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[Crítica retro] «Play»: Ilusionarse con mundos ajenos

La ópera prima de la realizadora nacional Alicia Scherson se inserta en una visión cinematográfica post moderna en torno a la incipiente ciudad de Santiago de Chile, a inicios de este siglo, y cuando la ideología neoliberal parecía alzarse como el único modelo de desarrollo al cual podían aspirar los ciudadanos de este país.

Por Aníbal Ricci Anduaga

Publicado el 20.3.2021

La directora Alicia Scherson elige un enfoque distanciado para mostrar a sus personajes, documentando objetivamente la vida de estas dos tristezas en que se centra el relato.

Cristina, una empleada de origen mapuche, será la encargada de enlazar ambas soledades, utilizando la ciudad como telón de fondo, un espacio público por el que transita la gente, pero que visibiliza a unos más que otros, en cierto modo absorbiendo a estas personalidades melancólicas que se conforman con caminar por las calles.

Tristán es hijo de una familia con recursos y cuando su novia (Irene) lo deja, regresa donde su madre que vive en una casa con piscina en la comuna de Las Condes.

Ambos personajes deambulan solos por la ciudad, pero representan a mundos diferentes. El de Cristina pasa desapercibido a los ojos de los transeúntes. Su «A mí no me conoce casi nadie», refleja en una frase la relevancia de Cristina para este tercer personaje que es la ciudad.

En cambio, Tristán, por muy solo que se encuentre, siempre tendrá el apoyo de alguien: su madre, los obreros donde trabaja, la propia exnovia, siempre habrá oídos para escuchar sus lamentos.

A raíz del hallazgo del maletín de Tristán, Cristina comienza a indagar su vida y sus relaciones, sin que exista la menor sospecha de su presencia.

Cristina cuida a un anciano que ya no habla. Le lee reportajes de pueblos originarios y su única distracción es ir a los videojuegos.

 

Acceder a vidas ajenas

Scherson, durante la primera hora, deja que el espectador se forme una opinión de los personajes y recién abandona el tono documentalista cuando Cristina se ofusca ante una caricia que le prodiga Irene a Tristán en una cafetería.

Le produce malestar, disgusto, sabe que no puede protagonizar la vida que desearía (una vida junto a Tristán) y hace corto circuito: emula a su heroína de videojuego al defender a una niña de su madre.

La mujer es su oponente y Cristina la golpea en medio de una lucha surrealista donde las imágenes se revientan y los colores pierden definición.

A partir de ese momento, la directora nos involucra en el pequeño mundo de Cristina, una muchacha a la que nadie distingue, que imita todo lo que ve, la manera de acariciar, de cortarse el pelo, incluso se inmiscuye en la casa de Irene y le roba un vestido, total nadie se dará cuenta de que existe.

Alicia Scherson tiene pleno control de sus personajes. Escoge cuando narrar objetivamente y desnudarlos por medio de diálogos con secundarios, y también cuando proyectarse a través de la mente de Cristina.

Además, construye un personaje muy sólido (que evita ser protagonista) y un buen punto de vista, a través de esta mujer fuera del ámbito citadino. De otra manera sería inverosímil esta suplantación de papeles, tanto de personalidades del videojuego o de personas de la vida real.

A Cristina le gusta la ciudad porque pasa desapercibida. Si bien sabe que es pobre, puede acceder a la vida de los otros habitantes. Si construyera una vida propia, tendría hijos pobres, por lo que prefiere ilusionarse con mundos ajenos.

En la última escena, Cristina deja a Tristán al cuidado de Irene y sube las escaleras. Desde la azotea puede ver infinitas otras posibilidades de acceder a vidas ajenas.

 

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Aníbal Ricci Anduaga (Santiago, 1968) es ingeniero comercial titulado en la Pontificia Universidad Católica de Chile y magíster en gestión cultural de la Universidad ARCIS.

Como escritor ha publicado con gran éxito de crítica y de lectores las novelas Fear (Mosquito Editores, 2007), Tan lejos. Tan cerca (Simplemente Editores, 2011), El rincón más lejano (Simplemente Editores, 2013)El pasado nunca termina de ocurrir (Mosquito Editores, 2016) y las nouvelles Siempre me roban el reloj (Mosquito Editores, 2014), El martirio de los días y las noches (Editorial Escritores.cl, 2015), además de los volúmenes de cuentos Sin besos en la boca (Mosquito Editores, 2008), los relatos y ensayos de Meditaciones de los jueves (Renkü Editores, 2013) y los textos cinematográficos de Reflexiones de la imagen (Editorial Escritores.cl, 2014).

Sus últimos libros puestos en circulación son las novelas Voces en mi cabeza (Editorial Vicio Impune, 2020) y Miedo (Zuramérica Ediciones, 2021).

Asimismo es redactor permanente del Diario Cine y Literatura.

 

 

Tráiler:

 

 

Aníbal Ricci Anduaga

 

 

Imagen destacada: Play (2005).

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