[Crítica] «Poesía sin fronteras»: Las versiones de un reencuentro

Tras la lectura de esta selección lírica («una antología mundial») de procedencia tan variada —editada por el infatigable autor chileno Luis Cruz–Villalobos, desde su refugio curicano en la Región del Maule—, uno siente que todos pertenecemos a un mismo espacio común, a ese que se divisa más allá de todos los «fuertes y fronteras», en expresión de Juan de Yepes Álvarez.

Por Rafael Carcelén García

Publicado el 27.8.2022

Cualquier humano de cualquier continente puede colocarse ante el Discóbolo de Mirón, una pirámide azteca, un cuadro de Jackson Pollock o escuchar el Réquiem de Mozart y la música del hindú Ravi Shankar asombrándose y emocionándose sin más condicionamiento que el estrictamente cultural por la tradición a la que pertenezca.

Sin embargo, no cualquiera puede leer a Proust, Tolstoi o Neruda si no es conociendo las lenguas originales de sus autores (francés, ruso o español) o bien mediante una traducción.

Pero, igual que el resto de manifestaciones artísticas, también la literatura, la poesía en nuestro caso sirviéndose de traducciones, ha ido enriqueciendo el acervo propio y la propia sensibilidad más allá de las señas identitarias de cada región o país; señas que tantas veces han tenido un enorme peso restrictivo.

Hasta tal punto que, en poesía, hablar de apropiación e incorporación de movimientos estéticos que vienen de fuera, ha sido una constante en el tiempo.

Porque hoy conocemos cómo en todo desarrollo cultural el mestizaje, la mezcla que va asumiendo elementos de muy diversa procedencia, ha sido crucial para dicho avance. Algunos ejemplos: el Antiguo Testamento contiene aportaciones de influencia sumeria, mesopotámica o incluso de la tradición védica.

Por su parte, las modernas vanguardias pictóricas se han nutrido de elementos exóticos provenientes de otras culturas: las obras de Gauguin, Picasso o Dubuffet dan fe de ello. También sabemos hoy que sufismo, taoísmo e hinduismo han funcionado como vasos comunicantes nutriéndose recíprocamente a lo largo del tiempo.

Y si la globalización se ha querido reducir para algunos a un mero impulso unificador por compartir una única lengua (sea el inglés o el poco usado esperanto) que nos permitiera comunicarnos y entendernos mejor y sin intermediarios (traductores o intérpretes), reducirla solo a eso es una simplificación que nos lleva a la pérdida de la enorme diversidad, la ingente riqueza, que contienen todas las tradiciones culturales y sus múltiples manifestaciones idiomáticas. Como es simplista pensar que mi identidad es solo la imagen que me devuelve el espejo, lo que me rodea y proviene únicamente de los antepasados de mi país.

Ahondando un poco en nuestras propias raíces, vemos que en esos antepasados «tan nuestros» hay no poco influjo externo. La presencia de Petrarca, Cervantes o Baudelaire, por citar tres ejemplos, en diversas tradiciones y épocas, es tan evidente como indiscutible.

 

Un mismo territorio creativo

Desde esta perspectiva, se comprende mucho mejor el valor de «El poema de la semana – Poesía sin fronteras», iniciativa del poeta con fama internacional Germain Droogenbroodt, traductor y editor de poesía contemporánea a nivel mundial. Se han publicado ya más de 745 poemas.

Un poema semanal que llegase simultáneamente, en más de 30 idiomas, a miles de millones de personas en todo el mundo. Y que lo hiciese además en la lengua de cada lector para que apreciase, y a la vez incorporase, los matices emotivos y estéticos (ritmo, rima, imágenes, símbolos, etcétera) de otros y otras poetas de culturas o civilizaciones tan diversas, siempre con la mediación de quien ha traducido el texto para acercarlo lo más posible a sus destinatarios.

Muy conscientes además de que traducir es recrear, no solo transcribir y adaptar, y por tanto un ejercicio creador en sí mismo que aporta un sesgo específico a cada una de las versiones del texto original. Para que así el poema, en su traducción a cada lengua, también llegue a ser «creación, poesía erguida», como dijera Octavio Paz.

En cuanto a los poetas que han ido apareciendo en Poesía sin fronteras, los hay de todos los continentes y culturas y, por mencionar apenas algunos y algunas sobradamente conocidos, señalar a Rainer Kunze, Sara Kirsch, Erich Fried, Rose Ausländer, Hendrik Norbrandt, Germain Droogenbroodt, Paolo Rufilli, Viacheslav Kuprianov, Adam Zagajewski, Casimiro De Brito, Paula Romanescu, Jaques Ancet, Francisco Brines, Irma Kurti, Hussein Habasch, Antonio Cabrera o Juan Gil-Albert entre los europeos; chinos como Bei Dao, Anna Keiko o Zhao Lihong; latinoamericanos como Luis Cruz–Villalobos (permanente candidato al Premio Nacional de Literatura en Chile), Gioconda Belli, Claribel Alegría, Xavier Villaurrutia, Mario Benedetti, Ida Vitale, Eugenio Montejo o Inés Blanco; la afgana asesinada por su propio marido, Nadia Anjuman; el brasileño Carlos Drummond de Andrade, Cho Byun-Hwa (Corea), Basho (Japón), Kamala Das (India), Sohrab Seperí (Irán)… como se ve, la lista puede ser interminable.

Los poemas seleccionados siempre son representativos de su buena calidad, de la temática predominante en cada caso (poesía amorosa, de preocupación filosófica —el tiempo, la muerte, etcétera— crítica con su época, de denuncia…) y generalmente breves, pues van acompañados por una ilustración alusiva (cuadro o fotografía habitualmente) en una sola página.

Tras la lectura de esta selección de procedencia tan variada, en este volumen menos de una quinta parte del total de poemas publicados hasta hoy, uno siente que todos pertenecemos a un mismo espacio común, a ese que se divisa más allá de todos los «fuertes y fronteras» en expresión de Juan de Yepes.

Algo que también manifiesta el poema de Luis Cruz–Villalobos, editor de la presente obra, con el que se abre este volumen: todos somos realmente «un solo poema sin fronteras». Y en él, en sus múltiples versiones, siempre podremos reencontrarnos.

 

 

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Rafael Carcelén García (1961) es profesor y escritor. Como poeta, la Universidad de Alicante publicó en 2018 una selección de sus poemas amorosos, Por amor al arte, traducidos al francés por el alumnado de la Facultad de Traducción de dicha Universidad. Como traductor, colabora con el poeta belga Germain Droogenbroodt, afincado en Altea, en la traslación de toda su obra.

También ha realizado, entre otros trabajos referidos a la poesía, la introducción a una selección antológica del poeta portugués Eugenio de Andrade, una antología de poetas nicaragüenses y otra de poetas argentinos del siglo XX.

 

«Poesía sin fronteras», de Luis Cruz-Villalobos (Independently Poetry, 2022)

 

 

 

Rafael Carcelén García

 

 

 

Imagen destacada: Independently Poetry.