irán. Es, en definitiva, un recordatorio valiente del poder del cine como herramienta de resistencia y reflexión.

 

 

 

 

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Giorgio Kazdikian (Santa Marta, Colombia, 2006) hizo el Bachillerato Internacional Voramón en Barcelona, y actualmente estudia cinematografía en la Escuela Superior de Cinematografía y Audiovisuales de Cataluña (Universidad de Barcelona).

Apasionado por la narrativa visual, es director y escritor de cortometrajes como Gala (2024).

 

 

 

 

Tráiler:

 

 

 

Giorgio Kazdikian

 

 

Imagen destacada: Mi postre favorito (2024).