[Crítica] «Restos»: Un hombre enamorado y de luto

Salvo por la deficiente traslación hacia los modos de vida locales, efectuada desde el guion teatral del dramaturgo norteamericano Neil LaBute, esta obra protagonizada por el reconocido actor nacional Cristián Campos, pudo haberse transformado en uno de los grandes estrenos escénicos de la temporada.

Por Enrique Morales Lastra

Publicado el 3.11.2022

«La nuestra es una época esencialmente trágica; por eso nos negamos a tomarla trágicamente».
D. H. Lawrence, en El amante de Lady Chatterley

El monólogo de Cristián Campos en Restos, debe ser de lo mejor que hemos podido apreciar durante este segundo semestre en la cartelera dramática local, sus reparos surgen a raíz de la adaptación que el director nacional Antonio Campos hace del guion teatral original del autor estadounidense Neil LaBute, hacia la cotidianidad chilena. La traducción del texto matriz corre a cargo de Camila Le Bert.

Así, ese trasvasije, resulta un tanto forzado si no derechamente increíble (una mujer de clase alta, que tiene un segundo tiempo con el exmecánico de su primer esposo empresario, y quien, por supuesto más joven que ella, ahora la llora en el plañir de su velatorio).

Quizás si se hubiesen conservado las líneas vírgenes de LaBute, estaríamos en el análisis de un título comparable en su calidad actoral, a la Moolly Bloom, protagonizada por Gabriela Hernández Gómez, y exhibida hace unas semanas en una de las salas del mismo Teatro UC.

Aún así, Campos es un intérprete que como pocos actores nacionales domina la territorialidad de la escena y sus singulares tiempos diegéticos y de movimientos. En su versión «chilena» del personaje Edward Carr, nada es gratuito ni menos inexplicable: el significado de sus pasos sobre las tablas, el por qué elige levantarse de su silla instalada al lado del féretro de su fallecida cónyuge, o permanece sentado en ella lamentándose, adquieren un sentido dramático que refuerzan esa estética del despojo vital que desea recrear la obra de LaBute.

No obstante, las falencias literarias se aprecian y se detectan en ese guion adulterado por Antonio Campos y Camila Le Bert.

 

Las promesas de la vida

Es absurdo pensar que una mujer chilena de clase alta de mediados del siglo XX pudiese haber iniciado una nueva vida amorosa y de éxitos financieros, luego de haberse separado de su poderoso primer esposo, descendiente de inmigrantes europeos, en una sociedad donde las diferencias de clases se respaldaban, asimismo, en el racismo existente en contra de los orígenes indoamericanos de gran parte de la población.

Claro, en una sociedad como la estadounidense, que posibilita la figura jurídica del divorcio desde hace casi 100 años, y donde la legitimación social no necesariamente evidencia una segmentación racial (salvo que se trate de la unión marital de un angloamericano, con una afroamericana, o viceversa), el núcleo dramático del argumento de Restos, solo en ese caso original, es que adquiere los contornos de un hecho diegético plausible.

Fuera de esa necesaria aclaración de épocas y de contextos sociológicos, el monólogo de Campos es generoso en instantes de emotividad y de complicidad humorística con sus espectadores, y sin ser grave o lúgubre en su tratamiento de la pérdida irrevocable, su interpretación del guion de LaBute desarrolla los altos y los bajos, los enfriamientos y los desiertos, de cualquier vínculo amoroso, tal como el que llora su personaje en esa habitación de adioses y de despedidas definitivas.

Más allá de su abordaje psicológico en torno una masculinidad despojada de su objeto de deseo, los logros dramáticos de Restos responden a los diversos registros de la actuación protagónica de Campos (hasta su voz aumenta su volumen y refleja las características de un luto o de la risa, en sus diversos y contrarios sonidos); y del tópico literario de enfrentar a un hombre a la soledad inabarcable de la muerte.

Esa vertiente existencialista del texto matriz, se mantiene intocado en esta versión escénica.

Dirigida por Antonio Campos, Restos se presenta hasta este sábado 5 de noviembre en la sala Ana González del Teatro UC.

 

Ficha artística: 

De Neil LaBute. Traducción: Camila Le Bert. Dirección: Antonio Campos. Elenco: Cristián Campos. Producción ejecutiva: Marcos Alvo Kalderon. Diseño: Zorra Vargas. Música: Arturo Zegers: Fotografías: Rod Hoffmann. Coproducción: Teatro UC y The Cow Company.

Temporada: 13 de octubre al 5 de noviembre, miércoles a sábado, 20.30 horas, sala Ana González, Teatro UC, calle Jorge Washington N°26, Ñuñoa. Entradas aquí.

 

 

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Antonio y Cristián Campos

 

 

Crédito de las imágenes utilizadas: Rod Hoffmann.